Por Jorge Azar Gómez.-

Luego de escuchar, con asombro y estupor, la reacción «barrabrava» del, por ahora, presidente de Argentina, ante un planteamiento, del presidente Lacalle Pou, firme y concreto para bien de todos los países integrantes del Mercosur, me viene a la memoria los anteriores 15 años de relaciones entre Uruguay y Argentina, durante los años de gobierno frenteamplista.

Desde el 2006, quien esto escribe viene analizando las relaciones de Uruguay con Argentina.

En cada uno de los tres gobiernos frenteamplistas, las relaciones comenzaron a ser melosamente fraternales, pero -siempre hay un pero con el gobierno argentino- de a poco, la miel se fue convirtiendo en vinagre y las aguas del Río de la Plata se fueron abriendo y comenzaron a separarnos.

Durante el Gobierno del Dr. Tabaré Vázquez, la Administración del entonces presidente Néstor Carlos Kirchner pensó que, por haber enviado a siete mil uruguayos en las elecciones para votar al Frente Amplio, conservaba autoridad para manejar nuestra política exterior.

Y fue así que todo era armonioso hasta que vieron que el Dr. Vázquez apoyaba la instalación de la planta de celulosa y les sacaba a ellos el pan de la boca. Pan que ellos tuvieron en sus manos y, por ser desmesurados en el pedido de coimas a los finlandeses, lo perdieron.

Desde ese momento, trasladaron el problema al medioambiente y a su protección. Todos se volvieron ecologistas, olvidándose del apoyo que Busti y Kirchner le dieron a la instalación de Botnia en Río Negro.

Como la palabra de Busti es más contundente que la mía, creo oportuno recordar las mismas.

Diario “el Heraldo” de Entre Ríos, noviembre de 1998:

«En la mañana de hoy, el Gobernador de Entre Ríos, Jorge P. Busti, informó desde su despacho en la Casa de Gobierno en Paraná que se ha confirmado un adelanto sobre la instalación de la industria de pasta celulósica en Entre Ríos».

Pregunta el periodista: “¿Dónde se instalará la fábrica?”.

Responde el Gobernador: “En una zona del río Uruguay que los inversores han evaluado, ubicada entre Concepción del Uruguay, Colón y Concordia”.

El funcionario agregó que, en su momento, el representante de una de las empresas, el Sr. Pagani recorrió las instalaciones para ver cuál era el mejor lugar para instalar las fábricas, dijo que se hicieron los estudios correspondientes y que habrá una inversión de 600 millones de dólares que va a dar trabajo a más de mil personas.

En el 2004, el presidente Kirchner fue más contundente aún ya que entregaba al Congreso Nacional la “Memoria Detallada del Estado de la Nación Argentina año 2004”, un documento de 527 páginas que incluye el capítulo Uruguay, expresando entre los logros, en la página 107, que en junio del 2004, “Argentina dio el aval para la construcción de las Plantas de Celulosa, y que en el mismo mes, ambos países firmaron un acuerdo bilateral, poniendo fin a la controversia por la instalación de una planta de celulosa en Fray Bentos. Este acuerdo respeta, por un lado, el carácter nacional uruguayo de la obra, que nunca estuvo puesta en entredicho y, por otro lado, la normativa vigente que regula las aguas del Río Uruguay a través de la CARU».

“Asimismo, supone una metodología de trabajo para las tres etapas de construcción de la obra: el proyecto, la construcción y la operación.”

Hasta ahí todo marchaba bien, los viajes presidenciales entre ambas orillas eran frecuentes, como también los asados fraternales en Anchorena.

Cuando en marzo del 2006, el presidente Vázquez apoyó y acompañó el proyecto Botnia, Argentina comenzó a protestar por la instalación de la “pastera” en Uruguay. En todos mis artículos, de esa fecha en adelante, afirmé que el conflicto no se solucionaba mientras Vázquez y Kirchner estuvieran en el gobierno. Por desgracia, no me equivoqué: es que todos los analistas estudiaban el conflicto sin poner dentro del “paquete” lo que se habían perdido por las groseras exigencias de Busti, las cuales fueron la causa del enfrentamiento de los presidentes.

La historia del conflicto la conocemos todos y sería pesado volver a repetirla pero, lamentablemente, la historia volvió a repetirse en el gobierno del presidente Mujica. Otra vez, la coima alejó a los gobiernos.

Cuando el presidente uruguayo, con gran entusiasmo firmara unos “papelitos” con la mandataria argentina (a los cuales les llamaron “acuerdo histórico”), expresé en ese momento que no íbamos a ver los resultados y que se transformaría en un “acuerdo de historieta”.

Mujica viajaba, la Presidente venía, el canciller Héctor Timerman se reunía con integrantes del gabinete, Almagro (cerebro de la “operación rodilla”) aplaudía y se reía con una sumisión tal que se asemejaba a un asalariado. Se constituían comisiones para estudiar los avances de lo que en los “papelitos” habían acordado los presidentes. Luego, Argentina nos denunciaba en el G20, comenzó a interponer trabas en las importaciones uruguayas y todos se preguntaban en qué había fallado Mujica, que todo le estaba saliendo mal, y que recibía un tratamiento grosero de parte del poder político arrabalero porteño.

Nadie sabía, en esos momentos, Uruguay le hizo caer el gran negociado del dragado del Canal de Martín García al denunciar un “intento” (llamémoslo así) de soborno para aceptar un mayor precio en la continuidad del actual dragado y un precio a acordar en la licitación de la profundización del Canal, sobre precio que igual se aceptó y nadie sabe, después que se retiró el Embajador Bustillo… en qué bolsillo aterrizó el millón de dólares que estaba en la elegante mesa del salón del Jockey Club Argentino. Porque que estuvo, estuvo.

Lamentablemente, pues sé de su honestidad, el Embajador Bustillo se prestó para “maquillar” el informe oficial que presentó en su momento y en el Parlamento, con vergüenza y cubriéndose el rostro. Sabía que detrás de él había una familia e hijos, y leyó una versión “edulcorada”, para resarcir al gobierno argentino de los efectos de las declaraciones del Embajador Baraibar y del Vicecanciller Conde.

Para ponerle el moño al regalo, el entonces canciller Almagro -gran artesano de la sumisión- adelantó, sin que nadie se lo pida y en una alocada carrera anti diplomática, que el gobierno uruguayo no estaba de acuerdo en el reconocimiento de los resultados del plebiscito que el parlamento de las Islas Malvinas anunció realizaría entre sus habitantes, en el 2013, para definir el futuro del archipiélago.

Luego, el entonces Canciller Almagro, en otra manifestación de su sumisión, en la embajada de Argentina, expresó nuevamente, con una irresponsabilidad diplomática sin antecedentes, que «con relación al referéndum, consideramos que no tiene fundamento. Una población trasplantada no tiene el derecho de autodeterminación que tienen los pueblos», expresó Almagro en el Foro Malvinas, dejando en claro que el gobierno no le daba ningún valor a esa consulta entre los habitantes de las Malvinas.

El tema es que, a partir del momento en que salieron a luz las versiones desmentidas y luego confirmadas, comenzaron las represalias contra el Uruguay y las relaciones se agriaron. Tal como en su oportunidad le sucedió al Dr. Vázquez, lo propio le pasó al presidente Mujica, es decir, que mientras él y la Señora de Kirchner fueron presidentes, no se pudo concretar la profundización del Canal de Martín García.

¿Acaso las coimas, los sobornos, las “atenciones”, los sobreprecios, etcétera, fueron durante los 15 años de gobierno frenteamplista, quienes regularon las relaciones entre Argentina y Uruguay?

El presidente Alberto Fernández, aparentemente intenta seguir con ese método «diplomático» para hermanar las dos naciones, lo intentó ofreciendo comprar las vacunas a Uruguay, con el sobreprecio correspondiente, auto proclamándose «gestor» autorizado para negociar en nombre de Uruguay las vacunas con el gobierno ruso.

No percibió el presidente Fernández, que en Uruguay había otro gobierno, un gobierno con un presidente, Lacalle Pou y su equipo, que se mueven en línea recta , con honestidad y transparencia.

Sepa presidente Fernández, que a un país con dignidad, no se le acorrala, y menos lo hará un integrante de una asociación ilícita para delinquir, que está hambreando al pueblo argentino.

Fernández, si Ud. sigue en la presidencia de su país, sepa que tendrá mucho trabajo para vaciar el «lastre» que Ud. tiene en su entorno y su jefa, la vice presidente Cristina Elisabet Fernández de Kirchner.

Un consejo, Fernández, vaya sacando urgente el «lastre» del helicóptero que pronto lo trasladará.

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