Por Hernán Andrés Kruse.-

El 11 de marzo de 1973 fue una de las fechas más relevantes de la historia argentina contemporánea porque a partir de entonces daría comienzo una orgía de sangre que desembocaría en el 24 de marzo de 1976, cuando las Fuerzas Armadas derrocaron a Isabel.

Este sábado se cumplió medio siglo de la victoria electoral de la fórmula del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), integrada por el peronista Héctor Cámpora y el conservador popular Vicente Solano Lima. Fue una victoria clara, contundente. Superó por amplio margen la fórmula del radicalismo encabezada por el histórico dirigente Ricardo Balbín. No hubo necesidad de un ballottage porque Balbín consideró que, dada la enorme distancia que lo separaba de Cámpora pese a no haber obtenido el 50% de los votos, no tenía sentido competir porque su suerte estaba sellada. En consecuencia, reconoció la victoria del Tío y no hubo segunda vuelta.

¿Cómo llegó Cámpora a la presidencia? Por una decisión personalísima de Juan Domingo Perón, quien no pudo competir porque Alejandro Lanusse, último presidente de la Revolución Argentina, prohibió que lo hiciera. Cámpora era un odontólogo oriundo de San Andrés de Giles y un histórico dirigente peronista, caracterizado por su férreo verticalismo. Era uno de los dirigentes que gozaba de la máxima confianza de Perón pero carecía de vuelo político propio. Reunía, pues, las dos condiciones fundamentales para ocupar la presidencia en aquellos álgidos momentos: lealtad e intranscendencia política.

Cámpora asumió el 25 de mayo de 1973. La Plaza de Mayo se cubrió de militantes de la JP quienes enarbolaron gigantescas banderas con el nombre Montoneros. En aquel momento la Orga militaba a favor del socialismo nacional y consideraba a Cámpora como el hombre adecuado para conducir semejante proceso revolucionario. La izquierda peronista había llegado al poder. Prueba de ello lo constituye la presencia, entre otros, de Esteban Righi y Juan Carlos Puig en el Gabinete. Luego de su discurso en el Congreso, el flamante presidente decretó la histórica amnistía que garantizó la liberación de numerosos presos políticos que habían sido encarcelados durante el proceso militar anterior.

La pregunta del millón siempre fue la siguiente: ¿estaba de acuerdo Perón con semejante decisión, fundamentalmente con la presencia de conspicuos representantes de la izquierda peronista en el Gabinete? Muy pronto se develaría semejante misterio. Perón programó su regreso definitivo al país para el 20 de junio. Su objetivo era ser nuevamente presidente de la nación, lo que significaba que Cámpora no era para el General más que un presidente de transición. Expresado en términos coloquiales: Perón puso a Cámpora en la presidencia con la única meta de organizar el proceso que desembocaría en las verdaderas elecciones, en los comicios que consagrarían nuevamente presidente a Perón.

Evidentemente, esos no eran los planes de la izquierda peronista. La “tendencia” había llegado al poder para quedarse, no para garantizar con Cámpora la transición. Perón, obviamente, tenía otros planes. Cuando ambos proyectos chocaron, se desencadenó la tragedia. Ello aconteció el 20 de junio en los bosques de Ezeiza. Mientras una marea humana aguardaba ansiosamente el regreso del líder, fuerzas de choque de la derecha peronista y los montoneros entraron en combate, provocando una tragedia que enlutó al país. Hubo numerosos muertos y heridos. Incluso se habló de torturas y desapariciones. Dada la gravedad de los hechos, Perón y su gran comitiva se vieron obligados a aterrizar en el aeropuerto de Morón.

En julio Perón tomó una drástica decisión: echó del gobierno a la izquierda del peronismo, con Cámpora y Solano Lima a la cabeza. Su “idilio” con la “juventud maravillosa” había concluido de manera dramática. Quienes habían sido útiles durante su exilio, ahora habían dejado de serlo. Perón había decidido gobernar con la derecha peronista, es decir, con el peronismo histórico. Semejante decisión le costaría al país ríos de sangre.

En su edición del 11/3 Infobae publicó un artículo de Juan Bautista Tata Yofre titulado “A 50 años de Cámpora presidente y cómo Perón lo sacó 49 días después “porque abrió las cárceles e infiltró comunistas”. Escribió Yofre:

“El reloj marcaba las 0 horas del sábado 10 de marzo de 1973 cuando el teniente general Alejandro Agustín Lanusse habló en cadena nacional a “los hombres y mujeres de mi patria” para anunciar que había “llegado el momento decisivo” porque mañana con absoluta libertad, sin ningún tipo de proscripciones, sin correr otro riego que el de usar mal el voto y con total seguridad de que su voluntad será respetada por este Gobierno de las Fuerzas Armadas, la ciudadanía se expedirá sobre el futuro de la República (…) Con el voto “mañana puede ganarse o perderse todo”, advirtió. “Puede resultar que la República pierda o se sumerja en la anarquía, la obsecuencia, la delación, la corrupción, el engaño, el mesianismo, el envilecimiento de las instituciones, el cercenamiento de las libertades, la implantación del terror y la tiranía o la subordinación a la voluntad omnímoda de un hombre” (…).

A pesar de todos los vaticinios, el domingo 11 de marzo de 1973 la fórmula del Frente Justicialista de Liberación, integrada por Héctor José Cámpora y Vicente Solano Lima obtuvo el 49,53% del electorado, seguido por el 21,29% de la Unión Cívica Radical que propugnaba a Ricardo Balbín y Eduardo Gamond. En tercer lugar se ubicó Francisco Manrique y su Alianza Popular con el 14,91% (…) La diferencia con la segunda era tan amplia que no hacía falta el ballottage, una variante que el general Alejandro Lanusse había consagrado en la reforma constitucional de 1972. El lunes 12, por la noche, Lanusse en un mensaje por la cadena nacional, explicó que “las cifras que se disponen hasta el momento no le adjudican al Frente Justicialista de Liberación la mayoría absoluta, pero su porcentaje es tan aproximado a ello, y su diferencia con el segundo partido es tan apreciable, que prácticamente se estima que no sería temerario considerar como fórmula triunfante a la que integran los doctores Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima”. Tuvo que admitirlo porque sabía que la noche anterior Balbín se había comunicado con Cámpora para felicitarlo y transmitirle que retiraría su postulación a la segunda vuelta (…).

Horas más tarde, en la sede del ejército se elaboraron documentos de trabajo para enfrentar los días que se vivirían. Uno de los más llamativos, con fecha 12 de marzo y sello “secreto”, llevaba como título “Actitud del Poder Ejecutivo Nacional hasta el 25 de mayo de 1973” y en su contenido esbozaba la posibilidad de propender a un pacífico traspaso del poder. El trabajo, elevado al general de división Alcides López Aufranc, consideraba que “el actual PEN seguirá asumiendo todas las responsabilidades de gobierno, y hará entrega del mismo a las autoridades que hayan resultado electas”. También consideraba la posibilidad de “separar a las FFAA del PEN y de sus responsabilidades”, contemplando “mantener (a Lanusse) al gobierno en el ejercicio de sus funciones relevándolo de las responsabilidades que le competen como comandante en Jefe del Ejército” que serían asumidas por López Aufranc. La ventaja de esta opción “permitiría el diálogo y el entendimiento de las FFAA con las futuras autoridades, toda vez que éstas se han mostrado remisas a tratar con el actual PEN”. Como se presumía, esta opción nunca sucedió” (…).

El siguiente trabajo “Secreto”, también de fecha 12 de marzo de 1973, le aconsejaba a Lanusse “permanecer en el cargo” hasta el 25 de mayo, demostrando “acatamiento del PEN al veredicto popular expresado en las condiciones fijadas en las reglas de juego dictadas por el Gobierno de la Revolución Argentina”, reteniendo dentro del ejército la culminación de un proceso que se inició y desarrolló bajo su responsabilidad primaria” (…).

Tras casi dos semanas de silencio gubernamental, Cámpora habló por televisión el jueves 22 de marzo de 1973. “Ya pasaron doce días de ese pronunciamiento electoral; pese a ello, el pueblo todavía no ha sido informado del triunfo del Frente Justicialista de Liberación”. Y luego diría la frase más recordada de esa alocución: “Hasta el 25 de mayo, el régimen. Desde entonces, el pueblo. La frontera es nítida… que nadie se ilusione con imaginarias cogestiones ni con responsabilidades compartidas”.

El 12 de abril de 1973, según cuenta el periodista Osvaldo Tcherkaski en la tapa de La Opinión, Juan Domingo Perón cenó en París con Magdalena Díaz Bialet y su esposo Mario Cámpora, el sobrino del presidente electo. En ese encuentro entre el matrimonio Perón y los Cámpora, Mario intentó convencer a Perón a que viajara a Buenos Aires el día que su tío asumiera como presidente de la nación. La cena se hizo larga y mientras Perón hablaba, Magdalena tuvo un mal presentimiento. Especialmente cuando escuchó opinar a José López Rega sobre el presidente electo. “El doctor Cámpora cree que el poder es de él, pero el poder no es de él”. Al finalizar la comida, en el momento de acompañar al matrimonio Perón hacia la salida, el general lo miró a Mario y le dijo: “No voy a ir, para no robarle el show al doctor Cámpora. Yo iré después y entonces el balcón será para mí”. A su vuelta a Buenos Aires, Mario Cámpora le dijo al presidente electo: “Héctor, el General me ha dicho que no va a estar acá el 25 de mayo…y por la metáfora que ha usado y por todo lo que ha dicho yo tengo la impresión de que quiere ser presidente”.

Yofre concluye esta impresionante anécdota de la siguiente manera: “Con el paso de los años y los testimonios históricos de aquellos que se bambolean en el balcón del comando electoral de la avenida Santa Fe y Oro se pudo comprobar que había triunfado una “bolsa de gatos” con un candidato que no duraría más de 49 días en la Casa de Gobierno y que sería sucedido por Juan Domingo Perón, el líder, que imaginaba volver definitivamente a la Argentina y tenía otros planes. Como ya he repetido hasta el hartazgo, antes de volver Perón fue a la clínica del doctor Antonio Puigvert en Barcelona. El médico contaría en sus memorias que “aunque su aspecto no lo denotara tenía ya ochenta años. Y no volvía a la Argentina para pasar bajo arcos triunfales entre aclamaciones y en olor a multitud. Volvía a luchar (…) A mi me lo explicó muy claro y en muy pocas palabras: “No me queda otra solución que volver allá y poner las cosas en orden. Cámpora ha abierto las cárceles y ha infiltrado a los comunistas en todas partes (…)”.

¿Significa entonces que Cámpora creía que Perón no tenía realmente intenciones de volver a ser presidente? Si ello fue así entonces pecó de una ingenuidad asombrosa. Aunque cueste creerlo, el Tío creyó que él sería presidente de verdad, que estaría en condiciones de ejercer el poder sin tener en cuenta a Perón. Es muy probable que la JP haya pensado lo mismo. Quien advirtió lo que se avecinaba fue la esposa del sobrino de Cámpora al escuchar la sentencia del siniestro López Rega. Cámpora creyó que tenía el poder, pero quien siempre lo tuvo fue Perón desde que asumió el 4 de junio de 1946. La miopía de Cámpora y el cinismo de Perón condujeron finalmente a una tragedia cuyas consecuencias aún nos salpican.

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