Por Luis Américo Illuminati.-

Gracias a Dios -más allá del desbarranque del schiarettismo a raíz de los escándalos de los exministros Mosquera y Cardozo, de seguridad y salud, respectivamente y del presidente provisorio de la Unicameral- la sociedad cordobesa no es hermana ni prima ni amiga ni cuñada de Gran Hermano, un espacio para involucionar y degradar la inteligencia humana. Es una buena noticia y un privilegio que semejante basura televisiva tenga bajo rating en Córdoba, a diferencia de Buenos Aires que tiene alto grado de recepción.

El Gran Hermano (o Big Brother, en su inglés original) es un personaje de «1984», la novela más famosa del escritor británico George Orwell, publicada en 1949. Junto a «Rebelión en la granja», estos dos libros del autor son una severa sátira política en la que se critica el comunismo, el estalinismo y las sociedades totalitaristas, así como se anticipan de alguna manera a ciertos mecanismos a los que el mundo tendería en las décadas siguientes: el control y la represión por parte del Estado, el rol determinante de los medios de comunicación y la importancia del manejo de la información para manejar, a su vez, a la población.

Adaptada la idea original para el objetivo actual de los medios masivos de comunicación, el propósito es la «rebañización» de la sociedad, proponiéndole una feria de fruslerías, la banalización de la vida y el olvido de los valores perdurables. Y así distraída su atención de la distópica y escatológica realidad, anestesiada, hipnotizada y obnubilada la masa saca «feliz» su pasaje gratis al Infierno de las naderías.

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