Por Virginia Tuckey.-

Obama dio su séptimo discurso ante la Asamblea General de la ONU y ante un mundo que busca desesperadamente un líder que confronte con los totalitarios. El presidente americano ha demostrado una vez más su incapacidad de ofrecer soluciones y estrategias que detengan el avance de tiranos, dictadores y terroristas.

A pesar de hace siete años en la Casa Blanca, Barack Obama sigue cargando en las espaldas de Bush el caos que atraviesa Medio Oriente. Caos que comenzó durante la actual administración estadounidense por la decisión de retirar las tropas y abandonar la política de contención que mantenía al margen a aquellos que pretendían imponer facciones extremistas como ISIS.

En su discurso, Obama aprovechó para cubrirse recordando la invasión a Irak y afirmando que, a pesar de los miles de millones que se llevó el conflicto y de la intervención de los soldados, esto se perdió, ya que no se “trabajó en conjunto”, lo cual es una mentira total, ya que las intervenciones en Medio Oriente no las hizo sólo Estados Unidos, amén que nada se perdió hasta que su administración retrocedió lo andado y estableció mano de seda con el terrorismo internacional.

Siguiendo la línea de contemplación con los totalitarismos, expuso su tratado con Irán como un avance para la humanidad y olvidó destacar las consecuencias de levantar las restricciones económicas que aportarían 150 mil millones de dólares al sponsor más grande del terrorismo.

En un discurso de elegante prosa pero de bajo contenido de impacto ante un mundo tan complejo, Obama se olvidó de Charlie Hebdo y de la amenaza que enfrenta Europa hoy ante la crisis de los refugiados, que podrían traer consigo a inflitrados terroristas.

En esta sinfonía de estrechar la mano con enemigos de la libertad, nada mejor que usar el escenario de Naciones Unidas para la marketinera foto entre el dictador Castro y el Presidente de Estados Unidos.

Entre carcajadas y abrazos de camaradas, Obama y Castro posaban ante las cámaras mientras las Damas de Blanco cumplen pena en los calabozos del régimen castrista.

Entre acusaciones a Bush y las tropas militares, el Premio Nobel de la Paz parecía haber olvidado que actualmente corre el año 2015 y que Putin se ha puesto al mando del Medio Oriente, y que esto representa un peligro aún mayor que la inacción de la Casa Blanca.

El dictador Castro, al tener las alas implantadas por el financiamiento que la apertura de este nuevo tratado le traerá, va a poder dar oxígeno a la paupérrima economía cubana y así tomar fuerzas para seguir ejerciendo el poder despótico.

Putin, al tener una imagen inflada por la débil figura de Obama más que por su capacidad de liderazgo, sigue avanzando con sus intenciones imperiales hacia cada rincón que encuentre.

Irán sigue llamando a la desaparición de Israel y al aniquilamiento de la cultura occidental con Estados Unidos a la cabeza, mientras Obama sigue llamando a un acuerdo para que las restricciones a este país terrorista sean levantadas y el pacto aprobado.

El mundo libre sigue esperando un líder que pueda nuevamente encausar los destinos de la humanidad en una senda donde los totalitarismos y aspirantes a déspotas no se animen a meterse. Mientras Obama siga frente a Estados Unidos, quedó más que claro, no sucederá.

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