Por Agustín Laje.-
El feminismo radical es un movimiento ciertamente minoritario, aunque sumamente ruidoso. Su base de representación, se supone, es el género femenino en cuanto tal; pero son muy pocas, en verdad, las mujeres que se dicen a sí mismo feministas, y menos las que tienen algún grado de compromiso en la militancia feminista.
No hay muchas encuestas que se hayan preocupado por determinar qué cantidad de mujeres se definen como feministas. En Argentina, ninguna. Pero como referencia, podemos tomar el caso de Gran Bretaña, donde casi la totalidad de mujeres apoya la igualdad entre los géneros, pero sólo un 9% se asume como “feminista” (y como del decir al hacer hay un largo trecho, suponemos que el porcentaje de militantes feministas debe ser muchísimo menor). Esto anuncia una disociación, en la percepción social, entre igualdad de género y feminismo: es que el feminismo ha pasado a ser una suerte de “hembrismo”, es decir, machismo a la inversa.
Es inevitable no preguntarse, entonces, cómo y por qué el feminismo nos provoca esa sensación de masividad de la cual otros movimientos sociales carecen. La respuesta no es demasiado compleja: en una sociedad mediatizada, en la que el poder de los medios de comunicación para construir hegemonía es cada vez más arrollador, la opinión pública se vuelve un “artefacto” diría Bourdieu, un constructo artificial al servicio de intereses bien delimitados.
No es ninguna novedad, en este sentido, decir que el feminismo radical está siendo ampliamente beneficiado por los medios hegemónicos en todas partes. El #tetazo en Argentina es un ejemplo claro: durante semanas los medios convocaron -de manera más o menos embozada- a asistir a la protesta y, a pesar de que finalmente la manifestación fue un verdadero fiasco -sólo concurrieron un puñado de mujeres y muchos mirones- todos los medios cubrieron el suceso como si se tratara de una noticia de suma importancia, y continuaron hablando del tema durante los días sucesivos.
A la mano que le tienden los medios masivos, el feminismo le suma un discurso de falsa representación: “las mujeres decimos”, “las mujeres queremos”, “esta es la manifestación de las mujeres”, son ejemplos de cómo se articula un discurso que, aunque sea profesado por una cantidad infinitesimal de mujeres en términos de la totalidad de mujeres en una sociedad, logra arrogarse la representación de esa totalidad casi de forma dictatorial. Si reproducimos esto por los grandes medios, el efecto es el señalado más arriba: una sensación de masividad en verdad inexistente.
¿Qué tiene que ver todo esto con el Día de la Mujer? Pues que, siendo éste por su naturaleza efectivamente representativo de la totalidad de mujeres, será utilizado por el feminismo para totalizar su particularidad. El discurso más o menos explícito del feminismo a este respecto es: “el Día de la Mujer es el día de la feminista”. Luego, se genera una identidad espuria entre mujer y feminista: la calidad “feminista” totaliza a la calidad “mujer”. La envuelve y la aplasta. Y si a ello añadimos una pizca de apoyo de los medios masivos, aparece de nuevo aquella sensación en esta forma: no se puede ser mujer sin ser feminista.
Vuelve, así, el discurso de la alienación que en algún momento se utilizó respecto de las clases, aunque hoy aplicado al género. Son “alienadas” aquellas mujeres que no se ven representadas por el feminismo (paradójicamente la mayoría); están “ciegas” a sus “verdaderos” intereses que, por supuesto, son necesariamente opuestos a los del hombre. Son alienadas las chicas de los concursos de belleza, las amas de casa, las madres de familia, las esposas que aman a su esposo: pobres infelices, “no saben lo que hacen”. Para realizarse como género -piensan las feministas- la mujer debe asumirse feminista y vivir el Día de la Mujer como tal: haciendo un “Paro de Mujeres”.
Si sos mujer y no compartís este discurso evidentemente totalitario y hembrista, anímate a compartir este breve artículo. Llegó el momento de hacer saber que el feminismo radical es una minoría, y que el Día de la Mujer NO es el día de la feminista, sino el día de TODAS las mujeres. (Prensa Republicana)
09/03/2017 a las 11:39 AM
En el curso de la evolución de la civilización patriarcal, tenemos la oportunidad de percibir cuales son las “virtudes humanas” que han dado lugar a tantos descubrimientos científicos a lo largo de la historia. Genéricamente hablando la civilización del varón, se encuentra en la etapa más avanzada de la evolución; fundamentalmente, a partir de la adquisición del lenguaje y de una visión más detallada del mundo externo y de su mundo interior a través del psicoanálisis (Freud). Todo esto, sumado a su capacidad imaginativa, ha dado lugar a los grandes descubrimientos y teorías emitidas por la civilización patriarcal desde hace más de 300 años, pero ajustándose a una estricta ética que repudia e invalida a la mujer; es decir la mitad, como mínimo, de la sociedad, en todos los tiempos. Mujer como ser irrelevante, para la civilización del varón, cunde, por donde se mire. Y cuanto más y mejor se mire, se verá que se multiplican los escenarios donde ella irrumpe, la desconsideración de la mujer y la propia y encubierta subestimación, femenina, se complementan necesariamente, y enlazadas, ellas acentúan las sombras que oscurecen el panorama social de nuestro tiempo. La moral de la civilización del varón en la instancia de su superyo, como heredera de la influencia paterna adscribe importantísimas funciones, que encontramos en el sadismo masculino al reflejarse en la obligada imposición sobre la mujer a un rol pasivo masoquista.
Todo castigo es, en el fondo, la castración, y como tal, el cumplimiento de la antigua actitud pasiva con respecto al padre. El destino es tan sólo, en último término, una ulterior proyección del padre. Es así que en la civilización patriarcal preexiste la ambigüedad sexual sádico – masoquista particularmente intensa sometiendo a la mujer y satisfaciendo su perversión transformándola en un ser pasivo – masoquista; satisfacción del deseo masculino y al mismo tiempo una satisfacción masoquista de la mujer, siendo para el varón una satisfacción del impulso punitivo, es decir, una satisfacción sádica.
En una simbolización más “depurada” de la horda primordial; Dios padre expulsa del paraíso al varón por “culpa” de la mujer, pero ahora en la civilización patriarcal, Dios padre masculino, “expulsa” a la mujer de la civilización en su rol de culpable y castigo por la pérdida del paraíso. Ésta situación donde lo único que podemos imaginar es que los “académicos” adquieren sobre el “común” una influencia más fuerte, utilizada para “dominar” aspectos que incumben a la personalidad. Es ciertamente, muy digno de tenerse en cuenta la indicación sobre la influencia de los “académicos”. Tal influencia existe, desde luego y desempeña en el “común” un papel muy importante, pero distinto en absoluto del que desempeña el psicoanálisis (Freud). No sería difícil, en este caso demostrar que se trata de situaciones diferentes. Así en éste caso cuando el varón perverso sufre de un sentimiento tal, como que se le imputara un crimen, no le aconsejamos que se sobreponga o se justifique. Lo que hace el psicoanálisis (Freud) es advertirle que la situación reposa en una sensación tan intensa y resistente que ha de hallarse basado en algo real, que quizá pueda ser descubierto.
La civilización del varón, presenta como un dogma su poder patriarcal derivado de la penosa sensación de impotencia experimentada. En cuanto a la equivalencia del falo, se sugiere, que el punto de vista del hombre no es lo mismo que el de la mujer, dejando así pensar que la femineidad velada/develada/castrada sólo es figura de la verdad para el varón. Éste sería el dueño de la verdad tan sólo desde ese punto de vista. “La castración de la mujer” es una de las fantasías centrales de los niños.
El macho sigue siendo la ley, con su tarea sobre las mujeres, sometidas, mutiladas, masacradas, dominadas, humilladas, violadas, golpeadas, asesinadas en manos de sus parejas y/o de sus violadores, prostituidas, lapidadas, maltratadas psíquicamente, etc. etc. etc.
Buenos Aires
Argentina
26 de abril de 2010
Osvaldo Buscaya
(Psicoanalítico)
09/03/2017 a las 3:22 PM
¿Está usted unido en Matrimonio con una Dama, don Osvaldo? La pregunta puede considerarse indiscreta en situaciones habituales, pero en este caso, donde el análisis es profundo con respecto a conductas y actitudes de las mujeres, son tenidas más en cuenta las opiniones de quienes han tenido y tienen el natural contacto con Madres, Hermanas y Esposas, circunstancias que le otorgan al opinante autoridad en sus planteos y descripciones.
Esta preocupación la llevo desde jovencito, al escuchar el permanente aconsejar de los sacerdotes católicos sobre como debe actuarse en Familia, cuando ellos no han logrado formalizar la propia, adquiriendo la experiencia que bravas y felices experiencias dan.
Gracias.
Guille
10/03/2017 a las 1:43 AM
Estoy unido en matrimonio con una mujer, hijos nietas y nietos.
“Al escuchar el permanente aconsejar de los sacerdotes católicos sobre cómo debe actuarse en Familia, cuando ellos no han logrado formalizar la propia, adquiriendo la experiencia que bravas y felices experiencias dan”; debemos considerar el hipócrita encubrimiento eclesiástico sobre sacerdotes, incluso de alto rango, que intimidan, abusan, violan infantes, adolescentes femeninos y masculinos.
Al abarcar lo histórico, las costumbres, lo económico, la educación, la vida misma, la salud, la guerra, la religión, la muerte, etc., se “exhibe” la firmeza del patriarcado. La realidad del patriarcado, sería el sometimiento, el abuso, la violación y la muerte de la mujer; más de la mitad de la población mundial. Enfrentada en su soledad a esta verdad y realidad, la mujer padecería, soportaría y sufriría una persistente contradicción en su existencia ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción? ¿Sería abrir la caja de Pandora? (En Teogonía, el poeta la presenta como la primera de entre las mujeres, que en sí mismas traen el mal y según Graves, se estaría ante la precursora griega de la Eva bíblica, puesto que Pandora es quien, como aquélla, trae la desgracia a la humanidad)
Recomendaciones, informes, seminarios, congresos, exhortaciones, convenciones, reglamentaciones, etc., internacionales y locales traslucen una patriarcal hipocresía, pero es el terreno en que las mujeres solas deben actuar, que nos permitiría considerar que cuando queremos formarnos una idea de la causación de la civilización patriarcal, emprenderemos primero una observación anamnesica, interrogándonos a que influencias atribuimos lo emergente de ella. Lo que así averiguamos surge, naturalmente, para el propio patriarcado, falseado por todos aquellos factores que suelen encubrir el conocimiento de la situación, es decir, por su falta de compresión científica de las influencias patriarcales, por la falsa conclusión y por lo desagradable de que “recordemos” sucesos sistemáticamente genocidas.
Deberíamos observar, por tanto, en ésta investigación anamnesica la conducta de no aceptar las “opiniones” del patriarca sometiéndolas a un examen crítico, no consintiendo que los varones desvíen nuestra opinión sobre la civilización del varón. Reconocemos, desde luego, la “verdad” de ciertos “pronunciamientos”, que retornan constantemente en las manifestaciones de los varones, tales como el que su estado histórico es una prolongada consecuencia de un mandato machista pretérito; pero por otro lado, hemos introducido un factor que el varón evita mencionar y sólo a disgusto acepta; su disposición a considerar lo femenino como inferior y despreciable.
Desde la horda primitiva el “recorrido” cultural acumula, sin solución de continuidad en lo mental, la totalidad de lo experimentado en milenios; animismo, religión y ciencia. Sería así, que éste predominio, simultaneo, de animismo, religión y ciencia se “difunde” en las “variaciones” culturales desde oriente a occidente y viceversa. En ésta “mezcla”, se retrocede constantemente a las etapas animista y religiosa del patriarcado, con el “aprovechamiento” de lo científico – técnico.
La ciencia no contendría lo moral ni lo ético y es lo que utiliza el patriarca, en sus regresiones religiosas y animistas para afirmarse como el amo de la horda contemporánea, sin desvíos de su libido por la senda de la perversión. Deberíamos tomar la totalidad del discurso patriarcal y utilizarlo con todos los enfoques del feminismo como evidencia de los “trucos” e hipocresía de quienes ejercen y son dueños del poder.
Buenos Aires
Argentina
3 de noviembre de 2010
Osvaldo Buscaya
(Psicoanalítico)
09/03/2017 a las 4:58 PM
TÍO OSWALD:
El macho sigue siendo la ley, con su tarea sobre las mujeres, sometidas, mutiladas, masacradas, dominadas, humilladas, violadas, golpeadas, asesinadas en manos de sus parejas y/o de sus violadores, prostituidas, lapidadas, maltratadas psíquicamente, etc. etc. etc.
COMO SOY TRAVO MUY FEMENINO, ¿ AMO MI PAREJA LESBIANA, X´Q ELLA ES TROLLA MACHO, Y ME SOMETE ?
… Y ASI DISFRUTO DE SUS CASTIGOS ????
10/03/2017 a las 1:26 AM
Freud considera la homosexualidad como una orientación sexual más en medio de una infinita multiplicidad del deseo, sin obviar que el mismo establece una especie de desarrollo armónico heterosexual al final del complejo de Edipo, una vez “superadas” esas fases infantiles polimorfas donde hay deseos bisexuales y de otro tipo. En la homosexualidad femenina, suelen converger el desafío al padre como consecuencia de haberse sentido rechazada por él y un duelo retenido por la pérdida del amor de la madre. Freud y sus seguidores sostienen que las manifestaciones de la libido son muy variadas, pero que las reglas de la sociedad obligan a vigilarlas en un constante acecho, sobre todo para preservar la base del conglomerado social: la familia. Las dos manifestaciones más inconvenientes de la libido resultarían por lo tanto los deseos incestuosos y los homosexuales
11/03/2017 a las 11:01 PM
Mucha masturbación intelectual
14/03/2017 a las 10:50 PM
Excelente el comentario de Buscaya