Por Hernán Andrés Kruse.-

El lunes 6 de febrero el Tribunal de Dolores dictó sentencia. Eran las 13 horas. El país se paralizó. Los ocho acusados por el homicidio de Fernando Báez Sosa fueron encontrados culpables. Las sentencias fueron durísimas. Cinco de ellos fueron sentenciados a cadena perpetua mientras que los tres restantes, a quince años. Seguramente en el momento de escuchar a los jueces los rugbiers finalmente hayan tomado conciencia de lo que les espera de aquí a muchísimos años. Porque en un futuro no tan lejano comenzarán a experimentar en carne propia lo que significa estar preso en la Argentina.

Para que todos seamos conscientes de lo que les espera a los rugbiers si finalmente Casación confirma la sentencia del Tribunal de Dolores, nada mejor que leer las declaraciones efectuadas hace unos días por Ariel “el Gitano” Acuña. Acuña fue uno de los miembros de la tristemente célebre banda “Los 12 apóstoles” que el 30 de marzo de 1996 organizó un motín en Sierra Chica. Los amotinados se dirigieron hacia la entrada principal de la prisión de máxima seguridad y cuando la guardia armada comenzó a disparar utilizaron a varios guardias como escudos humanos. Al no poder huir los 12 apóstoles, comandados por el temible Brandán Juárez, se replegaron al interior del campo de concentración y se pelearon con una banda rival. Varios miembros de esa banda rival fueron asesinados, descuartizados e incinerados en el horno de la panadería. Incluso se afirmó que los 12 apóstoles habían preparado empanadas con carne humana.

Ariel “el Gitano” Acuña participó, pues, de uno de los motines más sangrientos que recuerde la historia carcelaria argentina. Su palabra es, qué duda cabe, “más que autorizada” cuando se refiere a la vida dentro de la cárcel. ¿Qué fue lo que dijo este siniestro personaje? “Estos pibes tuvieron tres años para pedir perdón a la familia de Fernando Báez Sosa pero usaron la ironía, se hicieron los piolas”. “Son todos nenes de mamá, que se pensaron que se llevaban el mundo por delante y hoy tienen que pagar las consecuencias”. “Van a conocer el rigor en la cárcel”, aseguró (fuente: Perfil, 8/2/023).

Los rugbiers están en la antesala del infierno. Es cierto que están presos desde hace tres años pero en todo este tiempo gozaron de ciertos privilegios que no han hecho más que enfurecer a los otros reclusos. Todavía no han experimentado en carne propia lo que significa estar presos, es decir, lo que significa “convivir” mañana, tarde y noche con los otros presos. Todavía no han conocido el rigor en la cárcel. Todo el mundo entiende el significado que le da Acuña al sustantivo “rigor”. Provoca escalofríos. Ello explica la desesperación de los padres de los rugbiers por hacer todo lo que esté a su alcance para garantizar una estadía en la cárcel lejos de los restantes reclusos. Como algunos de ellos son poderosos económicamente seguramente “convencerán” a los guardias para que extremen todos los recaudos que garanticen su seguridad. Pero en algún momento los rugbiers no tendrán más remedio que “convivir” con los otros reclusos, quienes les harán experimentar en carne propia el “rigor” del que habla el miembro de los 12 apóstoles.

El crimen de Fernando Báez Sosa puso nuevamente al descubierto lo que son las cárceles y la corrupción del sistema penitenciario. Durante días varios canales de televisión mostraron el interior de algunas cárceles del conurbano bonaerense. Realmente no tienen nada que envidiarle a Auschwitz. Las imágenes son tenebrosas. El interior de esas cárceles son cloacas humanas. ¿Alguien puede creer que los presos pueden ser resocializados en esas condiciones? Durante varios días, además, varios abogados penalistas y ex presos participaron en algunos programas de televisión y coincidieron en afirmar que los privilegios tienen su precio. En buen romance: la seguridad es cara.

Pese a no ser abogado penalista me tomo el atrevimiento de afirmar, como ciudadano, que el Tribunal de Dolores aplicó las penas que correspondían. Algunos, como el abogado defensor de Báez Sosa, Fernando Burlando, no quedaron conformes porque entienden que los 8 rugbiers debieron ser condenados a cadena perpetua. Sin embargo, me parece que las penas fueron durísimas ya que si Casación las confirma cinco de los asesinos de Báez Sosa jamás volverán a caminar libremente por la calle. Ello explica el dolor y la desesperación de sus atribulados padres. Pero en este punto no hay que olvidar lo siguiente. Es cierto que los padres de los cinco rugbiers condenados a reclusión perpetua jamás volverán a charlar con ellos como lo hacían antes del 18 de enero de 2020. Pero al menos podrán visitarlos en sus lugares de detención. En cambio, los padres de Báez Sosa están condenados mientras vivan a visitar a su hijo en el cementerio. La diferencia es sustancial.

Estoy convencido de que se hizo justicia. Los 8 condenados molieron a patadas a un joven que, estando en el piso, rogó por su vida. Fue una abyecta demostración de cobardía, inhumanidad, desprecio por la vida. Para los 8 condenados Báez Sosa era “un negro de mierda” que había que pisarlo como si fuera una cucaracha. Y lo que es peor: jamás se arrepintieron. No lo hicieron porque no les importó haberlo matado. Ello explica su macabra decisión de ir a cenar luego de haber cometido el crimen. Semejante frialdad, ausencia de empatía por Báez Sosa, merecían un castigo ejemplar. Y en esta oportunidad, el Tribunal de Dolores estuvo a la altura de las circunstancias.

La jueza Capuchetti, custodiada por expertos

Siempre es bueno refrescar la memoria. El 1 de septiembre de 2022 un sicario estuvo a punto de asesinar en vivo y en directo a Cristina Kirchner. Han pasado casi cinco meses y todo parece indicar que los únicos responsables fueron los miembros de la banda de los Copitos. Lo más llamativo ha sido la inacción de la jueza que tiene en sus manos la causa: María Eugenia Capuchetti. Para utilizar un lenguaje coloquial: la jueza Capuchetti ha demostrado ser una experta en el arte de lavarse las manos. En este sentido es una magnífica discípula de Poncio Pilatos. Ello explica la decisión del doctor Ubeira, letrado de Cristina, de recusar a la magistrada. Lamentablemente, su pedido se estrelló contra el respaldo corporativo con que cuenta Capuchetti.

En su edición del 7 de febrero, Página/12 publicó un artículo de Irina Hauser titulado precisamente “Atentado contra CFK: el respaldo corporativo a los vínculos de María Eugenia Capuchetti con el PRO”. Escribió la periodista:

“La Cámara Federal, con el voto de Leopoldo Bruglia, volvió a respaldar a la jueza María Eugenia Capuchetti al frente de la investigación del atentado contra Cristina Kirchner. En una resolución de cinco páginas, sostuvo que la magistrada no tiene prohibido ejercer la docencia o hacer trabajos de investigación en el Instituto de Seguridad Pública de la Ciudad de Buenos Aires (ISSP), que depende de la estructura del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta y en forma directa del Ministerio de Seguridad que dirige Marcelo D´Alessandro, ahora de licencia por sus intercambios por Telegram con un colaborador del juez supremo Horacio Rosatti sobre fallos en casos de su interés. La querella de la vicepresidenta había mostrado que la propia resolución de designación de la magistrada decía que el instituto en cuestión funciona como “apoyo a la conducción política del sistema de seguridad integral” porteño y eso es “incompatible con la función judicial”. En su fallo, el camarista retó con una “advertencia” al abogado José Manuel Ubeira al adjudicarle “la abusiva utilización de términos objetivamente ofensivos y agraviantes” hacia Capuchetti (…).

La querella también había llamado la atención sobre el hecho de que, pese a haber abierto un legajo sobre las responsabilidades de fuerzas de seguridad en el contexto del intento de asesinato, la jueza no había avanzado en analizar posibles delitos de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, al mando de D´Alessandro, que desde los días previos al atentado había desplegado decenas de agentes en la zona. Por ejemplo, decían los abogados, el 27 de agosto los agentes se mostraron a la ofensiva contra los manifestantes que apoyaban a CFK, filmaron desde los balcones, dejaron pasar hacia el edificio de ella a integrantes violentos de Revolución Federal, no les pareció raro que hubiera vendedores de copos de azúcar y no advirtieron que Fernando Sabag Montiel ya estaba ahí armado. ¿Qué dijo Bruglia sobre esto? Que “las críticas efectuadas por posibles omisiones en la investigación, en tanto exceden el marco de esta incidencia, no serán tratadas”. Sugirió que si quieren intenten con un “debido planteo a través de las herramientas procesales especialmente legisladas para dar respuesta a dichos reclamos (…)”.

Saque el lector sus propias conclusiones.

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