Por Hernán Andrés Kruse.-

“A todo esto, el frente interno de Galtieri, el ejército, comenzaba a desbaratarse quizás no por los problemas internos del país sino porque veían cómo ese aliado que siempre estaría para la Argentina comenzaba a soltarles la mano. A la mañana siguiente del día 17 de abril, se reúnen Galtieri, su cúpula de gobierno, Anaya y Lami Dozo, acompañados por los integrantes del COMIL (Comité Militar), con Alexander Haig y su comitiva, por petición de éste mediante Costa Méndez. En dicha reunión se le presenta el documento con la respuesta argentina y la contraoferta nacional a la oferta previa del Reino Unido. Este encuentro, muchos denotan, fue la cuña que dio por finalizada la mediación norteamericana, ya que en ella misma se dieron los enfrentamientos más duros entre el mediador y los integrantes de la Junta, especialmente por parte del Jefe de la Armada, el Almirante Anaya, quien tuvo durísimas intervenciones contra Haig, acusándolo abiertamente de “pro británico”.

Haig, sin acusar recibo, trató de aunar criterios y continuar con la negociación pero el enfrentamiento continuó, llegando a mediar en ciertos momentos el mismo Vernon Walters (embajador itinerante de Reagan). Ya al mediodía, luego de retirarse de la reunión y almorzar con las famosas “tres marías” y con Costa Méndez, y luego dirigirse a la casa del embajador norteamericano Shlaudeman, éste habló sobre las posibilidades de poder dar por tierra con las negociaciones, por lo que el avión del mediador y su equipo fue preparado para partir varias veces durante ese día. Ya por la noche y en una nueva reunión entre Haig y Galtieri, éste último le presentó una nueva y quizás última propuesta, en la cual se describía “el verdadero piso de las aspiraciones”; de aquí no habría ningún retroceso. Ésta decía: a) Creación de la Autoridad Especial Interina en los términos que reclamaba el Reino Unido. b) Inclusión de los argentinos en la administración a restaurar en las islas. c) Se especificaba la necesidad de tener en cuenta los “derechos” de los habitantes. d) Se hacía mucho hincapié en la necesidad de fijar el 31 de diciembre de 1982 como fecha límite a las negociaciones, pero lo más importante era que no figuraba en dicha propuesta la cláusula compulsiva de traspaso de soberanía.

Por medio de esta nueva instancia, donde la Argentina realizaba grandes concesiones a favor del papel del mediador, se daba una nueva tregua a la situación desfalleciente de la mediación. De esta manera, Galtieri presentó así la propuesta argentina, y luego de un fervoroso y quizás no comprensible cambio de actitud, comenzó a describir cómo él, siendo Presidente de la Argentina, recurriría a “cualquier cosa”, en clara alusión a una posible ayuda de la Unión Soviética; dicho gesto molestó más aún al mediador, quien se retiró a descansar. En las horas que seguirían a dicho encuentro, el Comité Militar, junto a los miembros de la Junta, iniciaron una discusión, en la cual se midieron fuerzas entre los miembros de la Junta, surgiendo de dicha confrontación la famosa cláusula número ocho, la “cláusula loca”, la cual fue un claro triunfo de Anaya quien además de haberse enfrentado a lo largo de la mediación con Alexander Haig, intercambiando más de una vez amenazas y palabras inadecuadas para una mediación, se enfrentó con varios miembros de la Junta, entre ellos con Galtieri, por no acordar la dirección que tomaba la mediación. Dicha cláusula decía: “A partir del 31 de diciembre de 1983, y hasta tanto entre en vigencia el acuerdo sobre el status definitivo, la jefatura del gobierno y la administración será ejercida por un funcionario designado por el gobierno argentino”.

La formulación de dicha cláusula responde a una clara demostración de poder ejercida por Anaya, quien con esta supuesta victoria, asomaría como la futura fuente primaria de toma de decisiones en el futuro del conflicto. Ante la sorpresa de dicha cláusula, no sólo de los mediadores, sino también de los diplomáticos, quienes veían cómo su trabajo y esfuerzo desaparecían frente a esta cláusula, la tensión entre la Junta, el Comité Militar y el mediador llegó al límite, quien decidió regresar a Washington. Antes de partir de la República Argentina, hubo un último encuentro entre Costa Méndez y Haig; en dicho encuentro Costa Méndez le comenta al norteamericano la decisión de la Junta de convocar al TIAR solicitando una reunión extraordinaria del Consejo de la OEA por los Artículos 6 y 13, ya que la Task Force había traspasado la zona límite antes de ingresar a la zona que comprende dicho tratado, o sea había alcanzado la Isla Ascensión.

Antes de partir, el mediador dio una breve declaración a la prensa, la cual marcaría de cierta forma el futuro de la mediación: “Estoy más convencido que nunca de que la guerra del Atlántico Sur sería la mayor de las tragedias y de que, en realidad, el tiempo se está acabando”. En realidad la etapa de la mediación norteamericana ya había llegado a su fin. De esta manera, Haig se convenció de que el proceso de decisión argentino era un desastre. Veía a los argentinos desdiciéndose constantemente, debido al carácter difuso y atomizado dentro de la Junta y de las Fuerzas Armadas. “Si Galtieri no tenía el poder de decisión, tampoco lo ejercía la Junta. En cada decisión el gobierno al parecer tenía que obtener el consenso unánime de todos los comandantes de los cuerpos de ejército y de sus equivalentes en la Armada y la Fuerza Aérea. Se progresaba por sílabas y centímetros y después aplicaban su veto hombres que nunca habían participado en la negociación”. De esto se deduce la importancia en la decisión final que tenía el Comité Militar, en relación a cualquier posición diplomática que tomase la Argentina durante la mediación norteamericana y a lo largo del conflicto.

Haig envió el nuevo ofrecimiento argentino el lunes 19 de abril, la nueva posición tomada por la Junta con la nula esperanza interna de que el Reino Unido la aceptase. Para el día martes 20 de abril ya tenía las primeras impresiones de la parte británica, y éstas no eran nada optimistas. Pym viajaría a Washington para reunirse con Haig, y Costa Méndez viajaría días después para asistir a la reunión en la OEA. El fin estaba muy cerca. Para el día martes 20 de abril, el consenso dentro de la Junta de gobierno era inexistente; ante cualquier tibia idea de moderación de Lami Dozo, la oposición acérrima de Anaya, y la creciente intransigencia de Galtieri, hacía del papel del ya desgastado moderador norteamericano una simple continuación de negativas que inexorablemente conducían al final de la mediación.

Para ese entonces la Task Force ya estaba sobrepasando y acercándose al área de exclusión impuesta por ellos mismos en los primeros días del conflicto. Se decidió entonces abrir la partida; darle una nueva oportunidad a la mediación norteamericana, pero abrir el juego a través de la OEA. Costa Méndez viajaría a Washington el día 26 de abril, donde hablaría ante la reunión extraordinaria de los Estados Americanos, pero atendiendo a los ya consumados sucesos de las Georgias. Pero éste no sólo sería el objetivo de apertura, sino también sería el recurrir a quienes los militares evitaron y de quienes se quisieron desligar desde el principio de su gobierno: “el movimiento de No Alineados”. El día 25 de abril, el Reino Unido, a través de la Task Force enviada al Atlántico Sur, puso en funcionamiento la “Operación Paraquat”, mediante la cual dio inicio a las acciones bélicas, recuperando y poniendo bajo control británico nuevamente a las Islas Georgias. Al encontrarse Costa Méndez con sus colaboradores, y su mini senado, el cual siempre los acompañaba, y luego de dirigirse al auditorio de la Reunión Extraordinaria de la OEA, es invitado por Alexander Haig a encontrarse debido a la necesidad de comunicarle noticias nada esperanzadoras para los argentinos.

En dicha reunión, el norteamericano le presentó el “Plan Haig II”, el cual contaba con todo el apoyo del Presidente Reagan. Las partes esenciales de dicho plan eran: a) Establecimiento de una autoridad especial interina. b) Establecimiento de la autoridad local tradicional, pero con al menos dos (2) representantes argentinos. c) Se izarían las banderas de los países que compusiesen el gobierno interino. Argentina no arriaría su bandera. d) Ante la fecha máxima de negociación y de no poder alcanzar una solución definitiva se aplicaría una prórroga de seis meses. A pesar de que este plan, contenía avances ciertamente favorables para la Argentina, y de una evaluación realizada por Quijano en ese momento, al caer el Plan en manos de “Las tres Marías”, y tras consultar a Buenos Aires, el documento y el plan en sí mismo fueron rechazados, quedando sólo un margen para desear una supuesta posibilidad de negociación la cual ya surgía desde Buenos Aires como imposible, al negar una contraoferta al Plan Haig II, y sólo contestar de manera oprobiosa, mediante un mensaje a Haig, el día 29 de abril.

En la reunión del plenario de la OEA, el día 27 de abril, luego de la alocución de Costa Méndez, en la cual se escucharon párrafos como el siguiente: …“la bandera Argentina, bandera americana, no será arriada mientras corra una gota de sangre por las venas del último soldado argentino que defienda las Islas Malvinas”… y frente a los representantes de los países americanos, previa reunión entre Haig y Costa Méndez donde le presentó el Plan Haig II, se llegó a la siguiente Resolución, por 17 votos afirmativos, 4 abstenciones y ninguno en contra: a) Cese inmediato de las hostilidades por parte del Reino Unido, teniendo en cuenta su presencia en el área comprendida por el TIAR. b) Instar al gobierno argentino a abstenerse de realizar cualquier acción que pueda agravar la situación. c) Deplorar y condenar las medidas coercitivas impuestas por los miembros de la Comunidad Económica Europea, ya que las mismas no estaban amparadas por la Resolución 502. d) Preservar la paz por medios pacíficos de resolución de conflictos (…).

Como hicimos referencia anteriormente el día 29 de abril, el gobierno militar, a través del embajador Takacs, le entregó a Enders la contestación oficial, surgida del seno del COMIL, a la propuesta norteamericana, el Plan Haig II, la que fue rechazada de plano por el Secretario de Estado norteamericano. De esta manera finalizaría la mediación norteamericana, la que comenzó con el llamado del Presidente Ronald Reagan, en las vísperas del desembarco argentino en las playas cercanas a Puerto Argentino, y finalizaría con un comunicado oficial leído por el propio Alexander Haig el día viernes 30 de abril de 1982. El texto hacía referencia a lo siguiente: 1. Los motivos de los Estados Unidos para intervenir: I. El peligro potencial que representaba el conflicto en el Atlántico Sur. II. Convencimiento del respeto por el derecho internacional para la solución pacífica de las controversias. III. El requerimiento de ambos gobiernos para que Estados Unidos interviniera. 2. Con respecto a la propuesta Norteamericana: “Representaba nuestra mejor estimación de lo que las dos partes podrían razonablemente aceptar”. 1. Con respecto al fracaso de la propuesta, Estados Unidos debía adoptar una posición concreta para demostrar que no podía ni podría perdonar el uso de la fuerza ilegal para dirimir disputas. 2. También hacía referencia a los aciertos y desaciertos de las partes en disputa. 3. Expresaba cuales eran las órdenes del Presidente Reagan y cual sería el castigo para la Argentina (restricciones a exportaciones, embargos militares, suspensión de créditos). 4. Finalmente se dejaba en claro el papel que tomarían los Estados Unidos en el conflicto, prevaleciendo la alianza trasatlántica por sobre el TIAR, lo cual produciría finalmente el vuelco hacia el Reino Unidos.

Hubo gestiones diplomáticas llevadas a cabo por el mismo Embajador norteamericano Shlaudeman en Buenos Aires, quien tuvo una entrevista con el mismo Galtieri en la noche del 30 de abril donde le ofreció varias soluciones de extrema urgencia, las cuales podían satisfacer a ambas partes en disputa. La contestación de Galtieri, según Shlaudeman, fue: “él era sólo uno de los tres que toman las decisiones (…) la Armada está hambrienta por entrar en acción (…) pero que de todos modos les plantearía el pedido a los jefes de la Armada y la Fuerza Aérea, Anaya y Basilio Lami Dozo”.

Para ese entonces los aviones, que se encontraban dirigiéndose con la Task Force, ya se preparaban para arrojar las primeras bombas sobre el aeropuerto de Puerto Argentino. De esta manera se desencadenaría una guerra, la cual según muchos académicos nunca debió suceder, y la cual continuaría con otras mediaciones como las realizadas por el Perú o por las Naciones Unidas, pero que serían abortadas y torpedeadas constantemente por los sucesos que se dieron a partir del 30 de abril, como el hundimiento del buque A.R.A. General Belgrano, el día 2 de mayo, mientras que el día 4 de mayo el buque insignia de la Task Force el Sheffield sería hundido por el lanzamiento de un exocet, el primero de una serie que haría temer a una de las mejores y más equipadas armadas del mundo.

El viaje del Papa Juan Pablo II sólo sirvió para enterarnos de una verdad, a la cual no veíamos o no quisimos ver. El desembarco y posterior afianzamiento de la cabeza de playa sólo apresuró el final del conflicto, como todos sabemos generando encarnizados enfrentamientos en la Bahía de San Carlos, en Pradera del Ganso, Darwin, Monte Longdon, Monte Tumbledown, cerro Dos Hermanas, Monte Harriet, y finalmente la toma de Puerto Argentino y la posterior rendición del Gobernador Militar Mario Benjamín Menéndez”.

(*) Federico M. Gómez: “La Diplomacia de Doble Nivel en Malvinas”. Una Aproximación Putniana al Proceso de Negociación en la toma de Decisiones en el Conflicto del Atlántico Sur. La Mediación de Alexander Haig” (Instituto de Relaciones Internacionales-UNLP-2007).

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