Por Manuel Lichtenstein.-

La cabra siempre al monte tira y al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen, de manera que en los últimos zarpazos después de la inevitable derrota de Cristina, no pudo con sus enfermizas locuras de Palacio.

Mauricio Macri le mostró a esta bruja corregida y aumentada, sin escoba pero sí montada en sus aviones a chorro, lo que es ser un Caballero de Ley.

Aunque para mí fue condescendiente al pedo, pero no habrá querido más quilombos de los que va a enfrentar el primer minuto que ponga el culo en el sillón de Rivadavia.

Pero este afloje nos pone sobre aviso, porque peligran las posibilidades de que este nuevo gobierno las emprenda derecho viejo y vaya con todo hasta que los chorros sin ganzúa y los corruptos de triste y larga historia, que se pasan por los testículos los Derechos Humanos, paguen como Dios manda, sus fechorías.

¿Quién puede negar los crímenes, asesinatos y múltiples secuestros que se mandaron estos mismos montos, allá por la década de los 70?

Pero como contrapartida al acuerdo Cristina-Mauricio sobre las cifras reales del balotaje, la anunciada composición del nuevo gabinete, a juicio de un zorro viejo como yo, mejor es imposible ya que los nombres que componen los ministros, secretarios y funcionarios designados por Macri, son de una solvencia moral y profesional que está fuera de toda duda y discusión, con el agregado que la confirmación en su cargo de Lino Barañao, como Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, es un verdadero golazo.

En fin, resumiendo, de movida y sin haber dado todavía el puntapié inicial en este duro campeonato en que se largó a pelear el Ingeniero, ya está en la lista para el bronce.

En lo personal, no creo que exagere mi entusiasmo, ya que si para muestra, hace falta un botón, a través de estos pasos preliminares, tenemos botón para rato, y en una de esas, antes de terminar mi contrato con el Barbudo de Arriba, me cruzaré con el Presidente de la Nación soñado, que por otra parte, después de bancarme tantas agachadas y changadas de los anteriores al Ingeniero, que con la cola calentaron el Sillón de Rivadavia, bien que me la merezco, como la merecen los 40.000.000 de mis compatriota, sin distinción ni discriminación de ninguna marca.

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