Por Jorge Azar Gómez.-

Las inestables e incoherentes actitudes de algunos gobernantes y empresarios privados en torno a las decisiones que adoptan y que están estrechamente vinculadas al turismo, dan la impresión de que en sus mentes el turismo está graficado por la fría imagen de una playa, dos palmeras, una hamaca colgada de ellas, una hermosa chica tomando sol, bebiendo un vaso de refresco.

Quizá estos señores de decisiones absolutamente alejadas de una política nacional que proteja nuestra industria turística, no han pensado lo que hay detrás de lo que para ellos es una fría imagen de postal, sin saber lo que realmente es el turismo. Y es así, las palmeras, alguien las plantó y alguien las tiene que mantener en su crecimiento, las hamacas y los vasos han de fabricarse, esto significa una industria.

Si una persona está recostada en la hamaca con un vaso lleno en la mano es porque alguien se lo ha servido. Esto es turismo: hacer crecer palmeras, fabricar hamacas y vasos, y servir de beber a aquellos que se recuestan en una hamaca.

El turismo supone el encuentro de una demanda y de una oferta.

Desde hace más de una década trato de trasmitir a través de mis artículos la necesidad de saber diferenciar entre turista y veraneantes y de implementar políticas que permitan que la temporada vaya más allá del 12 o 15 de enero, no dependiendo de la permanencia de los turistas brasileños y la quincena de los argentinos, pero año a año se repite el melancólico quejido de los prestadores de servicios turísticos, que a partir de la segunda quincena de enero elevan sus lamentos sin realizar un análisis de los porqué del fracaso. Últimamente, estrepitoso fracaso.

Quizá ignorando todo lo que está detrás y al lado del turismo es que se arremete contra «la temporada posible», con una serie de medidas y de promociones que no se ajustan a lo que nuestro país está necesitando para tener definitivamente una temporada veraniega exitosa y un año turístico completo que también permita a los uruguayos disfrutar de sus atracciones.

A esta industria, la perjudican actitudes, privadas y gubernamentales, que reflejan un querer expresar: «este es mi coto privado; acá mando yo, y el poder lo uso sacar provecho para mi sector».

El Ministerio de Turismo poco hace para establecer una política coherente que le dé sentido a una industria, que hoy ya es una ciencia que se estudia en las universidades y día a día se perfecciona y actualiza, y que por lo tanto no puede verse afectada por decisiones de agentes de lo absurdo.

No se puede salir a ofrecer Uruguay como plaza turística sin presentar paquetes bien organizados y concretos. No se puede pretender tener éxito con los prestadores de servicio turísticos divididos por rubros y compitiendo entre sí en lugar de complementarse; no se puede salir a promocionar Uruguay sin tener «en línea» las bocas de salidas que vendan nuestras playas y nuestras atracciones; no se puede promocionar un país sin ofrecer «paquetes» turísticos competitivos y concretos; no se puede presentar un territorio que no tiene circuitos turísticos definidos, ni en lo departamental, ni en lo regional, ni en lo nacional.

Hace varios años, los piqueteros argentinos obligaron a salir a buscar turistas a otras regiones y de otro nivel económico, pero una golondrina no hace el verano, no se les puede traer a los pocos que aceptaron el desafío, y después no darles lo necesario para su descanso seguro, placentero. No se puede traer turistas de buen poder adquisitivo y no tener como incentivarlos a que gasten; no se puede traer turistas sin asegurarles la seguridad personal en un país que no cuenta con la debida vigilancia para que no sean asaltados con frecuencia, y más de una vez, en su pasaje por Uruguay.

Si analizamos lo que las estadísticas dicen, los que han ganado más este año y el año pasado son las grandes superficies (supermercados) lo que traduce en que se promocionó para turistas de supermercado.

Todas estas actitudes deberían ser analizadas a fondo por el Poder Ejecutivo y el Parlamento, a efectos de establecer normas en las cuales pueda el Ministerio de Turismo sustentar su estrategia (¿la tiene?) para establecer una política turística en el país y que definitivamente entremos en la era del turismo todo el año, y no del veraneo golondrina. ¡Vaya que es importante que de una vez por todas se perciba una estrategia en un Ministerio de Turismo manejado hasta ahora por intereses ajenos a él, y por una Ministra de Turismo que no es escuchada ni tiene influencia dentro del gabinete del Presidente Tabaré Vázquez , y cuya presencia es meramente figurativa en el elenco ministerial!»

Asimismo, el Ministerio de Turismo debería ser más enérgico en el control del «Libro de Quejas» en todos los locales en los cuales es obligatorio que esté a la vista, con el agregado de que las quejas de los clientes deben ser comunicadas en tiempo y forma al ministerio, tal cual lo indica la norma. Debe extenderse la obligatoriedad del uso del «Libro de Quejas» a todos los prestadores de servicios turísticos. Sin excepciones.

Señor Presidente: usted será partícipe y actor fundamental de la temporada turística y veraniega. De ahí que, también de su actitud firme y razonable, de su decisión de respetar y dar lugar a las iniciativas de la industria turística, depende el futuro inmediato de la misma, en el mundo pródiga en ganancias, por encima, incluso, de la industria de las armas.

¡Vaya paradoja! La industria de la paz y la convivencia en el mundo, en Uruguay, se ha transformado en la industria de los enfrentamientos entre los propios prestadores de servicios turísticos, en tanto la política turística sigue en manos de voluntariosos y curiosos que arriban a las jerarquías del Ministerio de Turismo, ignorando estrategias y planificaciones turísticas.

Queda para mejor oportunidad, la sistemática y embozada persecución gubernamental a Punta del Este, operada desde que el Frente Amplio accedió al poder en 2005. Queda en carpeta, próxima a dispararse, la traición, alta traición del gobierno al inversor cautivo que cubrió de gloria todas las épocas de desarrollo del balneario, desde Litman hasta nuestros días. Desenvolvimiento turístico en el cual los argentinos han tenido rol principal, circunstancia desconocida por el gobierno, que no tuvo mejor ocurrencia que ponerles una espada de Damocles sobre la cabeza a todos los inversores y propietarios de inmuebles en Punta del Este y balnearios oceánicos.

«Admirable alarma» que ha tomado estado público, dado que a pedido de la Administración Federal de Ingresos Públicos de la República Argentina, AFIP, la Dirección General Impositiva del Uruguay debe suministrar, con pelos y señales, la nómina de propietarios de inmuebles e inversores en el polo turístico, tomando como punto de referencia estos últimos años.

Alta traición, recordamos, que tuvo origen en la denuncia solapada presentada en un tête a tête por la ex Presidenta Cristina Fernández al entonces presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, quien a su vez la puso sobre el tapete de la Reunión de los 20, para concluir que el Uruguay era un paraíso fiscal que debía ser excluido de la comunidad internacional.

Con esta manija se venía manejando la Argentina, que encontró a su frente un gobierno uruguayo sumiso a extremos, que ha comprometido la dignidad nacional en un ejercicio sostenido de complacencia y subordinación como no se ha visto otro en la historia de nuestro país.

Esperamos que a partir del 2020, se sepan manejar las situaciones con la habilidad y la estrategia necesaria, para no caer de nuevo en el pantano.

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