Por Luis Alejandro Rizzi.-

“Pet friendly” es un concepto que debiera agregarse al lenguaje político del gobierno, que es su pauta de valor con la que se ponderan las relaciones políticas.

“Ser ‘animal friendly’ no sólo implica el acceso a nuestras mascotas, sino que también señala un trato amable y adecuado para acoger a nuestros amigos”; esta definición la encontré navegando en la web y me pareció aplicable.

El presidente mismo se comporta ante Trump como su “mascota” y recibe el trato adecuado.

Ayer en la en la Convención de Acción Conservadora (CPAC), Trump acarició a Milei con un elogio y si bien no le concedió una entrevista oficial, lo recibió unos minutos, entre las 3,58 local, según Adorni y las 4.12, hora en que embarcaba en su helicóptero rumbo a la Casa Blanca, tiempo suficiente para una caricia personal. Eso es todo lo que trae Milei de este viaje que calificará como exitoso, dos caricias una pública y otra privada.

Rodríguez Yebra dice en La Nación que Milei fue “engatusado”, lo que equivale a lo que el viernes llamamos “el cuento del tío”.

El triángulo de hierro demostró que en nivel cultural no logra superar a la famosa “craneoteca de los genios” de la década del 50, que no encontraba respuesta a una pregunta tan simple como la “de qué color era el caballo blanco de San Martín”.

Como instrumento de gobierno administra el “pet friendly de cabotaje”, los funcionarios de Milei deben observar la misma fidelidad de una mascota.

¿Qué queda en la UCR?

En la sesión del Senado del jueves pasado, los mismos que propiciaron una comisión investigadora para precisar las responsabilidades políticas del caso, luego votaron en contra. Otra de “las gracias” propias de la buenas y fieles mascotas.

La UCR será la versión política de “El último de los mohicanos”, la extinción de una época de la política argentina, que, por otra parte, no se destacó por su calidad.

Eso no quita que uno sienta cierta nostalgia, con sabor a tango, “…la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”.

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