Por Luis Américo Illuminati.-

Verdaderamente la actitud de permanente negación y mentira de los últimos días de los sátrapas, acólitos y corifeos del kirchnerismo, depredadores de la patria, es insoportable; decir indignación, rechazo o repudio es decir poco. El sentimiento general de los votantes que le bajaron el pulgar el 19 de noviembre es una mezcla de asco, repugnancia y rabia contenida. Una sociedad fragmentada, quebrada, desquiciada, un país del que se abusaron igual que lo hace un degenerado con un menor de edad, que lo engaña y lo corrompe al mismo tiempo. Y cuando el dedo acusador lo señala, contesta cínicamente «Soy inocente». Cristina Fernández -la cabecilla principal- se despide del Senado con la esperanza de volver pronto, porque apuesta uno contra mil que Milei va a fracasar. Sus lacayos hablan por ella. Su pelea a muerte con los jueces que la han condenado aún no ha terminado; antes de ir presa, prefiere incendiar la nave. Prueba de ello es el rictus de rabia, impotencia y odio, el tono grave y las palabras sarcásticas que pronuncia; son características propias de una bruja que de una alta funcionaria del Estado. Los rasgos de su personalidad: soberbia, frialdad y malicia, recuerdan a la madrasta de Cenicienta después que ésta se casa con el Príncipe. Y ni hablar del hechizado sonámbulo Alberto Fernández, quien pretende convencernos -¡pobre tipo!- que la tierra es plana y que su gestión fue discretamente correcta y que, si fracasó, es por culpa de Macri, la pandemia y la sequía.

Por otra parte, el pesado lastre que es el clientelismo K: planeros, piqueteros y vagos. Hay que decirles que no les tenemos miedo; vayan a reclamarle plata a quien corresponde: los «gerentes de la pobreza», como Pérsico y demás sinvergüenzas que se hicieron millonarios con el curro de los subsidios. Se acabó el sistema de esquilmar a la clase media para mantener parásitos y zánganos como ustedes, sanguijuelas. El país está fundido, pero eso sí, ténganlo todos por seguro: los K se van del gobierno bien forrados de billetes de todos los colores, acciones en empresas fantasmas, inmuebles en barrios privados, yates, automóviles de lujo, cuentas «off shore», vacaciones en playas exóticas, etc., etc., ellos sí que son los «Beverly Ricos» de la Argenzuela K; tienen por delante un futuro brillante, salvo que la Justicia (manceba del poder) reaccione y haga alguna vez su trabajo a rajatabla.

El ojo de la tormenta

«El mismo Sol no ve hasta que el Cielo se aclara» (Shakespeare, Otelo). Y nosotros agregamos esta frase complementaria: «La tormenta que se vislumbra en los negros nubarrones se vuelve huracán, tornado o lluvia bendita, si los políticos dejan de ser una legión de fariseos y la masa manejada vuelve a ser un pueblo bendecido de Dios.» No basta declarar al Cura Brochero Patrono de la Legislatura de Córdoba. Den el ejemplo. Bájense los sueldos. La verdadera igualdad comienza con la eliminación de los privilegios de todos los funcionarios de los tres poderes del Estado, sin excepción. Si el 45% del pueblo pasa necesidad, no se justifican políticos ricos, ¿o acaso todos ellos nos van a decir que sus riquezas provienen de herencias familiares?

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