Por Luis Américo Illuminati.-

Del celular de la detenida Brenda Uliarte surge una serie de mensajes que la comprometen en el atentado a la vicepresidente, un hecho que como todas las cosas que a ésta le ocurren son controvertibles, increíbles y puestas en discusión, ya que -le guste o le disguste- le comprende el «síndrome de Pedro y el lobo», y ocurre la misma situación del pastor mentiroso que cuando dijo la verdad nadie le creyó. Del contexto hasta ahora revelado del celular de Brenda surge que la trama del «plan criminal», tiene ribetes absolutamente grotescos e increíbles que hacen ver a Brenda con un perfil parecido al de Nahir Galarza -la muchacha que mató a su novio- y a Sabag Montiel como Facundo Huala Jones.

Pero independientemente de juzgar si se trata de un atentado real o ficticio, punto sobre el cual en otra parte dijimos que nos inclinamos por una epojé o suspensión provisoria del juicio, los acusados se parecen bastante a los personajes de la película de Stanley Kubrick «La Naranja Mecánica» (1971), ya que son un patético producto o fruto podrido de una sociedad enferma y de un gobierno bribón. La película cuyo mensaje supera a la novela de Burgess (1962) es una síntesis distópica sobre el espacio para la libertad humana en un mundo donde el sujeto debe elegir entre el bien y el mal. Y por instinto de imitación y aberración, un grupo de lúmpenes extraviados y sin brújula moral eligen el mal. Son sádicos y nihilistas y desarrollan una violencia inusitada. Atacan a la manada que es la sociedad, la cual es manipulada por un gobierno que no es ningún ejemplo. Individuos amorales que se han enquistado en el aparato del Estado. Una vez atrapado el líder de la pandilla criminal (Alex), el gobierno pretende curarlo mediante un lavado de cerebro. Pero ya es tarde. Pues no se puede reparar lo que ya está irreparablemente dañado. Es la sociedad en su conjunto la que ha fallado. De tal palo tal astilla. De tales padres tales hijos. Es el actual contexto argentino. Un naufragio.

El mal ejemplo de arriba repercute para abajo. Es la generación «Z» que ha absorbido todo el sombrío desarrollo del kirchnerismo con sus incidentes y vaivenes a lo largo de casi 20 años, captando adeptos y fanáticos desorbitados. Vaya saber uno si los detenidos no son fanáticos decepcionados. Por lo tanto, son parte de la generación Z-K. El propio Alberto refiriéndose a Sabag, dijo: «Quien intentó llevar adelante un magnicidio no es un monstruo escapado de alguna tierra lejana, ni viene de otra galaxia, ni nació marcado para ser asesino. Es uno de nosotros. Un joven, un miembro de nuestra nación, nuestra comunidad, nuestro país”.

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