Por Hernán Andrés Kruse.-

“La interpretación que han hecho del gráfico (los contadores de la comisión investigadora) es exacta y es la única racional, y la interpretación que intenta el ministro de Agricultura es tan sólo un recurso sofístico, urdido por los contadores del Anglo y por los contadores de la Junta Nacional de Carnes. Supongamos que el ministro de Agricultura hubiese creído sinceramente que los contadores de la Comisión Investigadora habían interpretado mal el gráfico de costos del Anglo; lo natural habría sido pedir aclaración a la Comisión Investigadora y a sus contadores. ¿Por qué no lo hizo? No fui yo quien únicamente aceptó la interpretación del gráfico hecha por los tres contadores de la comisión, y la comisión estuvo conforme”.

A continuación se produce el siguiente entredicho entre don Lisandro y el senador nacional por San Luis Laureano Landaburu. Landaburu: “La mayoría de la comisión no ha hecho ninguna manifestación ni pronunciamiento a ese respecto”. De la Torre: “El que calla otorga. La mayoría de la comisión, en realidad, no ha abierto juicio sobre nada de la investigación”. Landaburu: “Sobre nada que sea extraño al debate de carnes, pero no ha omitido ningún capítulo que se refiera al asunto que está al orden del día” De la Torre: “Las opiniones del señor senador sobre los resultados de la investigación la he conocido aquí, en el recinto, durante su informe. En la comisión no abrió la boca para decir qué juicio le merecían los puntos investigados. Esta es la verdad”. Landaburu: “Lo he dicho en el momento en que se discutieron los despachos; no he procedido por entrega, como está procediendo el señor senador por Santa Fe, que recién viene presentando proyectos de ley”. De la Torre: “El señor senador por San Luis dice que la mayoría de la comisión no ha abierto juicio sobre el gráfico. Se fotografiaron, señores senadores, las planillas, por resolución unánime de la comisión. Si no hubiera estado conforme la comisión con la traducción del gráfico en la planilla no la habría mandado fotografiar”.

Finalizado el entredicho, continuó con el uso de la palabra don Lisandro. “Bien: ¿por qué no formuló alguna pregunta el ministro a la Comisión Investigadora? ¿Por qué no solicitó que los contadores de la comisión dieran explicaciones, a semejanza de lo hecho por la Comisión Investigadora cuando creyó encontrar irregularidades en las dependencias de los ministerios de Agricultura y de Hacienda, llamando a declarar al gerente de Réditos, al jefe de contralor de Cambios, al presidente de la Junta Nacional de Carnes y al inspector veterinario destacado en el Anglo y con todas esas declaraciones hizo la luz sobre infinidad de cuestiones? El ministro de Agricultura no podía hacer lo mismo. A él le merecen fe únicamente los contadores de la Junta Nacional de Carnes y los contadores del Anglo. ¡Los contadores de la Junta Nacional de Carnes que en seis meses de titulada labor están a la misma distancia de establecer el costo de la carne el día que los nombraron! Es, pues, con los contadores del Anglo y de la Junta Nacional de Carnes y con la exclusión maliciosa de los contadores de la Comisión Investigadora-supuestos causantes del error en el caso de haber existido-, con lo que el ministro de Agricultura ha confeccionado el cuento de que el costo, después de las transferencias, no comprende la industrialización de la carne, no obstante ser las transferencias posteriores a la industrialización de la carne.

Si el frigorífico Anglo usara en la apreciación de los costos un procedimiento excepcional, si el frigorífico Anglo acostumbrara a establecer el costo antes de terminada la industrialización con un objeto que no se comprende, correspondería la prueba al ministro de Agricultura y esa prueba ni siquiera la ha intentado. El solo hecho de que el costo posterior a las transferencias haya sido consignado en un gráfico que comprende 14 meses y está hecho en peniques y no en moneda argentina, está demostrando que corresponde al costo final o costo F.O.B. ¿Es creíble que el Anglo haya elaborado ese gráfico de puño y letra de su contador principal habiéndolo tenido rigurosamente reservado si fuera el gráfico de una etapa intermedia de la elaboración? ¿Sería concebible que hiciera un gráfico para una etapa intermedia de la elaboración y no hiciera el gráfico definitivo del costo F.O.B.? Todo eso es absurdo. En vez de proporcionarme, pues, un mal momento, como lo ha creído el ministro de Agricultura, con su malicioso expediente, me ha proporcionado un rato de excelente buen humor y una oportunidad más de poner en evidencia su ligereza o más bien podría decir, si quisiera usar sus vocablos (porque él lo ha dicho de mí), habría demostrado que procede sin escrúpulo alguno.

Debo considerar ahora la intervención del presidente de la Junta Nacional de Carnes, doctor  Bruzzone, cuya solidaridad con el ministro de Agricultura lo ha llevado a un extremo que nadie podría haber sospechado, conociendo su habitual corrección, a faltar a la verdad. El doctor Bruzzone, en la nota que le llevaron para que firmara, dice: “De conformidad con la investigación practicada por los contadores de la Junta, la planilla secuestrada en el “Norman Star”, que ha servido de base a la minoría de la comisión para elaborar los precios de compra, reconstruyéndolos por medio de cómputos, tomando como punto de partida el precio de costo de la carne limpia que se consigna en las planillas semanales, no comprende el costo de elaboración, como erróneamente consideró el miembro informante de la minoría de la comisión en su despacho”. “Los contadores de la junta han tenido a la vista, para una comprobación probatoria de este aserto, alguna de las planillas semanales de costo y también resúmenes mensuales de dicho costo. De un simple cotejo se comprueba que aquellas planillas semanales no comprenden el costo de elaboración y en cambio está reflejado y figura en el resumen mensual”.

En estos párrafos hay tantas inexactitudes como palabras. ¿Con qué derecho el presidente de la más alta institución ganadera del país dice que yo, o lo que es lo mismo, la minoría de la comisión, ha elaborado una planilla de costo valiéndose de las planillas encontradas en el “Norman Star”, cuando han sido los tres contadores de la comisión, de común acuerdo, y no yo, los que han elaborado esos costos que la unanimidad de la comisión aceptó?  ¿Con qué derecho se personaliza conmigo el doctor Bruzzone para atribuirme un error, y excluye a la mayoría de la comisión que ni siquiera menciona y a los tres contadores que hicieron la planilla? No es sorprendente, porque el doctor Bruzzone ha firmado en barbecho las notas tendenciosas que ha sugerido el Ministro de Agricultura. Agrega, después, que los contadores de la junta han tenido a la vista para una verificación probatoria de este aserto, algunas de las planillas semanales de costo y también resúmenes mensuales de dichos costos. ¿Cómo han podido los contadores de la Junta Nacional de Carnes tener a la vista las planillas semanales y mensuales de 1933 que, según el señor Tootell, y el doctor Beccar Varela, su abogado, fueron destruidas? ¿Quién falta a la verdad?

¿Será el caso de que se reúna de nuevo la Comisión Investigadora, en vista de las declaraciones del doctor Bruzzone, y ordene el arresto del doctor Beccar Varela, por haberle ocultado las planillas que se habrían facilitado ahora a los sabuesos del doctor Bruzzone? Y no se salga con que han revisado planillas y resúmenes mensuales posteriores a la investigación, porque entonces no tendrían el menor valor. Planillas posteriores pueden ser fraguadas, como han sido fraguados los costos de 51 centavos de La Blanca y del Armour. Esto es así, aún cuando no salga de un cajón del “corned beef”. Ahí tienen explicado los señores senadores, por qué razón el ministro de Agricultura no pedía a la Comisión Investigadora aclaraciones sobre el gráfico del que pretendía burlarse en mal momento, y, en cambio, las pedía a la complaciente Junta Nacional de Carnes y a los contadores del Anglo. Y así, “entre puros ellos”, complotados los beneficiarios del monopolio con los empresarios del monopolio, hicieron entre gallos y medianoche, una capciosa rectificación de mis afirmaciones, que no se atrevieron a pedir a la Comisión Investigadora”.

UNA PLANILLA DEL FRIGORÍFICO ANGLO

“Entre las numerosas invenciones agraviantes para mí, que elaboró el ministro de Agricultura, al amparo de los señores senadores  que armaron un escándalo y dieron puñetazos sobre los pupitres para evitar que yo interrumpiera, aunque fuese con una palabra, y al solo objetivo de dejar constancia de la inexactitud de lo que se me imputaba, sugirió el traspapelamiento u ocultación efectuados por mí de una planilla del Frigorífico Anglo encontrada en el “Norman Star”, a la que llamó misteriosa. No era cierto. La planilla aludida fue encontrada en el “Norman Star”, junto con dos o tres copias en papel de seda, y puesta en una carpeta. Se hicieron cargo de ella los contadores. Yo tomé una de las copias y la conservé en mi poder hasta que, un día, después de producidos los despachos, me la pidió el secretario de la comisión y se la entregué en el acto. Es, pues, por el gusto de inventar otra mentira…”.

Don Lisandro no pudo seguir hablando ya que en ese momento se interpuso entre él y la bala asesina salida del arma de Valdez Cora, don Enzo, salvándole, con esa actitud heroica, su vida.

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