Por José Luis Milia.-

“¿Qué son esos suspiros, gritos y llantos que retumban el en aire sin estrellas?, vienen del Anteinfierno, donde son castigadas las tristes almas que vivieron sin infamia y sin honor. Son los ignavos, almas que en vida no hicieron ni el bien ni el mal, por su elección de cobardía». Dante Alighieri, La Divina Comedia.

Me gustaría saber cuántos de los que hoy se llenan la boca lamentándose que la república va en camino a ser venezuela (así con minúscula y pedestre) estuvieron en mayo de 2017 en la Plaza de Mayo protestando contra el 2 x 1 que la CSJN había otorgado a militares procesados por presuntos excesos en la guerra contra la subversión.

Me gustaría saber cuántos de aquellos que hoy con más de 22 años se encuentran ante la disyuntiva de irse de una Argentina que no les ofrece nada protestaron en esa plaza contra aquellos que alguna vez cumpliendo con su juramento, salieron a matar o a morir por la Patria.

Me gustaría saber cuántos empleados de La Nación que se fotografiaron con carteles que decían: “yo repudio el editorial” en protesta contra un editorial de dicho diario titulado “No más venganza” y que denunciaba la prevaricación, el fraude y la venganza con que se mueven los juicios de lesa humanidad, están hoy seguros de su futuro y del futuro del diario que les da trabajo.

Me gustaría saber cuántos de aquellos que hoy se enrolan en cacerolazos y hacen su tour por el obelisco y otras plazas del país, prefirieron callarse la boca, a partir del día que un energúmeno en 1983 decidió, contra lo que indicaba la Constitución Nacional, juzgar a las juntas militares.

Me gustaría saber cuántos de los que votaron a Cambiemos, conscientes de que el: “se va a terminar el curro de los derechos humanos” era una infame mentira, salió a protestar contra los falsarios que tiraban flores al río, contra los que validaban a Avruj y a Garavano en la aceleración de nuevos juicios de “lesa humanidad”, y se callaron la boca cuando una necia engreída decidió hacer ley la mentira de los 30.000 desaparecidos.

Ustedes, los que llenaron la plaza de mayo el 25 de mayo de 1976 vivando a Videla; ustedes, los que pedían horcas y fusilamientos en las plazas de la república y luego, para hacerse perdonar esos pedidos, fueron funcionales a aquellos que tenían como objetivo destruir a las Fuerzas Armadas y de Seguridad, son, como los denominó el Dante: ignavos, y ahora vienen por ustedes, por su libertad, por la conciencia de sus hijos, por sus propiedades, por su futuro y están solos porque los que podían servir de ejemplo a las nuevas promociones de soldados argentinos esperan, cautivos, la muerte, muerte a la que la venganza terrorista y la indiferencia cobarde de ustedes los condenaron.

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