Por Máximo Luppino.-

La historia de los pueblos contiene páginas sombrías. De los “tristemente célebres” que son necesarios estudiar y analizar, están los renglones en los que aparecen los díscolos inadaptados al orden democrático. Jonathan Morel ya logró protagonismo entre los cultores del crimen y la intolerancia extrema. Morel será señalado como lo peor de una Argentina que desea vivir en paz y desarrollarse en total armonía y convivencia con el prójimo.

Jonathan Morel, arrestado recientemente por incitación a la violencia colectiva, amenazas de muerte a funcionarios de la república, apología del delito, también será investigado para determinar qué grado de participación podría haber tenido en el atentado a Cristina Kirchner.

Morel es líder de la Revolución Federal, una agrupación política de ultra derecha con vocación violenta y destructiva, había militado para Mauricio Macri, luego fue mutando hacia expresiones políticas más extremas como la de Javier Milei. De hecho, Revolución Federal se autodefine como una expresión de la derecha libertaria. Un dilatado material fotográfico lo vincula con Macri, Milei y Bullrich entre otros representantes políticos de la derecha argentina.

Claro que las ideas políticas de Jonathan Morel no se cuestionan, tampoco las de Revolución Federal. Tienen todo el derecho del universo de profesar las ideas que bien deseen. El problema acontece cuando pregonan “eliminar” a sectores ajenos a sus creencias.

El historial violento de Revolución Federal es abultado, desde las bolsas mortuorias con nombres de políticos y personas ajenas a sus ideas, hasta aseverar: “Yo veo un kirchnerista y lo quiero hacer sangrar” “Al Kirchnerismo, cárcel o bala”…

Desde la “marcha de las antorchas” con bombas molotov incluidas que fueron arrojadas a la Casa Rosada, hasta exhibir una maqueta de una guillotina amenazante, “prometiendo muerte” a opositores dando lugar a su primitivo sentir. Más el posible financiamiento del atentado a la señora vicepresidenta de la Nación, no dejaron episodio criminal sin cometer. A la luz del análisis más minucioso y exacto de todos estos hechos, la justicia argentina deberá encuadrar las acciones de Morel y de Revolución Federal como actos de terrorismo. Ya que en verdad esto es lo que aconteció. Tomemos conciencia de la gravedad institucional de lo que nuestra sociedad vivió.

La causa judicial nos habla de un monto de dinero superior a los 7 millones de pesos de parte de la familia Caputo en beneficio de Morel por muebles que jamás se realizaron. Morel tercerizó el pedido de mesas pedidas, según sus propias palabras. La empresa de los Caputo paga por adelantado un “trabajo” de carpintería que jamás se efectuó. Cada día que pasa parece cobrar más forma la teoría de un financiamiento económico a Revolución Federal y su atentado a Cristina. La lista de posibles homicidios es muy larga. Estaban apuntados el presidente de la república Alberto Fernández, Máximo Kirchner, Sergio Massa y demás funcionarios amenazados.

Lo que hace grande a la acción política es el servicio humanitario y solidario al semejante, el desarrollo de criterios que promuevan el Bien Común, justamente las doctrinas de integración y justicia social son las más plausibles. Revolución Federal exhibe todo lo contrario. Se mueven en un esquema de odio y rencor, abogando por la destrucción de las personas que creen en otras ideas ajenas a la de ellos mismos.

Si la justicia demuestra, como parece ser, que “Los Copitos” fueron solventados para efectuar un magnicidio contra la Nación Argentina en la figura de la vicepresidente estaríamos frente a un episodio inédito de maldad pocas veces registrado.

Jonathan Morel, Los Copitos y referentes de Revolución Federal están detenidos, mientras los mentores de los atentados continúan plácidamente amontonando billetes y propiedades, pensando en qué lugar del mundo van a vacacionar. Unos, las frías celdas y otros disfrutan de delicados manjares del mundo de los millones. Además de perversos un tanto tontos. “Los Copitos”, con vocación de daño al país, no los disculpamos, todo lo contrario, deben responsabilizarse de sus atrocidades delictivas.

Las elecciones generales del 2023 nos darán oportunidad de elegir qué forma de vida queremos para nuestra patria. Revolución Federal nace por la fomentación de la intolerancia por parte de muchos dirigentes obtusos, que prometen incendio, balas y sangre. De ese infierno nada bueno surgirá.

Mal político es el que aprovecha las penurias del pueblo para sembrar discordia y resentimiento. La doctrina de “Ofrecer la otra mejilla” es correcta.

Desde la cárcel esperamos que estos jóvenes piensen, reflexionen y sobre todo aprendan a tolerar y convivir con personas de diferentes criterios.

Avanzan los individuos que fieles a sus ideales aprenden a adaptarse a las realidades imperantes.

Vivir es un magnífico milagro que debemos honrar sirviendo a la comunidad donde el cariño es fundamental. En la felicidad del prójimo encontramos nuestra alegre realización espiritual.

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