Por Agustina Blanco.-

(…) Y si el despotismo levanta la voz…

En el siguiente trabajo se analizará la vicisitud que sufre un país cuando, por omisión, llega al máximo poder una persona sin la adecuada formación para cumplir con las medidas necesarias o, mejor dicho, políticas de Estado para llevar un país adelante, o al menos, intentar mantenerlo a flote y la relación que existe con el incumplimiento de algunos de los Principios de la Doctrina Social de la Iglesia que han sido minuciosamente seleccionados para el análisis.

A su vez, estará encabezado por máximas de célebres próceres universalmente conocidos como subtítulos y fragmentos del Himno Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, que nos servirán de guía mientras se avanza en la lectura este artículo y al que recomendamos enfáticamente escuchar para encontrarnos con el asombro de un contraste que sólo puede generar la utopía de vivir en donde las excepciones son, casi por definición, la regla.

“Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó, la Ley respetando la virtud y honor, ¡abajo cadenas!”[1]

La crisis económica, política y social que padece la República Bolivariana de Venezuela alcanzó su éxtasis, su punto álgido con las manifestaciones de grupos de jóvenes universitarios que salieron a las calles a protestar contra el régimen de turno durante el año 2014.

El país del petróleo, bajo el mando Nicolás Maduro, se encuentra sumergido en una revuelta social por cuestiones relacionadas a la falta de libertad, escasez de productos de primera necesidad como es el caso de la alimentación: harina para pan, leche, pollo; en el caso de las necesidades básicas: papel higiénico, entre otros.

La inflación que alcanza casi el 70% [2], la indiferencia por la propiedad privada, el desaparecido libre mercado y circulación de productos, junto con las muertes de jóvenes manifestantes opositores al gobierno fueron los últimos gritos de ahogado que salieron de las bocas de muchachos y madres que fueron incapaces de aguantar la desigualdad al que habían sido sometidos.

Algunos de estos decidieron abandonar su país con la aflicción que conlleva el hecho de deber, y cuando hablamos del “deber” nos referimos a la “necesidad” de “tener” que hacerlo, abandonar su familia, su tierra: su Patria, en busca de mejores oportunidades. Mientras que a las madres opositoras al régimen chavista, no les queda opción que formar largas filas durante horas para llegar a obtener un producto para llevar a su hogar para ser luego marcadas con un sello en su mano que no es otra cosa que un indicador que ya alcanzó el máximo permitido por la ley de “productos per cápita” en un sistema de racionalización de insumos o en palabras “chavistas”: “tarjeta de abastecimiento seguro”.

Alarmantes son estas cuestiones cuando las analizamos, desde los Principios de la Doctrina Social de la Iglesia y conocemos que “la dignidad objetiva es universal, se refiere a todos los seres humanos sin distinción de condición”.

La dignidad de la persona humana es lo más valioso que tiene un ser humano y está por encima de cualquier otra aptitud o facultad que se pueda poseer. Es una cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen o lo degraden. Las largas filas “de más de cincuenta metros y de centenares de personas que esperan en las puertas de los centros de abastecimiento sin saber qué ni cuándo podrán acceder a un producto básico”. Se desprende la agresión a la cual es sometida la “dignidad objetiva y universal” que todos los seres humanos tienen como derecho desde el momento de la gestación por el simple hecho de ser persona comprendiéndola como suppositum naturae rationalis.[3] De la mano de este principio, encontramos que la Libertad como capacidad de elección, decisión y orientación hacia la verdad no es más que una utopía al servicio de un régimen en el que desde los maestros de escuelas primarias estatales hasta los funcionarios públicos son obligados a vestirse con una camisa color roja para llevar a cabo su labor cotidiana, norma principal y elemental que los hijos -por omisión- del Estado madurista deben cumplir sin rezongar, pues, caso contrario podría dar lugar a una sanción poderosa y enérgica como es el hecho de perder el trabajo [4].

La participación con las demás personas en la edificación de la sociedad y la historia y la cooperación en la realización del Reino de Dios, es una afirmación de la Doctrina Social de la Iglesia a la que se deben atener los ciudadanos venezolanos para poder superarse a sí mismos y encontrar la paz que la sociedad con tanto anhelo pretende. Queda claro que desde la Cadena Nacional por el canal “Venezuela” desde el Estado de Miranda en el año 2013, el Presidente Maduro al referirse a las políticas educacionales de su país, con un inclemente error de dialéctica tras decir “la multiplicación de los penes y los panes”[5] no tiene ninguna relación con este principio que intenta edificar o construir desde el conjunto de las personas que conforman un pueblo, un Estado o una Nación, el Reino de Dios, que si se nos permite, podría interpretarse como el respeto por lo sagrado como es el don de la vida -y al cual expondremos más adelante en esta tesina como anteriormente nos hemos referido a la dignidad-, la valoración del y por el prójimo, el amor, la verdad y la Justicia, bajándolos a un plano terrenal.

“Maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo” [6]

Los Derechos Humanos encuentran gran resonancia en la actualidad y es una política internacional que se podría asociar su nacimiento con otro natalicio que fue el “Estatuto de Roma” de la Corte Penal Internacional en el año 1998. Desde entonces y en estos días, escuchamos a diario la frase “Derechos Humanos”, que son, paradójicamente otra excepción a la regla, pues el respeto por la vida está siendo vilmente bastardeado, en países de corte socialista, como es el caso de Argentina y Venezuela (seguido por Perú) encabezan el cinismo por excelencia a este respecto.

Para el cristianismo cada persona humana posee un valor sagrado, único e invalorable, nos advierte este Principio de la Doctrina, empero, no se trata simplemente de englobarlo o encasillarlo desde una lógica cristiana, puesto que si así fuera, todo aquello o aquellos que no comulguen con las prédicas de Jesús, simplemente estarían exceptuados de esta lógica, puesto que corresponderían -según un Imaginario Social- a la valoración, aprehensión o ejecución de principios o doctrinas de un simple personaje histórico que, según dicen, realizó milagros y fue crucificado, muerto y sepultado hace más de 2015 años. Convirtiendo, así, la razón del Todo a una simplificación superflua y sinrazón del nada.

Sumidos en la alta peligrosidad que podría ocasionar y acarrear la interpretación de la vida y la dignidad, ambas resignadas a una cuestión meramente dogmática, es imperativo transformarlo en una cuestión ontológica[7] para la sociedad.

Venezuela lastimosamente encabeza la lista -ocupando el cuarto lugar- de países con mayores homicidios en el mundo. Cuantitativamente el índice señala 74% de homicidios cada cien mil habitantes. En efecto, existe una relación entre este aumento considerable de asesinatos con el gobierno “dictatorial” socialista que hace más de 14 años gobierna al país petrolero.

Es importante en este punto volver a señalar a las protestas estudiantiles como el ojo del huracán, o el punto central de este dogma de la Doctrina Social. Ubicarlo, pues, en el centro de atención como mejor ejemplo.

La sublevación o el alzamiento de una gran parte de la sociedad venezolana contra el poder de turno rasgó las vestiduras de un gobierno que se hizo llamar a sí mismo: Bolivariano, Republicano y Democrático. Asimismo dejó un saldo de 43 jóvenes muertos por pronunciarse sin armas en discrepancia de una idea, como es el caso más resonante del asesinato de Bassil Da Costa que fue muerto por la Policía Militar con un balazo en la nuca cuando el joven retrocedía. Fácil y confortable sería involucrarnos en la mente de este estudiante venezolano y suponer que sus últimos pensamientos hayan sido: “Mírame madre, y por tu amor no llores, si esclavo de mi edad y mis doctrinas, tu mártir corazón llené de espinas, piensa que nacen… entre espinas, flores”[8] Un gran paralelismo que podría comprenderse con una desambiguación de la fase de José Martí, si con “madre” nos referimos a la madre natural y biológica que se ha quedado sin lo más valioso de su vida: su hijo. O si con “madre” entendemos a la Patria, esa con la que soñaron los Libertadores José de San Martín y Simón Bolívar.

Cabe aquí, hacernos una pregunta tan válida como su necesidad de encontrar respuesta: ¿Existen verdaderamente los Derechos Humanos? ¿O son, meramente, una quimera descarada, una idea que flota por las regiones en las que en años anteriores fueron gobernados por Dictaduras Cívicas – Militares ¿Será, acaso, un arquetipo que única y exclusivamente adiciona sufragios? Es decir, en términos políticos y pedestres un caballito de batalla.

La solución no corresponderá a las ideologías políticas que cada ser humano, por su naturaleza de “Libre Albedrío, sea capaz de suministrar. La respuesta a semejante encrucijada ha de estar plasmada en la huella que deja en la sociedad, reflejada en las noticias que se puedan conocer y en las sillas y lugares vacíos que quedan en una mesa familiar. Mientras menos se trabaje y se congracie por una sociedad pacífica, en la que la Libertad de Expresión se signe como camino, más injusticias que destrozan vidas y las anulan se llevarán a cabo. En palabras de San Agustín “la organización y funcionamiento del Estado como garante y promotor del Bien Común; la vigencia plena del Estado de Derecho y la seguridad jurídica; las mismas oportunidades para acceder a los bienes materiales indispensables, los servicios de salud, una educación por excelencia; un trabajo digno; libertad para informarse y opinar; participar de las distintas actividades sociales y políticas”. Sin tener que dejar la vida tras intentarlo.

“El vil egoísmo que otra vez triunfó” (…) y si el despotismo levanta la voz (…)”[9]

Si ratificamos que “el Bien Común es unitario porque no es divisible, no consiste en conveniencias individuales, el beneficio de intereses corporativos, la razón de un Estado o el predominio de una ideología. Sino, pues, es un bien integral que concilia para llegar a su fin” no podemos, por otro lado, dejar de mencionar los dos Golpes de Estado que realizó el ex Presidente Hugo Chávez Frías para poder gobernar -luego logró su cometido- en plena vigencia de un gobierno constitucional. Pero a su vez, tampoco se puede pretender estar al servicio de grandes corporaciones que de migas y migajas alimenten al pueblo. Debe haber un punto medio en el que todos los actores, en cada área correspondiente ayuden y sirvan al desarrollo humano y social de las personas y éstas a su vez aporten al desarrollo de la totalidad.

El grave problema de los hermanos venezolanos -y que aquí en Argentina también sucede es que sólo se gobierna para un sector de la población que con dádivas se sustentan desde el Estado Nacional, regla fundamental de un gobierno de corte populista. No hay un diálogo entre privados y estatales que permitan establecer las reglas del juego para que los beneficiarios seamos todos -y al decir “seamos”, pues nos identificamos e involucramos como parte de la sociedad en la realidad política-.

Así como el empresariado no puede ser el todo, el Estado tampoco, puesto que, según el Principio de Subsidiaridad, “el Estado no es gendarme custodio de los intereses de los poderosos, ni el único poder que hace a los ciudadanos súbditos”.

He ahí una de las claves para entender el mundo de hoy, ésa es la cuestión que grandes filósofos, estadistas, políticos y economistas pierden la cabeza por intentar esclarecer el “mejor” o más conveniente camino a seguir. Sin embargo, la Doctrina Social de la Iglesia se hace presente, y pareciera que con cada vez más fuerza y nos recuerda que ella misma no está a favor de ninguna ideología; no pertenece a ningún partido político, empero, se inclinará por aquel que más se asemeje a sus doctrinas destinadas al Bien Común.

“Cuando la tiranía se hace Ley la rebelión es un derecho”[10]

Si por “Convención Social” se acepta que el Socialismo que gobierna Venezuela corresponde a un “Estado Paternalista”[11] no entendido como sofocador de libertades individuales sino como “auxiliar y garante” de Derechos de cada persona, con “subsidios y asistencias sociales” en todos sus ámbitos; pues se deberá exigir, al menos, la libertad para poder elegir qué estudiar, dónde estudiar y cómo estudiar; qué comprar y dónde comprarlo; la inserción en la vida política con pleno uso del Derecho de la Libertad de Expresión y de Pensamiento, entre otras cuestiones que sólo corresponderían al ámbito privado de las personas y de las cuales, por más legitimización que tenga el gobierno de turno no deberá nunca coartar. Y si bien hablamos de Derechos, es perenne embebernos, empaparnos, con la responsabilidad que eso conlleva. Pues no sólo se pueden pretender razones, sino también obligaciones. En efecto, el correlato de la Libertad es indudablemente su responsabilidad. Son dos principios fundamentales y concomitantes que, en su justa medida, podrían aproximarnos, alguna vez, a la idea casi utópica de que es posible un Bien Común. Intrínseco, pues, y en palabras del filósofo José Martí: “y América y el hombre digno sean”.[12]

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Citas referenciales:

[1] Primera estrofa del Himno Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. (Versión completa).

[2] La inflación no se puede calcular con datos certeros pues ya no se brinda esa información precisa. Pero analizando años anteriores, la inflación actual es de 68,5%.

[3] “Sustancia individual de naturaleza racional” término que Santo Tomás de Aquino tomó de Boecio para explicar el significado de Persona.

[4] Entendiendo al “trabajo” como alimento moral, espiritual e intelectual para el hombre.

[5] “Multiplicar los penes y los panes” fueron las palabras del Primer Mandatario venezolano en un acto en el Estado de Miranda, televisado por Cadena Nacional y transmitido por el canal “Venezuela” el día miércoles 28 de agosto de 2013.

[6] Máxima del General venezolano y político Libertador Simón Bolívar.

[7] Ontológico en sentido filosófico, en yuxtaposición del dogmatismo.

[8] “Yo soy un hombre sincero” Versos de José Martí

[9] Estribillo del Himno Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. (Versión completa).

[10] Máxima del General venezolano y político Libertador Simón Bolívar.

[11] Entendido, pues, como Derecho Constitucional.

[12] “Yo soy un hombre sincero” José Martí.

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