Por Jorge Enrique Yunes.-

Quien haya leído alguna vez “El Rosario de Satanás” o “Prostitución y Rufianismo”, del periodista y escritor entrerriano Héctor Nicolás Zinni, podrá colegir que el título de “La Chicago Argentina”, que siempre se le endilgó a nuestra querida ciudad de Rosario, Cuna de La Bandera, no responde precisamente, como algunas veces se intentara, a los volúmenes de las cotizaciones en la Bolsa de Cereales, comparables con la Bolsa de Chicago, en Estados Unidos, sino más bien al nivel de delincuencia que se gesta, sin solución de continuidad, en su vapuleado territorio.

Es que nuestra “Capital de los Cereales”, como le cantara el magistral salteño Don Eduardo Falú, reedita diariamente un sinnúmero de crímenes y delitos vinculados claramente a la lucha territorial entre distintos carteles del narcotráfico.

Particularmente creo que la lucha contra la droga se perdió hace mucho tiempo atrás y en todos los frentes. No sólo en nuestro país, sino en el mundo entero.

¿Cuál sería la solución a este verdadero flagelo internacional? Algunos creen que la legalización del consumo y comercialización de estupefacientes a nivel mundial asestaría un golpe mortal al corazón económico y financiero de los cárteles, pues su valor se encuentra íntimamente ligado al riesgo de lo prohibido. Otros creen que se debe profundizar la lucha contra los cárteles de la droga hasta su aniquilación total.

Lo que sí es cierto, es que si seguimos suponiendo que el delincuente resulta ser una «víctima de la sociedad organizada», como lo entienden los caprichosos Zaffaronianos garantistas, seguirán teniendo entonces los marginales mucha tela que cortar en esta disputa por los distintos territorios narcos, obviamente, en franco detrimento de la seguridad pública, y Rosario, lamentablemente, continuará regando con sangre sus arboladas calles.

«Tal es la miseria de la condición humana, que el dolor es su sentimiento más vivo». – D’Alembert.

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