Por Hernán Andrés Kruse.-

El gobierno libertario está obsesionado con la privatización de Aerolíneas Argentinas. Es por ello que aprovechó el conflicto gremial que provocó demoras y cancelaciones en Aeroparque para acusar a los gremios aeronáuticos de ser terroristas. Los argentinos sabemos muy bien lo que significa la palabra “terrorismo”. Al escucharla se nos viene inmediatamente a la memoria la trágica década del setenta, en la que los violentos de izquierda (ERP y montoneros), y los de derecha (AAA y terrorismo de Estado) impusieron sus “reglas de convivencia”.

Para Milei los gremialistas que provocaron serios inconvenientes a quienes intentaron viajar son tan terroristas como Firmenich y compañía, y Santucho y compañía. Confieso que nunca imaginé que este gobierno caería tan bajo, que cometería una acción tan abyecta, miserable, deleznable. ¿Cómo se puede comparar una protesta gremial con los actos terroristas cometidos por los erpianos y los montoneros que perseguían la implantación a sangre y fuego del comunismo en el país? Milei hizo semejante acusación porque sabe muy bien que la definición de terrorismo es ambigua. Sabe muy bien que dicho término está cargado de ideología, lo que torna muy dificultosa su conceptualización precisa. No sería de extrañar, entonces, que si se efectuara una encuesta sobre este tema, un buen número de encuestados manifestaría su acuerdo con el presidente.

Ahora bien, el problema no termina aquí. Hoy los terroristas son los gremialistas aeronáuticos. ¿Mañana serán, por ejemplo, los profesores y estudiantes universitarios, los investigadores del Conicet, los médicos del hospital Garrahan, los jubilados, los empleados estatales. ¿Toda protesta será considerada a partir de ahora un acto de terrorismo? ¿Y si el día después de mañana son considerados actos terroristas artículos periodísticos o programas de televisión críticos de la gestión libertaria? Buceando en Google me encontré con un ensayo de Luis Miguel Sánchez Gil (Universidad de Salamanca-España) titulado “Terrorismo: conceptualización y consecuencias de su indefinición” (Archivos de Criminología, Seguridad Privada y Criminalística”-Año 4-Vol. III-2017). Expone con meridiana claridad los problemas que provoca la laxitud conceptual del vocablo “terrorismo”.

CONCEPTUALIZACIÓN

“Resulta una práctica habitual, cuando una persona quiere aproximarse al significado de un término, consultar las páginas de un diccionario con la finalidad de extraer una idea -al menos general- sobre el mismo. En lo que a este tipo de obras bibliográficas se refiere, en la lengua castellana podría afirmarse que en el ámbito lingüístico la referencia es el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, del que es posible extraer la definición de “terrorismo” que se expone a continuación: 1. Dominación por el terror. 2. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. 3. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos. Sin salir de un contexto generalista pero aumentando la óptica y considerando que el vocablo “terrorismo” procede del inglés “terrorism”, puede ser igualmente interesante recurrir al Oxford English Dictionary, obra de suma importancia dentro de la citada lengua. Traduciendo la definición reflejada por dicha obra, se concibe como “terrorismo” «El uso no oficial o no autorizado de la violencia y la intimidación en la consecución de objetivos políticos» . Aunque ambas definiciones no son totalmente similares, es sencillo observar la concurrencia de elementos comunes como el término “violencia” o la referencia a los objetivos o fines de tipo político.

Sin embargo, estas conceptualizaciones, que pueden resultar válidas para que el ciudadano no especializado obtenga una imagen general acerca del terrorismo, son insuficientes para cualquier analista o estudioso de la materia que requiere una mayor concreción y precisión a la hora de delimitar dicho término. Precisamente, el primer problema que se manifiesta al examinar el fenómeno terrorista es la dificultad existente para fijar una definición suficientemente vasta e inclusiva, al tiempo que precisa, acerca del término “terrorismo” y lo que del mismo se desprende. Esta circunstancia es reconocida por la totalidad de la comunidad de expertos que, en repetidas ocasiones, han tratado de hallar una postura común ante un enunciado que ilustre de manera adecuada el concepto.

La dimensión del problema de indefinición del terrorismo ha conducido a algunos eruditos como Schmid a apuntar algunas de las posibles causas en las que se puede situar el origen de esta falta de concierto, enumerando las cuatro razones que a continuación se señalan:

1. Concepto contendido y controvertido, repleto de connotaciones legales, sociales y culturales que, con frecuencia, forjan visiones opuestas. En el curso de la historia se han sucedido los actores que, con mayor o menor relevancia social, han sido acusados de terroristas por unos al tiempo que eran idolatrados y ensalzados como estampas de libertad por otros. 2. Relación vinculante con la legitimación y deslegitimación de ciertas acciones de acuerdo al momento y espacio en que suceden, del mismo modo que su implicación en la criminalización de algunos grupos. Muestra perceptible y actual de ello es la existencia de distintas listas de grupos terroristas, publicadas por diferentes organismos (la Organización de la Naciones Unidas, la Unión Europea o el Departamento de Estado de los Estados Unidos son algunos ejemplos) que no guardan sintonía entre sí. 3. Elevada variabilidad en los tipos y formas de manifestación. Muestra de esta circunstancia es que, por ejemplo, Europol distingue entre cinco tipologías diferentes: (1) de inspiración religiosa, (2) étnico-nacionalista y separatista, (3) de extrema izquierda y anarquista, (4) de extrema derecha e (5) independiente (luchan con actos terroristas contra el aborto, por los derechos de los animales, etcétera). 4. Continuidad de cambios semánticos en el significado del término desde que fuera acuñado, como tal, hace aproximadamente dos siglos.

Moyano y Trujillo también señalan algunas de las causas que posiblemente originan el citado problema de consenso, guardando ciertas similitudes con las ya expuestas por Schmid. Estos autores aluden a la presencia de una elevada variedad de motivaciones, a la gran heterogeneidad de comportamientos de índole terrorista y la patente subjetividad con que es enfocado para su conceptualización. Etzioni, por otra parte, añade que «los terroristas no deberían ser tratados desde los medios de comunicación social y el sistema judicial como criminales o como soldados, sino como una “tercera categoría distinta”». En cambio, Thackrah afirma que el motivo de dicha inconcreción se encuentra alejado de lo completa o detallada que pueda ser o no la definición, radicando en que la elaboración se encuentra estrechamente vinculada con un conflicto ideológico y de intereses políticos que estará fijado por el contexto desde el que se realice el enfoque.

Pese a lo complejo de lograr una conceptualización ampliamente respaldada y compartida, son muchos los autores que en algún momento han intentado definir el terrorismo. En sucesivas líneas se apunta (por orden cronológico) una selección de las delimitaciones confeccionadas por diez autores considerados de referencia en distintas vertientes del estudio del fenómeno terrorista:

– Alexander (1976): “El terrorismo es el uso de la violencia contra objetivos civiles al hacer con el objetivo de intimidar o generar un sentimiento de miedo generalizado para alcanzar un fin político”.

– Rapoport (1977): “El terrorismo es el uso de la violencia para provocar y despertar en la conciencia determinados sentimientos de simpatía y repulsión”.

– Schmid y Jongman (1988): “El terrorismo es un método productor de ansiedad basado en la acción violenta repetida por parte de un individuo o grupo clandestino o por agentes del estado, por motivos ideosincrásicos, criminales o políticos en los que, a diferencia del asesinato, los blancos directos de la violencia no son los blancos principales. Las víctimas humanas inmediatas de la violencia son generalmente elegidas al azar de una población blanco y son usadas como generadoras de un mensaje. Los procesos de comunicación basados en la amenaza y en la violencia, entre el terrorista, las víctimas puestas en peligro y los blancos principales son usados para manipular a las audiencias blanco, convirtiéndolas en blanco del terror, demandas o atención, según lo que se busque primariamente, intimidación, coerción o propaganda”.

– Jenkins (2003): “El terrorismo se define mejor por la cualidad de sus actos que por la identidad de sus autores o por la naturaleza de sus causas. Todos los actos terroristas son delito. Muchos también pueden ser violaciones de las reglas de la guerra, si esta existe. Todos implican violencia o amenaza de utilizar la violencia y generalmente se dirigen contra objetivos civiles. Las principales motivaciones de los terroristas son políticas; realizan sus acciones para lograr el máximo de publicidad. Los autores son generalmente miembros de un grupo organizado y, a diferencia de otros delincuentes, casi siempre asumen la autoría de sus actos. Finalmente, un acto terrorista trata de producir consecuencias más allá del daño físico inmediato que causa”.

– Laqueur (2003): “El terrorismo es el asesinato sistemático, la mutilación criminal, y amenaza del inocente creando miedo e intimidación para ganar un acto político o táctico ventajoso, normalmente para influir a un público”.

– Reinares (2003): “Hablar de terrorismo es hablar de violencia, de una violencia caracterizada fundamentalmente porque el impacto psíquico que provoca en una determinada sociedad supera ampliamente las consecuencias puramente materiales. Es una violencia sistemática e imprevisible, practicada por actores individuales o colectivos y dirigida contra objetivos vulnerables que tienen alguna relevancia simbólica en sus correspondientes entornos culturales o marcos institucionales”.

– Poland (2004): “El terrorismo es el uso ilegal o amenaza de violencia contra personas o propiedad. Normalmente se piensa que intimida o coerce a un gobierno, individuo o grupo, o lo hace para modificar su conducta o política”.

– Bjorgo (2005): “El terrorismo es un conjunto de métodos de combate basados en una ideología identificable o movimiento, e implica el uso premeditado de la violencia contra (principalmente) no combatientes con el fin de lograr un efecto psicológico de miedo en otros objetivos que no son inmediatos”.

Sloan (2006): “La definición del terrorismo ha evolucionado a lo largo del tiempo pero mantiene una finalidad de cambio político, religioso o ideológico”.

– Hoffman (2006): “El terrorismo es, inevitablemente, político en cuanto a objetivos y motivaciones, violento, o lo que no es menos importante, utiliza la amenaza de la violencia para tener importantes repercusiones más allá de la víctima inmediata o de acción directa, siendo ejecutado por una organización con una estructura identificada de comando o célula (cuyos miembro no visten uniformes o lucen insignias), y perpetran sus ataques bajo una identidad de grupo o entidad no estatal”.

– Horgan (2009): “El terrorismo es un método para causar ansiedad que consiste en realizar acciones violentas repetidas que es empleado por individuos, grupos o elementos estatales (semi) clandestinos por razones políticas, criminales o de idiosincrasia, y en los que las víctimas directas de la violencia no son-a diferencia de los casos de magnicidio o asesinato político-el objetivo final”.

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