El ciclo K ha brutalizado la débil política argentina. Las consecuencias de este último manotazo se desploman sobre este gobierno. Es una Resistencia con mayúscula, encabezada por la ex Presidenta de la Nación que conoce, al igual que su hijo Máximo, los túneles y pozos ciegos que el clan K profundizó. Esa resistencia ¿es fruto natural del populismo basado en un concepto bélico? O más bien ¿la voluntad de sacarse de encima -ella y sus secuaces- las cuentas pendientes con la Justicia? Ella, nativa de Tolosa, inyectó su resentimiento por su origen oscuro y su modesta crianza. Su revancha traza una línea de odio, una ostentación ofensiva de su fortuna cuyo origen, más temprano que tarde, se topará con la justicia.

No moverá las manos el nuevo Presidente de los argentinos ante las turbulencias que llueven sobre el recién nacido gobierno. Juega la Justicia y la Seguridad. El fue votado para reconciliar a la sociedad, y sacar a la Argentina de su marasmo. No es poco. Tal como lo señala Max Weber:

“La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Es completamente cierto, y así lo prueba la historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez. Pero para ser capaz de hacer esto no sólo hay que ser un caudillo, sino también un héroe en el sentido más sencillo de la palabra. Incluso aquellos que no son ni lo uno ni lo otro han de armarse desde ahora de esa fortaleza de ánimo que permite soportar la destrucción de todas las esperanzas, si no quieren resultar incapaces de realizar incluso lo que hoy es posible.”

“Sólo quien está seguro de no quebrarse cuando, desde su punto de vista, el mundo se muestra demasiado estúpido o demasiado abyecto para lo que él le ofrece; sólo quien frente a todo esto es capaz de responder con un “sin embargo”; sólo un hombre de esta forma construido tiene “vocación” para la política. (7 Miradas)

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