Por Adrián Hilarza.-

Consejo de Propiedad Horizontal de la CABA – LEY 5464: La trampa de Abrevaya y Rodríguez Larreta.

El Consejo de Propiedad Horizontal de la CABA (CPH) goza de excelente salud.

Sí, es así, más allá de algunas voces o grititos iniciales en disidencia al momento de la sanción de la ley.

Con el correr de los días, se van transparentando las verdaderas intenciones y mutaciones que persigue cada individuo o sector.

En mi opinión, el dilema conceptual es: entrar o no entrar.

Dado que NO es un problema de representatividad como pretenden hacernos creer.

Ni Abrevaya, ni Rodríguez Larreta nos dicen la verdad.

Es una excusa.

Conceptualmente el gremio en el CPH no tiene por qué tener una silla reservada.

Esta ley es darle más poder a quien ya lo tiene. Para moverse con más amplitud y a su antojo y cargando con más peso a la ciudadanía porteña que vive en propiedad horizontal.

Fuera de los micrófonos todos exteriorizan su enojo, pero cuando se encienden, solo se escucha el “cantar de los coyuyos”.

Las sillas se están repartiendo, como barajas, y la zanahoria puesta en el camino ha resultado ser una buena carnada.

Esa zanahoria, explica sencillamente el sugerir e invitar “estar adentro” y sus grandes bondades de pertenecer.

Asimismo, es la acción necesaria para romper un frente. Negociar con las partes por separado. Convirtiendo al frente en un gruyere.

Pero que quede muy claro y sin dudas, estar adentro, implica aceptar una ley aprobada sin discusión, sin debate, en la absoluta soledad y oscuridad, sin participación de la ciudadanía porteña, la cual ésta última, será la que soportará económicamente este gran negocio.

La mayoría de las instituciones que dicen defender los derechos de los consorcistas van aceptando las condiciones para sumarse. Háganse cargo del daño que provocarán. Se convertirán en cómplices…

Ya sea como “mediador de buena voluntad” o “presentando un proyecto de modificación a la actual ley 5464” (conforme a lo publicado por Pequeñas Noticias en su Boletín 571), delata la manera elegante que pretenden al excusarse ante la sociedad y formar parte para “estar adentro” o al menos iniciar el peregrinaje hacia el Consejo sagrado.

No se trata de reformar simplemente la ley, se trata que los que deben estar, no están y los que están no deberían estar y casualmente son los más beneficiados (tal como ocurre en las paritarias, cualquier parecido con la realidad es mera casualidad).

¿Y se preocupan por un sello de goma si los consorcistas no participan? Pero sería infantil pensar que eso no fue pensado y resuelto mucho antes. Sobran los sellos de goma en la política porteña y en la PH.

Vergüenza, provoca cuando uno divisa que el gran problema era como entrar, de la forma que sea, cueste lo que cueste, con la agravante de las puertas que permitirá abrir esta ley en el futuro.

Es triste, darle legalidad a una ley que no la merece.

No la merece por la forma en que ha sido concebida.

Además, viola, entre otras cuestiones, el derecho de propiedad de los consorcistas (art. 14 de la CN) pues pone en manos de terceros (sobre todo de sus empleados) facultades que pueden limitar o restringir el derecho de los propietarios.

Aceptando, a la vez, que un gremio intervenga en temas privados que nada tiene que hacer. Y esto recién comienza. Hay que mirar más allá.

No soy un iluminado. Pero, cada vez más poder reúne un sector, el Suterh, dentro del marco de la propiedad horizontal y en otros horizontes.

Con solo analizar los últimos 8 años ha sido llamativo el avance a nivel nacional y más acentuado aún en la CABA.

De esta manera el GCBA, la legislatura porteña y un puñado de representantes de consorcistas avalarían este mamarracho mayúsculo.

Tengamos buena memoria.

Apuntemos este momento histórico y no nos hagamos luego los sorprendidos.

NO hubo discusión una vez más.

Sólo fue cuestión de encontrar la llave para poder abrir la puerta y entrar… aunque sea entregando el alma… y vaya a saber a quién.

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