Por Luis Américo Illuminati.-

«La fuerza es el derecho de las bestias» es un libro escrito por Juan Domingo Perón durante su exilio, dedicado a analizar tanto su propio gobierno como el de la revolución que lo había derrocado. El título está tomado de una frase del filósofo romano Marco Tulio Cicerón.

En dicho libro acusa al Uruguay de haber apoyado su derrocamiento, culpando también a la Iglesia Católica de haber conspirado para derrocarlo y dirigido el golpe de Estado, luchando «contra el pueblo». Posteriormente el propio Perón matizaría esas posiciones, e incluso cambiaría de enemigo, acusando a la masonería por la organización del golpe que había causado su caída.

Al regresar de su exilio, comprobó Perón en carne propia lo que significa la rebelión de las masas, que Ortega y Gasset había anunciado, comprobó como su doctrina se prestó a desviaciones como Marx hizo con la obra de Hegel. Su filosofía fue suplantada por el discurso marxista y entonces asistió a la división de su movimiento. Fue testigo de la exacerbación de las pasiones y la locura desatada el mismo día de su regreso definitivo a la Argentina. La masacre de Ezeiza donde las dos facciones se enfrentaron a balazos, jornada negra que fue el comienzo de crímenes y emboscadas atroces como el asesinato de Jose Ignacio Rucci. De un lado, peronistas ortodoxos de derecha y por el otro, la izquierda, los Montoneros, a los que calificó de «infiltrados» en su última aparición pública. Ya han pasado 50 años desde la muerte de Perón y si éste tuviera que volver de la muerte para escribir otro libro para aggiornar su doctrina, el título sería: «La violencia es la razón de las bestias humanas».

Tienen razón los filósofos que condenan el fanatismo, al que consideran una alienación de la conciencia. Cuando el fanatismo se enquista en la política, en la religión y en el fútbol, las sociedades descienden (involucionan), a un nivel que el hombre de la Prehistoria es un adelantado respecto del fanático, como los Belliboni, los D’Elías, los Morenos, los Grabois, los Moyanos, los Insfrán, los Capitanich, que intelectualmente están por debajo de las bestias, las cuales han demostrado ser superiores ya que no destruyen el medio ambiente ni toman calles ni tiran toneladas de piedras. El fanático no dialoga, vocifera, grita y canta la marchita de Hugo del Carril, junto al Himno de Vicente López y Planes: la biblia junto al calefón.

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