Por Alfredo Nobre Leite.-

El lector Vicente Scordamaglia, en carta a «La Prensa» del 19 del actual, hace referencia a «La inusual trascendencia que le están dando algunos sectores de la política, (…) a la participación del peronismo y su historia, vinculándolo con la corrupción, al populismo y todos los males que la Argentina tiene en general desde que ese movimiento nació a la vida política por el año 1945, me hace pensar que el actual sistema neoliberal (término marxista)… no tiene la fortaleza de un modelo político que supere los logros transformadores de este movimiento»…; es oportuno consignar que al asumir la presidencia Perón en 1946, las reservas monetarias en oro y dólares, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, alcanzaban el equivalente de 1.680 millones de dólares. Nunca se había acumulado tanta riqueza. Empezó la espiral inflacionaria, que no dio importancia. El comercio exterior estaba dirigido por el IAPI, organismo corrupto, que desalentaba la producción agropecuaria con sus precios. Al concluir su gobierno acusó una deuda exterior de 757 millones de dólares y una deuda interna de aproximadamente 57.576 millones de pesos. Por el latrocinio cometido, estuvo entre los 10 principales inversores de Wall Street.

La deuda externa a comienzos de 1976, era de u$s 4.000 millones, que pasó al 31.3.1981 a los 17.000 millones, que fueron invertidos en inversión pública en caminos, electricidad, escuelas, etcétera. Las inversiones en 1976 alcanzaron el 12% el Producto (PBI), las de 1977 y 1978 el 13% cada año y los de 1979 y 1980 el 11% cada año, las más altas de la historia económica del país. Hay que puntualizar que la deuda externa privada espuria de u$s 28.000 millones (con seguro de cambio del Banco Central (BCRA), estatizada, siendo Domingo F. Cavallo presidente del BCRA, de junio a septiembre de 1982, eran verdaderos autopréstamos.

Por las controvertidas privatizaciones de las empresas públicas, liquidando bienes de capital para cubrir gastos corrientes, con el aval del Fondo Monetario Internacional (FMI), pasó a manos foráneas prácticamente el manejo de nuestra economía y a depender de los centros de poder externo. Ingresaron al país u$s 44,590 mil millones, según cifras del Banco Mundial, que fueron dilapidados por Menem y sus adláteres, al tiempo que aumentó la deuda externa recibida de Alfonsín de 62.000 millones a 130 mil millones de dólares. Asimismo, el gasto público de u$s 18.921 millones a diciembre de 1990, pasó a más de u$s 60.000 millones. Y los déficits fiscales, salvo en 1990, fueron cubiertos con deuda externa.

No perdamos de vista que Menem entregó a De la Rúa el país en recesión desde 1998 a 2002, con una caída del 22% del PBI, y con servicios de deuda de más de u$s 10.000 millones anuales, imposible de honrar, y con la convertibilidad del 1×1 (dólar/peso), irreal pues el tipo de cambio de equilibrio es de $ 2,20 (fijado por Roca en 1899 de 227 pesos papel por los 100 dólares oro sellado).

No nos olvidemos que Duhalde dijo que «Al que puso dólares retirará dólares» (sic), y la confiscación de los depósitos privados provocó una pérdida del 50% a los depositantes, sirviendo para licuar pasivos del Estado y grupos económicos como Clarín, Techind. Duhalde aumentó la deuda en u$s 42.199 millones, llevándola a u$s 186.478 millones al 25.3.2003, según el acuerdo con el FMI en enero de 2003; siendo el pasivo al 31.12.03 de u$s 196.995 millones, incluyendo intereses por 18.200 millones a dicha fecha.

Con respecto al kirchnerismo que dejó el país destruido en todos los aspectos socioeconómicos y político, llevó el exorbitante gasto público al 50% del PBI de 500.000 millones de dólares, que se financiaba con las reservas del BCRA para pago del servicio de deuda y para gastos corrientes, con emisión monetaria espuria, y la apropiación de las reservas internacionales, dejando el país sin reservas líquidas (el BCRA con patrimonio negativo, y se monetizaba sus resultados no realizados, provocando más inflación), y los recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), de PAMI, para el mismo fin. Entregó el país en estanflación (recesión más alta inflación del 30%) durante cinco años con caída del PBI, y con las empresas privadas que no tomaron personal en ese período, provocando desocupación y más de 12 millones de personas (el 30% de la población) bajo el umbral de la pobreza. Téngase en cuenta que hasta 2008 sopló viento de cola -alta cotización de nuestros productos agropecuarios-, ingresando a las arcas del Estado miles de millones de dólares, que se esfumaron por un inédito latrocinio, por lo cual la familia Kirchner y sus cómplices Lázaro Báez y Cristóbal López, entre otros, están desfilando por los tribunales para justificar lo injustificable, es decir, la procedencia de sus bienes mal habidos. También, dejó la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner el país en «default» (quebrado) por negarse a negociar con los holdouts, que habían invertido en títulos de deuda argentina, y el país calificado por la Corte de Segundo Circuito de Nueva York como «deudor recalcitrante»; con cepo cambiario, que impedía el ingreso de inversiones, con una deuda con los importadores de unos u$s 5.000 millones, trabas al comercio exterior, y la prohibición de exportar carnes (se perdieron unos 10 millones de cabezas de bovinos) y de cereales, por lo cual no ingresaba al país un dólar de inversión.

Sin perjuicio de lo expuesto, el kirchnerismo dejó la administración del Estado descalabrada, hicieron desaparecer los discos rígidos de las computadoras y alteraron sus memorias, para imposibilitar conocer realmente la magnitud de los desatinos y tropelías durante 12 años y medio de (des)gobierno por lo cual, es inaceptable que el lector Scordamaglia exprese que «Los constructores de relatos (haciendo caso omiso del relato apócrifo de CFK)… necesitan de un Frankenstein para encuadrar a sectores de la sociedad a los intereses de las mayorías del pueblo argentino»; que es tomarnos por necios. Y no se puede pretender que en 15 meses se corrijan 12 años y medio de desatinos y tropelías hechos ex profeso. A no ser que, como en el teatro de la Antigüedad clásica, aparezca inesperadamente un «deus ex machina» y corrija todos los entuertos kirchneristas.

Share