Por José M. García Rozado.-

Como explica Guillermo Makin (investigador del “Centro para Estudios Latinoamericanos” de la Universidad de Cambridge), “no hay política exterior sin correlato militar. Sin ser belicoso, las FFAA deben ser operacionalmente creíbles en el Atlántico Sur”. Es imperioso que el Gobierno Macri establezca una Política de Estado respecto de Malvinas y las Islas del Atlántico Sur: porque es establecer una política de Estado respecto de la Antártida y del tratado Antártico.

Desde la asunción el Gobierno Macri inició un “cambio de estrategia” en el tratamiento del reclamo de soberanía de las Islas Malvinas, la estrategia adoptada incluye un cambio en las formas, además, y consiste en bajar el tono de confrontación y dureza con el Reino unido poniendo en la agenda “todos los temas de interés, entre ellos, Malvinas, pero no solo Malvinas”. Esta nueva estrategia de Macri-Malcorra fue expuesta en la reunión del Presidente con el Primer Ministro David Cámeron en Davos habilitando de esta manera ese cambio de perspectiva. Esta nueva estrategia argentina conducirá la negociación por Malvinas a través de la “Subsecretaría del Atlántico Sur”, que incluirá -obviamente- Malvinas, las Islas del Atlántico Sur y la Antártida. Esta estrategia adoptada a 50 años de que la ONU en su Resolución Nº 2065 reconociera la “existencia del conflicto de soberanía” e invitara a las partes a dirimirlo, retrotrae la posición nacional a los orígenes de la negociación, pues entre 1966 y 1982, a través de reuniones bilaterales y “propuestas mutuas”, la posibilidad de acceder a la soberanía -aunque a través de un entendimiento a largo plazo- parecía cercana para nuestro país.

Aquellas propuestas mutuas incluyeron el “retroarriendo o Lease-back”, un tratado propuesto y ofrecido por el Foreing Office británico en 1980 en el que la Gran Bretaña “cedía la soberanía de las islas a la Argentina pero reteniéndolas “en alquiler” por una cantidad de años a estipular”. De aquella oferta -hoy muy lejana y más por la postura del partido conservador en el poder- se agarra el embajador Martín García Moritán cuando explica: “Cuando nos sentemos a negociar la soberanía, esa puede ser una salida. Es una manera para que, gradualmente, la parte continental vaya asumiendo responsabilidades y obligaciones respecto de las islas y los habitantes, para que se vayan incorporando al territorio en forma plena”. GM plantea “recuperar el espíritu de cooperación con los isleños” como planteaban los Acuerdos de 1971, pues “Si los isleños conciben que el territorio que tienen enfrente los acoge -aunque luego del plebiscito Isleño lo torna muy difícil actualmente- con la misma simpatía como lo hace Chile o el Reino unido, hoy es probable que por comodidad o necesidad se acerquen más seguido al continente. Podrían tener a Ushuaia como base de operaciones para viajar por el mundo o educar a sus hijos. Queremos restablecer la confianza y darle más contenido a la relación bilateral en todos los ámbitos de Naciones Unidas”.

Mientras el gobierno conservador de Gran Bretaña no puede ser más claro con respecto a la disputa por las Islas Malvinas y del Atlántico Sur: “Todo menos soberanía”. El Gobierno británico emitió un comunicado (en Davos) en el que aseguró que «el primer ministro fue claro. Nuestra posición sigue siendo la misma y el reciente referéndum fue absolutamente claro acerca de la posición de los isleños». Por su parte, Macri se limitó a decir que fue «una buena reunión» al salir del encuentro. «Buscamos una relación con todos los temas de la mesa», agregó. De acuerdo con el comunicado enviado por el gobierno británico, ambos presidentes «coincidieron en que hay una oportunidad para embarcarse en un nuevo capítulo de las relaciones bilaterales». Según informaron, los temas discutidos en el encuentro fueron tres: «reforma económica, intercambio comercial e inversiones y Falklands». «Discutieron cómo el Reino Unido puede ayudar con los planes para reformar la economía. En especial, sobre energía, transparencia y ciencia. Sobre el intercambio comercial y las inversiones, el primer ministro resaltó que estamos dispuestos a aumentar de manera significativa el comercio bilateral, que en la actualidad es equivalente a 1.1400 millones de libras», detallaron. Macri y Cameron acordaron además que «las reformas económicas podrían significar grandes oportunidades comerciales para los negocios británicos en infraestructura, petróleo, gas, minería y agroindustria», informó el gobierno británico.

Como vemos, ningún cambio con respecto a sus antecesores, por lo menos desde Margaret Thatcher, aunque el encuentro Cameron-Macri logra una distensión en la relación bilateral y comienzan por aparecer ciertas sutilezas. El líder de la oposición Laborista convoca en Londres a un “diálogo sensato” y legisladores de la comisión de relaciones Exteriores de la Cámara de los Comunes (Diputados) así, como académicos que siguen el tema desde cerca en Londres, Oxford y Cambridge comienzan a hablar de “posibles caminos creativos” respecto de desarrollo económico que con el tiempo pueden llevar a un diálogo más “sustancial”, aunque antes -coinciden todas las fuentes y los interlocutores- “Argentina tiene que regresar al “escenario global” donde pasó a tener hoy día un papel “irrelevante” como consecuencia de la errática política internacional” especialmente del gobierno kirchnerista -Néstor inicialmente y CFK luego-. El portavoz de Downing Street 10 no quiso elaborar ninguna otra idea “a la espera de que haya algún avance diplomático en los próximos meses”. Lo importante para la “nueva estrategia macrista” es que en la oposición del Partido Laborista (el mismo de los Acuerdos de 1966 y 1971) el tema “divide a su dirigencia”. Jeremy Corbyn, representante del ala más de izquierda, fue rotundo en el programa del analista político de la BBC Andrew Marr “tiene que haber algún tipo de discusión sobre cómo vamos a afrontar un diálogo sensato con Argentina… Me suena ridículo que en el Siglo XXI tengamos que enfrentar semejante conflicto con la Argentina sin tener ese diálogo”.

Corbyn no olvidó en esta presentación a los kelpers, a quienes les asigna un rol, pero “hagámoslo dentro de un diálogo sensible. Sucedió antes y estoy seguro de que puede suceder nuevamente”. El encargado de las Relaciones exteriores del Partido Laborista, Hilary Benn retrotrajo todo a la posición del Laborismo de los últimos 20 años al exigir “la autodeterminación de los pueblos y muy particularmente de las Falkland Islands”. Las controversias políticas aunque enfrentadas en algunos casos siempre ven un camino dentro de la imposibilidad: “la soberanía no es negociable”, pero “damos la bienvenida a cualquier oportunidad de desarrollo económico entre Argentina y las islas”, como expresara John Baron, miembro del Parlamento, “es auspicioso el nuevo diálogo y la cooperación entre el reino unido y Argentina. Pero cualquier potencial creación de una zona de libre comercio en las islas que se consigna en el acuerdo británico argentino siempre debe contemplar el consentimiento de os habitantes de las Falklands” le respondió Andrew Rosindell miembro de la Cámara de los Comunes. Adam Holloway, parlamentario expresó que pasó el, último fin de año en Argentina y “se trata de un país fabuloso pero no veo ningún motivo por el que Gran Bretaña quiera negociar la soberanía de las Falklands”.

El cambio de estrategia propuesto por las nuevas autoridades que se contrapone con que “estamos en esta situación como consecuencia de una “diplomacia de megáfono” y una simbología nacionalista estridente… Ahora se puede abrir un diálogo pero primero hay que volver a ser un país creíble en el contexto internacional… se puede hablar de temas comunes como pesca, hidrocarburos, desminado, conservación, etc. Ese es el camino. Más allá de la voz aislada de Corbyn, no hay nadie en Gran Bretaña interesado en compartir o entregar la soberanía. Eso hay que entenderlo y cualquier cambio positivo tiene que ser producido por iniciativa del gobierno argentino”, explica Celia Szusterman intelectual argentina del St Antony’s College of Oxford. Aunque esta visión pueda ser parcial y hasta pueda ser tendenciosa, como la de otros muchos ingleses, isleños y hasta connacionales, ella es también la postura hoy reinante en la Gran Bretaña, pues las Islas Malvinas no son solamente las Islas Malvinas, sus recursos (por demás poco importantes hoy con la baja de los commodities -pesca e hidrocarburos-) sino que en realidad son la “posición estratégica de las mismas con respecto a la Antártida”, un continente inexplorado y sumamente apetecido por las potencias mundiales.

Y aquí comienza a tratarse el verdadero problema de fondo del reclamo y la respectiva negativa sobre las Islas Malvinas y las del Atlántico Sur entre Argentina y la Gran Bretaña. ¡No nos engañemos más, la verdadera disputa pasa por el “potencial geopolítico, económico y de agua potable” del continente Antártico! Quien no entienda y acepte esta “realidad geoestratégica” no terminará nunca de ver, lo verdaderamente importante. Y de allí lo expresado por Juan Battaleme de la UADE cuando expresa “un diálogo entre Gran Bretaña y Argentina implica trabajar la cuestión Malvinas bajando las expectativas (por el momento, debe aclararse) pero reconociendo “que se juegan intereses concretos” de todo el Atlántico Sur. Esto implica llegar al “centro de la cuestión” avanzando en temas laterales, sabiendo que NO hay atajos. A nuestro país lo asiste la ventaja de la geografía y un reclamo sostenido en el tiempo. El Reino Unido no está dispuesto a hablar de soberanía, pero sí a hacer negocios y trabajar en áreas de mutuo beneficio. Esto abre un juego diplomático de aristas múltiples. Se puede comenzar con un perfil muy bajo, similar a la forma en que EE UU y Cuba trabajaron su acercamiento. Dada la sensibilidad emocional de la cuestión, la discusión debería de salir del fragor del debate público, pero con los “stakeholders” adecuados (Congreso, representantes del sector civil, etc. -y presencia real militar en el área-) aceptando que hay que hablar de a tres aunque reconozcamos un solo interlocutor válido. Algo para empezar tenemos: la extensión de la Zona de Exclusión de las 200 Millas Marinas para que se retrotraiga de manera sensible y el establecimiento de las Maritime Protected Areas en las Sándwich del Sur”.

Pero como la cuestión Malvinas e Islas del Atlántico Sur, no son sólo la cuestión Malvinas, sino que en realidad es la cuestión Antártida, aquí aparece el verdadero “vector de la posición Argentina”, y de la UNASUR y del MERCOSUR, pues es en aquel continente Antártico donde los intereses “comunes del subcontinente sudamericano” se entrelazan y unen. La presencia en el área del Atlántico Sur de la Gran Bretaña incomoda y “debe incomodar” a toda la comunidad de naciones de Sudamérica, por razones geoestratégicas y de recursos naturales -mineros, hidrocarburíferos y del agua potable- particularmente. Como bien explica Guillermo Makin, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge, cualquier avance debería cumplir con una “premisa básica de la diplomacia tradicional: -como bien lo explica Clausewitz en su teoría de la guerra y de la paz- no hay política exterior sin correlato militar (porque la paz es un período de tiempo entre dos guerras; y la guerra es simplemente la continuación de las Relaciones Exteriores entre dos Estados). Sin ser “belicosos”, las Fuerzas Armadas deben ser “operacionalmente creíbles” en el Atlántico Sur. Oficiales británicos me lo dijeron, si Argentina tuviere credibilidad militar -Argentina debe reequiparse militarmente en forma concreta y continua, modernizándose y ampliándose como una “premisa nacional de Política de Estado” (ver trabajo del autor de éste artículo sobre “Reestructuración y reequipamiento de las FF AA”)- aconsejaríamos a cualquier Primer Ministro que negocie”.

Así, como documentos militares ingleses referidos a la Guerra del Atlántico Sur expresan su creencia formal de que Argentina “pudo haber ganado la guerra” si ésta hubiere sido conducida hábilmente, o si la misma hubiere durado 15 días más, o si los ataques del submarino San Luis al buque de transporte de tropas (maquillado como Hospital) hubieren sido efectivos, uno , varios o todos juntos; hoy la postura de Makin y de influyentes militares del Alto Mando de las FF AA de la Gran Bretaña ratifican que además de las consabidas nuevas estrategias de acercamiento y colaboración argentino británicas en comercio y relaciones diplomáticas la Argentina “podría generar algunas acciones como una “campaña que tenga continuidad” aquí en el Reino Unido con encuestas que demuestren que el “electorado británico podría aceptar una cierta autonomía” mientras se conserve el idioma, las costumbres y se respeten las leyes internacionales”. ¡O sea volver a poner en el marco de la ciudadanía británica la cuestión del “retroarriendo o Lease-back”, de 1980! En base al costo importante que le cuesta a cada británico el mantenimiento de las Islas como territorio inglés, para lo cual es imprescindible como nos marcan los propios oficiales del ejército de su Majestad contar con Fuerzas Armadas “operacionalmente creíbles” en el ámbito del Atlántico Sur.

Alistair Forsyth del South Atlantic Council -centro de estudios creado en Londres en 1983 (periodo próximo a la posguerra- nos explica que: “encontrar una solución a la disputa aceptable para todas las partes, debe ser aprovechar el impulso de este flamante gobierno argentino y crear las bases para una “nueva relación”. Pues se puede avanzar en áreas como el manejo de la pesca, la exploración y explotación de hidrocarburos, el turismo y los “enlaces aéreos”, así como políticas conjuntas en la preservación del medio ambiente… los isleños deberían dar su total apoyo a la “nueva política” de cooperación de Argentina como “reconocimiento al total apoyo” que le da el gobierno británico a su presente estatus. Y por lo tanto “los isleños deberían considerar un acuerdo para compartir” la explotación de los recursos naturales, así como “un servicio aéreo permanente” entre las islas y el continente y una representación de ambas partes tanto en Stanley -Puerto Argentino- como en Buenos Aires” lo que no implica reconocimiento de autodeterminación isleña, sino un nuevo acercamiento como el ya existente desde 1966 hasta la guerra de 1982. ¡Como bien explica Forsyth, Argentina y Gran Bretaña, una vez concluido el período del Partido Conservador, y atento a la situación económica del Reino Unido y la CE pueden lograr en el “pueblo ingles” lo que no consienten las autoridades políticas!

¡Pero es imprescindible que el gobierno Macri entienda que la cuestión Malvinas excede el marco de las Islas para atravesar el Continente Antártico, y para ese cometido se debe contar con FFAA adecuadas y operacionalmente creíbles, además del apoyo de las naciones sudamericanas!

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