Por Hernán Andrés Kruse.-

El radicalismo hace a la esencia de nuestra historia. Quien tenga intenciones de estudiarla no puede prescindir de una fuerza política más que centenaria, que nació en los álgidos momentos de 1890 y se mantiene incólume hasta nuestros días. El radicalismo surgió para hacer frente al orden conservador que imperaba a sangre y fuego en la Argentina. Imposibilitado de participar en los procesos electorales organizó varios conatos revolucionarios que fueron aplastados por el “régimen”. Finalmente, el sagaz Roque Sáenz Peña apadrinó la reforma política que le permitió al radicalismo participar en las elecciones presidenciales de 1916. La victoria de Yrigoyen marcó un punto de inflexión. Por primera vez amplias capas sociales medias pudieron ejercer el derecho a elegir a sus autoridades y encontraron en Yrigoyen a quien mejor las representaba. El radicalismo fue desalojado del poder en septiembre de 1930 por el orden conservador. Durante la denominada “década infame” el radicalismo, proscripto por el partido militar, fue el emblema de la resistencia al orden estatuido. Con Perón en la presidencia pasó a ser el símbolo del antiperonismo. Activo partícipe de su derrocamiento en septiembre de 1955 se constituyó en la pata política de la Revolución Libertadora. Fue entonces cuando sufrió una división que le produjo mucho daño. Por un lado, el radicalismo del pueblo; por el otro, el radicalismo intransigente. Durante la proscripción del peronismo la UCR ejerció el poder en dos oportunidades: a) la presidencia de Frondizi (1958/62); b) la presidencia de Illia (1963/66). Ambos radicalismos fueron eyectados del poder por las fuerzas armadas. Con el retorno del peronismo al poder en 1973 el radicalismo pasó a ser nuevamente el clásico partido de oposición. Pero en esta oportunidad dejó de lado el feroz antiperonismo de las décadas del cuarenta y cincuenta. En 1983 logró lo imposible: derrotar al peronismo en las urnas. Seis años más tarde volvió a la oposición para colaborar con el presidente Carlos Saúl Menem. En 1999 retornó al poder como miembro de una alianza con un sector del peronismo liderado por Chacho Álvarez. A fines de 2001 ejerció un rol fundamental en el proceso de elección de Eduardo Duhalde como presidente interino.

Hasta ese entonces el radicalismo siempre había sido una fuerza política de centro izquierda (salvo durante la presidencia de Alvear-1922/28). Yrigoyen, Illia y Alfonsín fueron típicos exponentes del liberalismo de izquierda. A ninguno de ellos se le hubiera ocurrido hacer una alianza con su enemigo histórico: el conservadorismo. Increíblemente, a partir del ascenso al poder del kirchnerismo la UCR fue volcándose hacia la derecha del arco político. El acuerdo electoral entre Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez en la provincia de Buenos Aires tiró por la borda una brillante y digna tradición democrática y liberal de una fuerza política que a esa altura había comenzado a perder el rumbo. El golpe de gracia a dicha tradición lo dio la dirigencia radical al decidir formar parte de Cambiemos, una fuerza política de derecha no peronista que representa los intereses del “orden conservador”. Con el triunfo de Macri los más conspicuos referentes radicales, con la honrosa excepción de Leopoldo Moreau, pasaron a ser conspicuos portavoces del macrismo. Increíble pero real. En este sentido quien mejor interpreta este fenomenal travestismo ideológico es el dirigente mendocino Ernesto Sanz. Su léxico político es tan de derecha como el del propio Macri. A veces cuesta reconocer en él a un dirigente radical. En las últimas horas se quejó de la lentitud de la Justicia y dijo que “algún legislador del kirchnerismo tendría que proponer ponerle Néstor Kirchner a la cárcel de Ezeiza”. Una provocación innecesaria y gratuita de parte de un referente del radicalismo que parece no ser consciente del daño que le está haciendo al propio radicalismo, una fuerza política forjada sobre los valores de la libertad, la justicia, la democracia, los derechos humanos y el respeto a la dignidad del hombre.

El presidente de la Nación ha decidido llevar el conflicto con los gremios docentes hasta las últimas consecuencias. El sábado 18 comparó lo que sucede hoy en el país con el Japón de la posguerra, luego del ataque atómico de Estados Unidos. “Para que un país pueda levantarse, la escuela nunca debe parar”, escribió el presidente, acompañando una foto en la que se ve a un maestro dando un clase al aire libre a un grupo de chicos en la devastada Hiroshima. Este posteo llegó inmediatamente después de que la gobernadora Vidal solicitara dar comienzo con los trámites tendientes a retirarle la personería gremial a los sindicatos que continúan con las medidas de fuerza. Consultados por Página/12, los principales referentes del sindicalismo docente consideraron que lo que pretende el gobierno es evitar que la ciudadanía tome nota de sus incumplimientos a las leyes de educación nacional y de financiamiento educativo. Hugo Yasky, referente de la CTA, está convencido de que lo que pretende el Gobierno es enfrentar a los gremios docentes con la ciudadanía: “Quiere generar un clima de confrontación en el que pretende estigmatizar a los docentes, poniéndolos bajo el dedo acusador en una lucha de pobres contra pobres en la que supuestamente los daños tienen que ver con los que tenemos al lado y no con los que tenemos arriba”. Por su parte, Roberto Baradel, secretario general de Suteba, consideró que el gobierno “busca generar una fuerte crisis” para imponer reformas a la educación pública y “quebrar” el espíritu de lucha de los docentes. Sergio Romero, referente de UDA, señaló que “hay una incertidumbre tremenda en la sociedad” debido a la “crisis sin rumbo” causada por Cambiemos.

El presidente escribió en las redes sociales: “En la foto se ve que los chicos continuaron estudiando en una escuela sin paredes, sentados en pupitres rotos, cajones de carbón y mandarinas rodeados de su ciudad pulverizada. Dos meses después de la bomba, de pie, al frente de todos ellos volvió a estar el maestro. Dando clases como todos los días, como si nada hubiese cambiado, aunque los chicos no tuvieran ni libros ni cuadernos y muchos de ellos, tampoco padres. Por dos años estuvo en ruinas, sin escuelas, pero durante ese tiempo sus alumnos nunca dejaron de asistir a clases y los maestros nunca dejaron de estar al frente de ellos”. La réplica de los dirigentes de la educación no se hizo esperar. Dijo Yasky: “Está bien que Macri empiece a tomar dimensión de los estragos que está produciendo en el tejido social su política de ajuste y destrucción de los derechos de los sectores populares. Lo malo es que la solución que propone es que los trabajadores renunciemos al derecho a un salario digno”. Y agregó: “Por este camino, dentro de poco, seguramente, el Presidente nos va a recordar que los maestros en Grecia eran esclavos para terminar de convencernos de que sigamos ese buen ejemplo y no pidamos que nos paguen por nuestro trabajo”. Para Baradel, el Gobierno “está yendo a la guerra contra los docentes” y por eso emplea metáforas de índole bélica. “Estoy convencido”, arengó, “de que el Gobierno quiere utilizar al conflicto docente como Thatcher hizo con los mineros en Inglaterra o Reagan con los controladores aéreos en Estados Unidos”. “Macri quiere quebrarnos para tener vía libre para privatizar y para imponer la flexibilización laboral de todos los trabajadores del país”, remató. Romero reconoció estar preocupado por el “desentendimiento que tiene este gobierno con la educación argentina” y las leyes que lo obligan a garantizar su pleno funcionamiento. “Se desentienden de la educación tirándole a las provincias la responsabilidad de hacer lo que puedan, y poco pueden hacer las provincias. Generan más conflicto en lugar de buscar soluciones. Desde hace meses no se sabe dónde está el ministro Bullrich, que es el responsable del tema. Hay una incertidumbre tremenda en la sociedad porque lo que se ve no es un conflicto puntual sino una crisis sin rumbo”, concluyó (fuente: Nicolás Lantos, “Una imagen bélica para los docentes”, Página/12, 19/3/017).

En su edición del 19 de marzo, Página/ 12 publicó un artículo de Mario Wainfeld titulado “El ardiente fin del verano”. Dice el autor: “La Paritaria Nacional Docente fue establecida por ley durante los gobiernos kirchneristas y se reunió año tras año” (…) “La gestión del presidente Mauricio Macri acató la norma en 2016 y la deja sin efecto de facto (o de prepo) en 2017. La gobernadora María Eugenia Vidal, antaño hada buena, malversa el uso de su varita mágica e inventa un “premio” (plus salarial por un solo mes) para los docentes que no ejercieron su derecho de huelga. El “plus”, bien mirado, es un “menus”, una quita a quienes defienden sus intereses con herramientas lícitas. Una sanción capciosa, que contraviene los tratados suscriptos con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de plena vigencia nacional conforme la Constitución de 1994”.

“Las palabras del oficialismo y sus aliados se bifurcan, contradiciéndose cotidianamente. Por un lado, el empalagoso discurso del consenso y el diálogo, las sonrisas, los mantras laico-budistas como “queremos ayudar”. Por otro, las promesas incumplidas, la distorsión de los hechos, los datos inventados, los improperios y amenazas. Los acuerdos en el Congreso y en la Legislatura provincial son vetados cuando los parlamentarios (a veces hasta los propios) procuran favorecer a laburantes: la ley anti despidos o las expropiaciones para que empresas recuperadas puedan seguir funcionando” (…) “El diario Clarín titula; “La CGT para el 6 de abril mientras el Indec dice que bajó el desempleo”. Un prodigio de creatividad combinar dos hechos aparentemente contradictorios. Se consigue merced a una falacia, que todos los medios (hasta la nota interior de Clarín) explican. El índice de desempleo bajó con relación al trimestre anterior por una causa desoladora: cientos de miles de argentinos dejan de buscar trabajo porque perciben que su esfuerzo será vano y caro. No están empleados: están en la vía y sin esperanzas”.

“El incremento de la pobreza y la desocupación es perceptible a simple vista. Un dirigente social cuanta haber visto en las ollas populares que van con un bidón cortado al medio: se llevan comida para la noche. La escena recuerda lo que pasaba en los comedores escolares a principios de siglo: los pibes guardaban parte de su almuerzo para la cena familiar” (…) “En esta semana la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo anuló la personería de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y del Premetro. Desarticular un gremio de transporte combativo en las inminencias de una huelga general, es funcional al oficialismo” (…) “En tándem, la gobernadora Vidal reclama sanciones, hasta la quita de personería a los gremios docentes. Cero asidero jurídico, para variar. En los doce años de kirchnerismo no se decretó la ilegalidad de ningún paro. Y las quitas de personería fueron escasas, se pueden contar con los dedos de una mano. La pinza político-judicial Cambiemos anhela cambiar ese paradigma” (…).

“Las grandes corporaciones empresarias, con Clarín a la cabeza, son el ala combativa de la coalición Cambiemos. Reclaman, de modo cada vez más insistente, prisión para Cristina Fernández de Kirchner y leña para quienes se manifiestan en el espacio público. Según un informe del Centro de Estudios del Trabajo y Desarrollo (Cetyd) en base a datos de la AFIP, las grandes firmas habían producido, desde noviembre de 2015 hasta mayo de 2016, el 75 por ciento de los despidos en actividad privada. No hay disponibles cifras oficiales posteriores pero la seguidilla de cierres y suspensiones a razón de cientos de trabajadores por establecimiento o empresa hacen suponer que la tendencia se mantiene. Tal vez haya dificultades económicas. Pero incide también el afán de domesticar a la clase trabajadora, condimentado con una pizca de revanchismo por los años en que debieron sofrenarse porque había un gobierno pro-operario. En los discursos y declaraciones de los triunviros cegetistas aparece, con fuerza inusual, la interpelación a las patronales por los despidos. El gobierno es responsable del contexto general y también de haber declarado “zona liberada” al mercado de trabajo cuando dieron la señal con las cesantías en el sector público. Los empresarios, a su vez, abusan de su poder” (…) “El titular del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), Jorge Todesca, increpa de mal modo y les grita a trabajadores que están parando. Se ensaña con una mujer: macrismo puro” (…) “La mujer con presencia y dignidad no le tolera que grite, no se calla ni se va. Todesca amenaza con sancionarla. Parece un sargento primero y no un funcionario avezado, con formación intelectual. Enrojece, se saca, como Macri en el Congreso cuando le mentaron al gremialista Roberto Baradel. Los nervios traicionan o develan. Los mister Hyde de PRO o del duhaldismo residual dan rienda suelta a su idiosincracia”.

“En su edición del 19 de marzo La Nación publicó un artículo de Morales Solá titulado “Un método que se agotó”, en el que no oculta la aversión que siente por los piquetes. Dice el autor: “Una forma de hacer política se está agotando. O se está agotando la paciencia de la sociedad. Es lo mismo. Una ciudad caótica, frecuentemente tomada por la intensa protesta de movimientos sociales. Ese estado de sublevación constante se mezcla con huelgas que han sucedido y sucederán” (…) “¿Se trata en todos los casos de una conspiración kirchneristas? Todo lo que pueda debilitar a Macri será bienvenido por la facción política que se fue del poder. Pero sería arbitrario señalar que todo es obra directa del kirchnerismo. Hay una mecánica que lleva casi 16 años de vigencia y que consiste en hacer visibles las protestas con los piquetes” (…) “El único argumento común de sindicatos y movimientos sociales es que necesitan “descomprimir la presión de las bases”. Entonces, hay malestar para que haya presión. Es cierto que el Gobierno demoró, en el caso de los movimientos sociales, los pagos del último mes” (…) “La burocracia es, por lo general, insensible a las urgencias políticas. Otra versión indica que instancias decisivas de la administración frenaron ciertos pagos por los aprietos del Tesoro. Ningún gobierno dice nunca cómo fueron las cosas que terminan en un conflicto” (…).

“En rigor, la “presión de las bases” se debió no sólo a los atrasos en el pago de planes, sino también a que no recibieron nada nuevo después del espectacular anuncio de un acuerdo por 30 mil millones de pesos hasta 2019. Sucede que la ministra de Desarrollo social, Carolina Stanley, se propuso mejorar las prestaciones para que los recursos de ayuda social se conviertan en trabajo formal para los que tienen trabajo informal. Es una tarea monumental, porque casi el 40 por ciento de los trabajadores argentinos son informales” (…) “El problema es el método” (…) “La democracia no puede ser usada para cualquier cosa. Están dentro o fuera del sistema político. Están dentro o fuera de las instituciones, que incluyen el diálogo y el acuerdo. La morosidad del Gobierno, aceptada por éste, puede ser denunciada con firmeza, pero el piquete que desquicia a ciudadanos inocentes es un recurso predemocrático. La huelga de la CGT tiene otros condimentos” (…) “Hay algunos reclamos genuinos, que tienen que ver, en el caso de los metalúrgicos, con la crisis de Brasil” (…) “También hay reclamos políticos. Que se cambie la política económica. Que renuncie un ministro. Que se firme un decreto que prohíba los despidos” (…) “El paro se hará, inevitable desde que la cúpula de la CGT fue echada de un palo por la izquierda y el kirchnerismo. Atenazada por esas franjas contestatarias, la central obrera encontró en la medida de fuerza el único punto de convergencia y unidad. Ésta es la verdad. No es casual que todas esas rebeldías sucedieran después de que se supo que Macri cayó en las encuestas del mes anterior. Las más recientes mediciones de Poliarquía constataron una estabilización de ese descenso. Es decir, el Presidente no recuperó simpatías, pero tampoco siguió cayendo. Un 44 por ciento de la poblacional nacional está dispuesta a votar candidatos del Gobierno; un 45 por ciento votaría a candidatos opositores” (…) “Todo el universo oficial tropieza con mayoritarias oposiciones en el conurbano bonaerense. ¿Extraño? No. Ahí es el único lugar del país donde Cristina Kirchner le gana en popularidad a cualquier otro. Ahí está también la mayoría de los pobres. La política debe encontrar una solución por elementales razones humanitarias, pero también porque el populismo necesita de los pobres para su improbable regreso”.

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