Por Paul Battistón.-

Milei no hace política, sólo hace.

Hace hasta donde lo dejan y entonces deshace para rehacer. En la diferencia entre lo conseguido y lo impedido cosecha el logro extra que expone las razones del resultado inacabado. Esas razones pueden tener nombre y apellido y refuerzan en la gente la convicción de que la política (tal como se le reclama no ejercer a Milei) es la causa del estancamiento, por no decir de nuestros males. ¿Maquiavélico? No, quizás sagaz.

Quizás no sea exacto en su totalidad decir que no la ven, pensando en el supuesto rumbo que la mayoría ha exigido con su voto. De seguro muchos simulan «no verla» por la conveniencia de que no les es satisfactorio llegar a ese lugar que ven como el fin de sus privilegios.

Lo que claramente no estarían viendo (para beneficio de Milei) es cómo en apenas 100 días se los están llevando puestos a pesar de los constantes y usuales embates que en este caso están teniendo consecuencias casi inocuas para el gobierno. La supuesta ausencia del Estado tras su retracción (recorte), que debería haber desatado un supuesto descontento, no sólo no lo está provocando sino que podría ser que esa misma ausencia es la que se esté transformando en una barrera que impide que las acciones hostiles alcancen el blanco del gobierno. La gente comienza a plantearse como innecesaria la antigua intromisión del Estado en cuestiones y conflictos (que nunca resolvía) y sólo ayudaban a dar entidad a quienes necesitaban de ese conflicto para justificar y sostener su existencia como partícipes de la política.

Un paro de trabajadores estatales en este nuevo contexto hasta puede significar un alivio para quienes fueron sus padecientes desatendidos. La tecnología y hasta la experiencia pandémica de la cuarentena pusieron nuevas alas para sobrevolar la inacción obstaculizadora del Estado molestamente presente.

Este nuevo escenario creado a base de la exposición de diferencias con cuerpos legislativos, gobernadores y cualquier otro elemento o personaje demorador de la marcha hacia la utopía de la libertad a rajatabla, habrá quedado en el listado de la Argentina a eliminar.

El nuevo elemento diferenciador se jugará el 25 de mayo bajo el título de acuerdo. Un acuerdo de bases que puede ser el pretexto para un tamizado histórico de un antes y un después. La utopía seguirá siendo utopía pero, cruzada la línea de nuevo pacto preexistente, el horizonte será de aspiración constituyente de un crecimiento en libertad. Esperado por muchos sin la presencia opresora del estado sobredimensionado y lamentado por otros acostumbrados a un crecimiento alimentado de la obstaculización del resto.

Mientras tanto, Milei con el nuevo estado desentendido de los conflictos cosecha escalones hacia su meta con cada exposición de diferencias reveladas en cada uno de sus intentos sobre los obstáculos interpuestos.

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