Por Guillermo Cherashny.-

Sorpresivamente, cuando el consorcio ganador de la represa hidroeléctrica Chihuidos en Neuquén, con financiamiento alemán por el 80% de la obra, cuyo costo era de 2200 millones de dólares por restricción presupuestaria ya que el estado nacional debía financiar 400 millones de dólares, pero en realidad el gobierno anunció una represa en San Juan por 700 millones de dólares, toda financiada por el estado, al igual que otra en Mendoza por 1300 millones de la moneda americana. En realidad, el motivo no era la austeridad sino que el gobierno habría intentado que la empresa TLGT, cuyo CEO es Darío Lizano, que antes se llamaba Caputo Construcciones y que desde que el hermano de la vida del presidente se desprendió de la empresa familiar las acciones se derrumbaron, a tal punto que Lizano perdió un bono anual de 30 millones de dólares que le pagaría el fondo point state al cual él convenció de comprar la empresa de los Caputo porque conseguiría obras financiadas por el estado, cosa que no pudo cumplir, encima que la empresa perdió de valor.

Como se ve, Nicky Caputo no sólo volvió a la mesa chica sino que sigue haciendo negocios, ya que es dueño de Central Puerto, Loma de la Lata, Edesur y Ecogas, dos eléctricas del interior del país que recibieron tarifas altísimas e invirtieron poco, y ahora volvió a la mesa chica para «renunciar» a una pequeña parte de sus pingües ganancias y asegurarles una indemnización a sus compradores.

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