Por Luis Alejandro Rizzi.-
Dice la IA que “La atmósfera de la Tierra es la capa gaseosa que envuelve al planeta, esencial para la vida, ya que proporciona el aire para respirar, protege de la radiación solar y mantiene la temperatura”.
Pero yo me refiero a otra, la “atmósfera cultural”, que es la que envuelve la vida de nuestras almas y espíritus y que según su temperatura facilita o perjudica lo que llamaría la vida espiritual o si se prefiere “esencial”, que condiciona la vida existencial.
Cuando la temperatura cultural baja, la existencia humana se vuelve más “bárbara” y cuando aumenta se “desbarbariza”, es más sana.
Hay una relación directa entre cultura y calidad de la existencia.
La cultura o sabiduría de vida es ese repertorio de ideas y valores que nos hace entender qué es la vida, qué son las cosas y qué es el universo, como decía Ortega, en ese sentido siempre “la cultura es general”.
No confundamos, no se trata de saber algo de otros algos, no es una degustación de ideas, es todo lo contrario, es un saber, por cierto imperfecto, como todo lo humano, de lo que es la vida.
Este breve introito es para explicar desde donde intento ubicarme para entender lo que nos pasa, no sólo en la intimidad de la vida, sino como familia, sociedad y como humanidad, usando una expresión de Kunkel, como somos nosotros.
La vida no es una conformación o reunión de cientos de “yo”, sino de un “nosotros” que debiera ser uno solo.
Éste sería un principio cultural, hoy congelado al máximo, dejamos de ser un “nosotros”, por eso estamos como perdidos en la vida, nos sumimos en una “vagancia existencial”, hemos perdido la sensibilidad del sentido común.
Cuando empecé este “Furgón”, decía que trataba de ubicarme 50 o 100 años adelante, lo que hoy me parece una burrada que me avergüenza, jamás se puede escribir la historia de uno mismo, porque somos un “presente en continuado”. La historia es pasado.
Por eso hoy prefiero decir que me ubiqué en ese punto que Borges llamó “Aleph”, muy lejano, pero que me permite observar el espacio y el tiempo en tiempo, valga la redundancia, presente.
No observo el “Aleph” desde un sótano; al contrario, logré subirme a ese punto imaginario pero real, que es la pureza de la esencia humana.
Es en verdad la trama real de la vida, que vivimos, que protagonizamos y sus consecuencias, muchas veces molestas.
Así como parece ser para la mente humana imposible entender la eternidad, porque no tiene principio, podría tener un final, lo que creo totalmente improbable, también parece imposible entender la naturaleza de ese “nosotros” integrado por personas diferentes.
Nos cuesta la tolerancia.
Desde ese “Aleph” noto que la cultura está al borde del congelamiento, punto en el que el espíritu y el alma se asfixian, como nos ocurriría en la vida real si quisiéramos subir diez mil metros en remera y bermudas, no lo soportaríamos.
La existencia sin cultura se vuelve una selva en la que vivimos no sólo desnudos y extraviados, además dependientes de la agonalidad, lo opuesto a la razón.
La altura de nuestro tiempo es mínima, porque nos hemos quedado sin creencias y las religiones se están quedando sin fundamentos, lo que también afecta la credibilidad o la confianza en la “fe”.
El agnosticismo, en definitiva, no es una negación, no es un “ateísmo” de lo divino, es una limitación del conocimiento y del escrutinio racional existencial.
El agnóstico no niega los ideales de perfección o plenitud de un “ser” perfecto por definición, que es Dios; lo que nos resulta inaccesible es pensarlo desde la finitud de la existencia humana.
Dios sería la eternidad y la misión de la humanidad y de la existencia, sería la de buscar la perfección que es el bien, pero también la vida goza del “don” de la libertad, que no es más que esa posibilidad de hacer de cada vida lo que uno quiere en el tiempo vital que nos asigna la naturaleza.
Dios es la eternidad y la humanidad es temporal y todo lo temporal es falible.
Ésta es la razón por la que el “poder” obnubila y genera eso que llamamos “hubrys”. Dios no es poder ni tiene poder, en todo caso es inmanente.
Quizás sabiamente empezamos a cuestionar la legitimidad de los regímenes políticos vigentes. Porque el poder político sustituyó el concepto esencial de autoridad.
La autoridad, atributo cultural, implica ejemplaridad, sabiduría, disciplina y certeza; el poder, vicio de la incultura, implica sumisión, discrecionalidad y arrogancia.
Ésta es la crisis que estamos viviendo, a veces como tragedia y otras como farsa, es también nuestra historia presente político, aunque hoy vivimos tragedia y farsa al mismo tiempo.
Una caricatura de mal gusto.
 
									
						
31/10/2025 a las 2:23 AM
DIGO YO, ABANDONO LA POLITICA ESTE SEÑOR.
ESTARA POR ENTRAR A UN CONVENTO COMO
MONJE DE CLAUSURA.
Y BUEH, AHORA NOS SENTIMOS CULPABLE POR
EL PALIZON QUE LE DIMOS EL 26 DE OCTUBRE,
ESTA DIVAGANDO POR EL GOLPE SUFRIDO.
DISCULPE MAESTRO, FUE SIN QUERER QUERIENDO !!
(EL CHAVO DEL 8 DIXIT)
31/10/2025 a las 7:35 AM
Porque tenemos que seguir pagando el deficit de Aerolíneas Argentinas??
31/10/2025 a las 8:19 AM
Si amigos, a los déficits que seguiremos pagando se sumarán otros gastos. Las deudas tomadas en este año y medio, las ayudas de Trump, las deudas emitidas para conseguir algunos pesitos, los fabulosos intereses a la especulación financiera. Así que, a no preocuparse tanto por aerolíneas, hay otras cosas más importantes y onerosas.
31/10/2025 a las 9:38 AM
Donde está el oro que se llevaron del Banco Central Luis Toto Caputo y Santiago Bausili ¿?