Por Carlos Tórtora.-

En menos de 15 días, Cristina Kirchner tuvo dos reuniones significativas. La primera fue a solas con el embajador de EEUU en Buenos Aires, Marc Stanley. En la segunda, la vicepresidenta recibió en su despacho del Senado de la Nación a Laura Richardson, comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, y primera mujer en ocupar en ese cargo. De la reunión participó también Marc Stanley. Esta agenda no dejó de llamar la atención en las filas del gobierno, ya que la postura oficial es crítica de la política del Departamento de Estado y la expresidenta hasta ahora ha defendido a los gobiernos más alejados de Washington, es decir Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Pero el tercer hecho fue todavía más significativo. El ministro del interior y para algunos el sucesor de Alberto Fernández, Eduardo Wado de Pedro, realizó una gira con agenda de primer nivel a Israel, acompañado por 7 gobernadores oficialistas. Wado de Pedro enterró así a la tradicional postura de La Cámpora de apoyo al estado palestino.

Esta sucesión de hechos marcaría un giro pragmático del kirchnerismo, que sale de este modo a achicarle los espacios al presidente.

Presidenciable

Los más audaces especulan con que el titular de Interior es el hombre elegido por CFK para disputar la presidencia el año que viene y que lo primero es mostrar esta señal de reposicionamiento internacional. De más está decir que la gira de De Pedro lo pone a resguardo de las versiones -albertistas- de que su reemplazo está por llegar.

En el entorno presidencial siguen aferrados a su lógica: si a Alberto le va bien -dicen- él será el candidato óptimo; pero si le va mal, no será viable ningún otro candidato oficialista. Obviamente, la vicepresidenta cree que es viable ser oficialismo y oposición a la vez, lo que está por probarse.

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