Por Malú Kikuchi.-

El martes 30/5/2023 se reunieron en Brasil algunos presidentes sudamericanos. Argentina a través de su Presidente Alberto Fernández, siguiendo la posición del Presidente Lula, se sumó a la defensa de Nicolás Maduro, Presidente de Venezuela.

Lula le dijo a Maduro que debía cambiar “la narrativa” que lo acusaba de cometer delitos de lesa humanidad. Maduro es acusado por las Naciones Unidas y por 6 millones de exiliados venezolanos. Son pruebas suficientes de crímenes contra los DDHH.

Por derecha y por izquierda, geográfica e ideológicamente, Lacalle Pou, Uruguay y Gabriel Boric, Chile, le dijeron a Maduro lo que le tendría que haber dicho Alberto F. En cuanto a Lula ha llegado a su 3ª presidencia, viejo, no es un tema de años, es un problema de ideología.

El ex pragmático Lula se ha quedado en la historia. Ha vuelto a sus orígenes y por lo visto ha decidido obviar que el comunismo y sus métodos implosionaron el 9/11/1989 con la caída del muro de Berlín. Los DDHH no tienen otra ideología que su defensa irrestricta, en todo lugar.

Pero Lula es el Presidente de Brasil y un problema de los brasileños. Alberto F. es el problema de los ciudadanos argentinos. Y no sólo es Fernández el que defiende a un mandatario dictatorial, lo hace avalado por su canciller, Santiago Cafiero, que lo acompañó a Brasil.

Argentina ha tenido en su historia muchos cancilleres, algunos extraordinarios, otros buenos, mediocres y otros malos. Este es pésimo. Perón, se simpatice o no con él, hay que reconocerle inteligencia, decía que la política exterior era la política, el resto era administrativo.

Argentina está enfrentando elecciones presidenciales en pocos meses. Los ciudadanos que se ocupan y preocupan por la política del país se preguntan por los candidatos a vicepresidentes de los ya candidatos a presidentes. Y quiénes serán diputados y senadores e intendentes.

Los argentinos deberían preguntarle a los presidenciables quiénes serían sus ministros de Relaciones Exteriores. El país, hoy está alineado con todos los autócratas: Ortega de Nicaragua, Díaz- Canel de Cuba, Maduro de Venezuela, Hamas terrorista, Putin, el invasor ruso; Irán (autor de los atentados a la embajada de Israel y el de la AMIA), y Xi Jinping de China.

Argentina es un desastre, pero no es una dictadura sangrienta, ¿qué hace apoyando estos mandatarios? Da la sensación de flotar fuera del tiempo y del espacio. Salió del mundo democrático que respeta el estado de derecho, que son la mayoría de los países que debería apoyar.

Argentina hoy está fuera del mundo, no tiene idea sobre lo que sucede geopolíticamente, ni siquiera avizora lo que pudiera suceder. No se ha enterado de las declaraciones de Henri Kissinger (The Economist, reportaje para su centenario) que habla de la muy probable 3ª guerra mundial entre EEUU y China, nuclear.

Mientras Argentina juega ¿con la maldita viveza criolla? Yendo a China a mendigar US$ y de paso molestar a EEUU, y que el FMI le preste más plata. China es miembro del FMI. Luego va a EEUU y habla mal de Rusia y cuando visita Rusia habla mal de China. ¿El canciller y el Presidente no se enteraron que hay comunicaciones al instante y que todo se sabe?

Argentina debe volver a insertarse en el mundo democrático. Debe negociar con todos los países, exceptuando los que promueven y/o protegen al terrorismo. “Los países no tienen amigos, tienen intereses” (Lord Acton), pero hasta los intereses tienen límites.

El nombre formal de la Cancillería es: Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. Y lo más importante no es recibir mandatarios y diplomáticos, ni asistir a cócteles, lo realmente importante es el comercio internacional.

De ese comercio Argentina está fuera. Debe volver al mundo, importar, producir y exportar sin retenciones. Debe aprovechar la situación mundial para progresar, generar trabajo genuino basado en inversiones sanas.

Ese debería ser el trabajo de un canciller en serio, pero no es el de este personaje que vive de su apellido. Argentina tuvo cancilleres como Luis María Drago (Roca), Ángel Gallardo (Alvear), Carlos Saavedra Lamas (Justo), Miguel Ángel Cárcano (Frondizi), Miguel Ángel Zavala Ortiz (Illia), Guido Di Tella (Menem).

El planeta cruje, el peligro acecha mientras Argentina bendecida en su riqueza material (desperdiciada por la mala política que hambrea la población), juega un juego incomprensible, fuera de tiempo y espacio, habitando una galaxia desconocida.

Argentina necesita además de un presidente con el coraje imprescindible para cambiar todo lo que hay que cambiar, también necesita imperiosamente un canciller inteligente, capaz, creativo y conocedor de la situación internacional. Y que sepa aprovecharla.

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