Por Norberto Zingoni.-
Hoy también luego de una resonante derrota, como la de 1983, empieza un nuevo intento de Renovación del peronismo. Desde 1983 hasta 1987 se intentó pasar de un Movimiento vertical, casi de una democracia directa, como había sido desde su origen y en especial cuando vivía Perón, a un Partido horizontal, democrático, con elecciones para elegir sus candidatos, con programas de gobierno aprobados por el congreso partidario, con ¡Tribunal de Disciplina! que sancionara a los que iban vacíos y en nombre del peronismo a la función pública y regresaban llenos. Saciados. Empalagados de poder y dinero. Y siempre en nombre del peronismo. Pero el sueño renovador duró poco. Nada de eso perduró en el tiempo. La historia fue así:
En 1983 los sectores del viejo peronismo reacios a cualquier renovación (dirigentes que venían desde antes de la dictadura de 1976), tenían en su poder la sigla PJ, cierta pátina de legalidad (como ahora) avalada por la justicia electoral que venía de la dictadura, y muchos gremios (del lado de la Renovación sólo estaban lo que se llamó “los 25”, encabezados por el Roberto García de taxis y Borda del caucho); por lo cual tuvo que inventarse un Frente Renovador que se llamó (parecía el nombre de un medicamento) Frejudepa para presentarse en las elecciones de legisladores de 1985. Estábamos obligados a ir por fuera del PJ. Ganó la Renovación; el PJ -con sigla y escudito- salió segundo o tercero (como ahora); y en 1987 producto de ese triunfo renovador Cafiero ganó la provincia de Buenos Aires. Pero luego del esfuerzo de Cafiero, Duhalde, De la Sota y tantos dirigentes que abrazaron con ilusión la Renovación, vino el triunfo de Menem (en 1988 Menem gana la interna contra Cafiero y en 1989 gana la presidencia). Y adiós renovación. Menem no sólo era movimientista (siempre y cuando él dirigiera el Movimiento), sino que le adosaba la cuota de picaresca y demagogia que aún seduce a muchos dirigentes políticos argentinos. Aquellos primeros cuatro años de la Renovación fueron años de congresos peliagudos, piñas (nos tocó ser congresal nacional y provincial y apoderado judicial del Frejudepa), saltos de garrocha de un bando a otro (Asís dixit), impugnaciones judiciales, etc. Impugnaciones judiciales, congresos amañados, roscas y contraroscas, que (ojalá me equivoque) creo que se van a repetir en esta Segunda Renovación. De lo dificultoso que puede resultar esta Segunda Renovación y sin necesidad de tener información privilegiada, se constata que:
-Kunkel y el hiperkirchnerismo propusieron a Cristina Kirchner como conducción del Partido (en aquellos tiempos de la Renovación Kunkel ya merodeaba a la espera de su desquite personal que encontró en este gobierno…)
-Scioli sigue hiperactivo luego de la carrera presidencial y lo único que puede manotear es el PJ. Y conociendo su hiperactividad (es como esos maratonistas que no pueden parar en la línea y siguen corriendo un trecho más) no hay duda de que irá por el cargo.
-Los restos presentables del kirchnerismo: (Urtubey, Gioja, Randazzo, Magario, etc.) aspiran a lo mismo, dirán: “no fuimos, ni somos kirchneristas, somos y fuimos peronistas y queremos encabezar la 2da. Renovación”. Ya van a ver…
-De la Sota, Lavagna, Schiaretti, aspiran a encabezar una renovación parecida a la del 83.
-Sergio Massa (imagino yo) se debatirá entre seguir armando su Frente Renovador o meter mano en el PJ ayudando a De la Sota.
-La Cámpora quiere meter mano en la reorganización del peronismo. Por otra parte algunos de ellos ya están adentro.
Con este panorama ¿alguien puede pensar en una reorganización pacífica, democrática y acordada del peronismo?
A la puja de todos estos sectores habría que sumarle un hecho casi imperceptible: desde hace años que no hay en el peronismo hábitos democráticos internos. No estamos acostumbrados a la rutina partidaria. ¿Podrá lograrse que todos los afiliados acepten “amablemente” someterse a una elección interna que dirima cargos y funciones, que se respeten a las minorías, que se discutan los programas de gobierno, etc. etc.? Todo eso no se consigue de la noche a la mañana. Aunque la rica historia del peronismo justificaría un último esfuerzo…antes de la disgregación definitiva.
Hay otra cuestión que ha pasado desapercibida tanto para politólogos como para muchos peronistas de deditos en V y la Marchita a todo pulmón (mientras afuera espera la cola de aviones o los autos oficiales con chofer): en el peronismo quien tiene el gobierno tiene al Partido. Algunos estudiosos del peronismo, generalmente extranjeros (Steven Levitsky), lo han destacado. Es decir hay una simbiosis entre gobierno y Partido que le ha impedido a éste último desarrollarse por fuera del gobierno. Y de ahí la falsa creencia especialmente para muchos antiperonistas viscerales que han florecido en los últimos tiempos de que nadie puede gobernar sino el peronismo. No es así; es que para la mayoría del peronismo no hay Partido sin gobierno. Y viceversa. Y eso es imposible, no se puede ser gobierno siempre.
Por último: en los primeros tiempos del kirchnerismo Néstor Kirchner estaba convencido de fundar una formación política transversal (como le soplaba Chacho Álvarez). Este partido kirchnerista hubiese sido de gran utilidad para la política argentina y en especial para el peronismo. Que tuvo que soportar el desprestigio de este menjunje kirchnoperonista.
Si me permiten un consejo a los viejos compañeros que de buena fe intentarán esta Segunda Renovación:
Solicitud de intervención judicial por un año como máximo (a nivel nacional y pcia. de Bs. As.) por encontrarse el Partido en las causales de disolución que prevé la Carta Orgánica. Y por no haber cumplido ninguno de los plazos ni requisitos previstos en la misma.
Re-afiliación partidaria con padrones informatizados y controlados por el juzgado electoral. Con los actuales padrones (truchos) es imposible hacer elección interna alguna. Será otra fuente de impugnaciones judiciales que durarán años.
Elecciones internas en un plazo de seis meses a un año para dirimir todos los cargos partidarios. Controladas por veedores judiciales.
“Desde que caímos en 1955 he pensado en institucionalizar el Movimiento, hasta ahora absolutamente gregario, en una verdadera institución política, que no solamente se ocupe de la lucha política, sino también de la cultura política que nuestro país necesita” (JDP, mensaje a gobernadores 2/8/1973).
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