Por Malú Kikuchi.-

Josecito, ¿qué hiciste?

El martes 14/6, de madrugada, con la camioneta en marcha y las luces prendidas, en General Rodríguez, después de tocar el timbre con insistencia y golpear la puerta, José López, procedió a arrojar bolsos con dinero por encima del paredón del convento de las monjas orantes y penitentes de Nuestra Señora del Rosario de Fátima. Parecía enajenado. El vecino Jesús Ojeda, temiendo por las monjas, llamó al 911.

Lo demás es crónica conocida, la repiten los medios y la gente la discute hasta el cansancio. El hombre del nombre común, fácil de olvidar, se ha hecho conocido a nivel nacional e internacional. Porque si le hubiera agregado al apellido López, el materno, o sólo si su nombre de pila hubiera sido Robustiano, Hemenegildo o cualquier otro recordable, quizás su historia hubiese sido diferente.

Las muchas veces que apareció junto a Cristina, inaugurando postes, cabinas telefónicas y fachadas vacías de contenido, nombrado por la locutora oficial: “acompaña a la presidenta, el secretario de obras públicas de la nación, ingeniero José López”, y salvo los conocidos, nadie lo registró. Su acto desesperado de esta semana, corrigió el hecho de haber pasado inadvertido para la gente.

Hoy, US$ 9 millones mediante, es público que José López es tucumano, ingeniero y que trabajó para los K desde 1990, cuando Néstor era intendente de Río Gallegos. Siempre lo hizo en obras públicas, vialidad y vivienda. Un experto. 25 años K hicieron posible armar un fraude al estado, casi perfecto. Pero nada es perfecto, siempre falla algo: el factor humano.

Este puede ser una sociedad que cambie de gobierno, harta de ser estafada por una mafia instalada en el poder; o puede deberse a una investigación periodística; o puede ser que la presión sobre jueces venales los obligue a actuar, para no ser juzgados. Puede ser un acusado que se quiebre y quiera negociar la sentencia a través de la figura del arrepentido.

¿Qué hizo que “Josecito” actuara como actuó? ¿Le avisaron que lo iban a allanar? Eso debía saberlo. Y si alguien le avisó, ¿quién y por qué? ¿Plata de José o de otro que temía ser allanado? ¿De Vido? ¿De dónde salió? Se sabe que de la obra pública facturada 30% más cara, pero los billetes húmedos, ¿de dónde salieron? ¿El convento era una caja fuerte para algunos?

Desgraciadamente, sea lo que fuere, roza a la Iglesia, y eso es malo. Todos deben dar explicaciones, la gente necesita explicaciones claras, no de esas que oscurecen. En cuanto a los seguidores del FPV, hay dos clases, los que no sabían cómo despegarse ahora que la rueda de la justicia empezó a moverse, y los verdaderos, honestos creyentes.

Los primeros han encontrado la excusa perfecta. Con demonstraciones de horrorizado desconcierto expresadas públicamente, para diferenciarse de los ladrones, abandonan el barco que ostensiblemente, se hunde. A esta altura y después de 25 años de convivencia, ni De Vido, ni Cristina, saben quién es José López. Pero también están los verdaderos creyentes.

Dan pena, se mueven entre el asombro y la incredulidad. Creyeron de verdad, lo de ellos fue un acto de fe. Y un acto de fe según los tomistas*, lo determina el objeto en el que se cree. En este caso el objeto en cuestión fue Néstor, fue Cristina, fue el FPV. El populismo tiene la culpa. ¿Cómo hacen estos creyentes para pasar de un “acto de fe” a un “auto de fe”?

Lo de “Josecito” es indiscutible: tenía las bolsas con el dinero, quería sacárselas de encima; le dijo a la monja Alba que era dinero robado. No fue una investigación periodística, ni una filmación. Nada pudo ser trucado. Simplemente ocurrió. Más real, imposible. Hasta Cristina lo reconoce, dice: “la plata yo no se la di”. No aclara que se supone que él, se la daba a ella

Los chiquitos creen en Papá Noel, en los Reyes Magos y en los monstruos. Hay que advertirles, para que no se dejen engañar, que ni Papá Noel, ni los Reyes Magos existen, pero los monstruos que se esconden de noche bajo las camas y acechan en la oscuridad, esos, esos sí existen. Algunos revolean bolsas con US$ de madrugada, hacia el patio de un convento y el resto de la banda de monstruos, ocupó durante 12 años el gobierno de este país.

* Tomistas: seguidores de Santo Tomás de Aquino. Doctor Angélico de la Iglesia, teólogo y filósofo italiano, 1224/1274.

Share