Por Luis Alejandro Rizzi.-

No cabe duda de que desde 1983 hasta el fin del kirchnerato, salvo el lapso de la Alianza, hemos vivido dentro de los límites de una democracia sustancialmente caudillista y sólo formalmente republicana.

Se cumplía con formal respeto el calendario electoral, pero tanto Alfonsín, Menem, Kirchner y Kristina fueron verdaderos “caudillos” o jefes con un halo providencial.

Los tres pensaron la política en función de los llamados “movimientos” lo que no deja de ser una forma de “populismo”. Como sabemos el “movimiento” supera a los partidos políticos y las diferencias se resuelven en el nivel nacional.

Los problemas internos de la política se convierten en “cuestiones nacionales”. Esta ha sido nuestra historia política desde 1983.

Alfonsín, Menem y Kristina se comunicaban directamente con la gente y la relación era de “jefe” a “súbditos”. No había diálogo, los jefes hablan con un sabor providencial a los demás y solo cuentan los adictos. No existe el otro. Existe solo quien escucha y obedece.

Maria Eugenia Vidal, la verdadera artífice del triunfo de Mauricio Macri y “Cambiemos” ayer se refirió al “otro” y expuso una concepción servicial de la política que desde luego tiene una dimensión arquitectónica.

Maria Eugenia Vidal en cierto modo con la autoridad que le da su pasmosa tranquilidad de espíritu fundó en la provincia de Buenos Aires el inicio de lo que llamo “Democracia Republicana”.

Más tarde Mauricio Macri continuó con esa línea, expresamente ratificó ese concepto y eliminó de su gestión todo lo que pudiera tener un sentido providencial o milagroso.

Claramente sentó que la política, como la vida es una “tarea”, y como tal las cosas pueden salir bien o mal y para ello hay que saber esperar. En lo humano no existe lo providencial, las cloacas, el agua corriente, la vivienda no se logran rezando sino trabajando.

La presencia de Macri en el balcón de la casa de gobierno me recuerda a aquel 1º de mayo de 1958 cuando Arturo Frondizi se dirigió desde ese mismo lugar a la gente reunida en la Plaza y creo que no fue casualidad que fuera citado.

Uno como otro no tuvo el calor y el color de la relación que se establece entre el “jefe” y sus súbditos o seguidores. La relación era distinta, diría de mutuo respeto.

El acto de Kristina del 9 de diciembre, fue un claro ejemplo de esa relación caudillista y sumisa entre la masa y su jefe con su aire fundamentalista en la que uno revela sus verdades y los otros la aceptan a libro cerrado. Son relaciones dogmáticas. El jefe no se equivoca nunca es el oráculo de sus súbditos. La relación no es de respeto sino de devoción.

Por el contrario, entre Macri y la gente reunida en la Plaza, se estableció una relación de diálogo entre personas comunes. La gente no fue dispuesta a obedecer y acatar ni Macri pretendió buscar sumisión y obediencia.

Por el contrario unos como otros buscaron una relación republicana caracterizada por la publicidad de los actos de gobierno, la efectiva división de poderes, a Macri le faltó decir que tampoco buscaría un congreso “macrista” y la periodicidad de los cargos electivos. Hizo hincapié en la idoneidad como virtud para acceder a la función pública y sobre todo le pidió a la gente que hagan uso de su sentido crítico porque es obvio que se va a equivocar más de una vez.

Estoy convencido que Maria Eugenia Vidal está protagonizando un verdadero “cambio”, estoy tentado para usar otra palabra una “Revolución política institucional” y la prueba es que ganó la Provincia de Buenos Aires, antes que Macri ganara el balotaje.

Mauricio Macri como Presidente de la nación creo que ayer fundó la Democracia Republicana”

La respuesta ya no es “se puede”, ahora nos tenemos que preguntar “¿podremos?”

La tarea ya la tenemos propuesta…como decía Ortega en su carta a un estudiante de filosofía ahora “…a las cosas…” y es bueno que el presidente sea un Ingeniero y no un abogado como yo.

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