Por César Augusto Lerena.-

No imaginamos que la Cancillería haya consultado a los técnicos de Aerolíneas Argentinas a la hora de promover un nuevo vuelo a Malvinas dentro del Acuerdo “Foradori-Duncan” de «remover todos los obstáculos que impiden el desarrollo de Malvinas». Seguramente les habrían comentado, que a la par de no ser económicamente rentable, es muy poco probable, que en una actitud integración regional, un isleño británico se baje en Córdoba a recorrer esa hermosa ciudad o sus sierras.

Si nos guiamos por la ruta actual semanal de LAN entre Punta Arenas de Chile y Malvinas veremos, que una vez por mes este vuelo hace una escala en Río Gallegos, con un regreso desde Malvinas siete días después. Es obvio que este vuelo está diseñado para favorecer el traslado e intercambio comercial de los isleños con Chile y muy accesoriamente para atender el turismo a las Islas, ya que no es de imaginar que quienes pudiesen dirigirse desde el continente argentino a Malvinas por negocios, deban permanecer allí siete días.

Esta nueva propuesta británica de hacer vuelos a San Pablo, a la que la Cancillería le habría agregado una escala mensual en Córdoba, tampoco se basa en ningún espíritu integrador, sino a la necesidad de las Islas de abrir nuevos negocios en américa -pero no con Argentina- con motivo del Brexit, es decir la salida del Reino Unido de la Unión Europea, donde Malvinas perderá su condición de Territorio de Ultramar de Europa y, con ello, todas las ventajas arancelarias y de libre comercio en ese bloque.

El vuelo mensual San Pablo, Córdoba, Malvinas y viceversa es sencillamente un disparate para los argentinos y de muchísima utilidad para los isleños. Carísimo para algunos cordobeses que podrían hacer turismo en Malvinas (¿?) y aún más caro y lento para quienes desde otras provincias pudieran trasladarse a Córdoba a este efecto. Y ¿para los isleños? Un importantísimo pie en San Pablo y el gran San Pablo, con treinta millones de consumidores y, la puerta de acceso al resto de Brasil y el mundo; del mismo modo, que el vuelo a Córdoba les permitiría a los malvinenses hacer trasbordo a Lima, Santiago de Chile, Asunción, Santa Cruz de la Sierra, Panamá y Miami.

¿Sabe la Cancillería que Argentina le vende anualmente a Brasil 106 millones de dólares en productos pesqueros, a Perú 45 millones y a Bolivia 11 millones y, que el 75% de los ingresos de Malvinas provienen de la explotación pesquera de los recursos de Argentina? ¿Dónde se supone que ante el Brexit se direccionarán las 200 mil toneladas anuales que bajo licencia británica se pesca en el mar argentino circundante a Malvinas y que ahora deberán pagar aranceles para ingresar a la UE?

Si Argentina autoriza estos vuelos habrá fortalecido la situación económica de las Islas y, me animo a decir, que su situación será más sólida que antes del Brexit, ya que hasta el momento sus ingresos están mayoritariamente atados a los importadores europeos y, ahora se distribuirán, además de a los países asiáticos, a nuestros socios políticos de América. Esta apertura les permitirá acceder a una diversidad de intercambios comerciales mucho más rica, pero, lo que es más grave, debilitará nuestra posición latinoamericana en los organismos internacionales del acordado aislamiento de Malvinas hasta la negociación de la soberanía.

Cuando, primero Malcorra y ahora Faurie dan ejecución al Acuerdo “Foradori-Duncan” habrán comenzado a “remover los obstáculos” ya que estos vuelos permitirán, como dije, optimizar el comercio, pero también hacer el transporte de tropas y tripulantes de los buques pesqueros, traslados de insumos y mercaderías, promover el turismo y con ello su segundo recurso económico y, más importante aún, favorecer la inversión en la industria pesquera, que en actualidad se encuentra limitada a la extracción, pero podría crecer en forma exponencial de haber una comunicación más fluida con el continente.

Que los vuelos los realice LATAM Brasil y no Aerolíneas Argentinas, dice a las claras, de nuestra política de sumisión y, la Cancillería, en lugar de monopolizar la conducción del conflicto con el apoyo internacional, está perdiendo todo el control estratégico de la disputa, en una sospechosa y complaciente política favorable a los intereses británicos en Malvinas.

Y así podemos ver, que el Acuerdo de Madrid y la “fórmula británica del paraguas” están siendo ejecutados por el Reino Unido con la precisión de un cirujano cardiovascular:

La ocupación marítima

En 1982 las islas de 11.410 km2 y tres millas marinas alrededor eran ocupadas por los británicos, hoy nos ocupan y explotan 1.639.000 Km2 de mar argentino, reclaman nuestra plataforma continental, denominan “Territorio Antártico Británico” a nuestra Antártida Argentina y nos explotan los recursos pesqueros y petrolíferos.

El vuelo a San Pablo y Córdoba

En la actualidad el gobierno nacional está invirtiendo 6.000 millones de pesos en el Aeropuerto Talavella de Córdoba, que seguramente facilitarán las operaciones previstas, mientras que los isleños recibirán, como ocurre en la actualidad, a los argentinos Base Aérea Militar de Monte Agradable, ubicada 40 kilómetros al sudoeste de Puerto Argentino, para mostrarnos qué tan bien protegidos están.

La investigación

Para garantizarles a los habitantes de Malvinas la disponibilidad de la pesca a perpetuidad, el Canciller Faurie ha reflotado la Comisión conjunta de investigación argentino-británica sobre la “Conservación de los Recursos Pesqueros” creada en tiempos de Menem, que evaluará nuevamente el estado de las especies más significativas en el espacio marítimo comprendido entre las latitudes de 45 grados Sur (aprox. Camarones, Chubut) y de 60 grados Sur (Océano Antártico Argentino) del Atlántico Sur, es decir que no hará otra cosa que aportarles a los isleños la capacidad técnico-científica y el conocimiento argentino sobre los recursos en la Zona Económica Exclusiva Argentina, superando los espacios ocupados en forma prepotente por el Reino Unido. En aguas argentinas frente a Chubut y Santa Cruz de gran riqueza ictícola, pero que tan bien podrían ser las provincias, porque no hay límite para ello y también en el océano antártico argentino. Sería ingenuo asignarles una voluntad conservacionista a los ingleses cuando en 2005 otorgaron en forma irresponsable licencias pesqueras por 25 años.

La actitud de la Cancillería Argentina es un absurdo biológico, ya que, un secreto estratégico, como lo es la información de la biomasa y el stock pesquero, en atención a como dijimos el 70% de los recursos económicos de las Islas son la pesca, no puede facilitarse esta información a los británicos. Imaginémonos si los franceses en 1940, bajo pretexto de cuidar el patrimonio, hubiesen mantenido los puentes intactos a los alemanes para que sus tropas ingresaran fácilmente a París y desfilaran cantando la marcha de San Lorenzo -como finalmente lo hicieron- por la avenida de los Campos Elíseos pasando por debajo del Arco del Triunfo. A la Argentina le bastaría capturar todo el Atlántico Sur -por si o a través de terceros- para poner en dificultades la economía de las islas. Cavallo entonces y ahora Faurie, hacen todo lo contrario, facilitar su estada.

El apoyo portuario a las operaciones de Malvinas

La Argentina consiguió el apoyo unánime de los países de Latinoamérica y el Caribe para no apoyar el comercio con Malvinas, en especial los buques que pescaban en el Atlántico Sur y, en 2010 por Decreto 256 el gobierno nacional estableció la obligatoriedad a los buques que hacen tránsito con Malvinas de solicitar permiso a las autoridades nacionales; medida que fue apoyada retóricamente por América latina; y tan es así, que en los puertos de Uruguay pueden verse cientos de buques con licencia de la gobernación británica en las Islas o barcos que capturan especies migratorias o asociadas de la ZEE Argentina, a punto tal, que en 2015 operaron en Montevideo 359 buques extranjeros y este país se ha constituido en el apoyo logístico más importante del atlántico sur de los buques que depredan el mar argentino, representando, para ese país un ingreso de 300 millones dólares anuales.

El abastecimiento marítimo

Las Islas Malvinas están abastecidas y realizan su logística en la actualidad a través de fletes marítimos a Montevideo y Punta Arenas; servicio que realiza la línea marítima de la naviera inglesa South American Atlantic Service (SAAS), con oficinas en Malvinas desde 2005, que dispone de un buque portacontenedores “ANJA” de 106 metros de eslora, con capacidad de 505 TEUS y 125 contenedores aptos para el mantenimiento de alimentos refrigerados y congelados, que hace esa ruta cada catorce días. Por cierto, que nuevas líneas áreas que promueve nuestra Cancillería a instancia del Reino Unido le facilitarían a las Islas el acceso a las hortalizas frescas con atmósfera modificada, frutas, mercaderías envasadas al vacío, etc.

Este servicio vinculado con otras navieras que hacen tráfico con Europa lo debemos considerar estratégico ya que evita el tránsito por el canal de Panamá -y sus costos- y es una demostración de la incapacidad de Argentina de establecer acuerdos con nuestros vecinos, en compensación a los aportes que la Argentina les realiza, tal como la provisión de gas, etc.

Los Puertos en Malvinas

Técnicos de Empresas de Vigo (España) -uno de los puertos más importantes de ingreso a Europa de productos pesqueros- están trabajando para la instalación de un nuevo puerto en Malvinas, que facilitaría las operaciones de captura como mercantes. Por cierto, eso contrasta con la falta de políticas portuarias en la Argentina, donde su principal puerto pesquero, en el que desembarcan más del 50% de las capturas nacionales se mantiene con las mismas condiciones estructurales y operativas de hace un siglo.

La incapacidad o voluntad manifiesta de ceder nuestra soberanía ha sido una constante desde 1990 -al menos- y, el otorgamiento de nuevos vuelos a Malvinas es una verdadera política de ignorancia supina o de intencional entrega nacional, que se inscribe en una hoja de ruta trazada por el gobierno inglés desde el Acuerdo de Madrid y «la fórmula del paraguas».

Share