Por Otto Schmucler.-

Mientras sus costosos abogados no cesaron de pedir nulidades (rechazadas todas) con la obvia intención de derrumbar la montaña de pruebas acumuladas y en la sociedad se debate si existió una deliberada persecución en contra de los acusados, el TOF4 dictó sentencia en el Juicio por la Ruta del dinero K. Queda por resolverse otro juicio en trámite sobre “la corrupción y sus alcances”, el de los Cuadernos Gloria donde un chofer anotaba el itinerario de sus viajes con puntillosidad, un señor de apellido Baratta solía entregar bolsos en un departamento de Juncal y Uruguay, que siempre eran recibidos por otro señor de apellido Muñoz.

Esta inmensa marroquinería, que sobrevivió a la muerte de un ex Presidente, incluía vuelos desde y hacia Santa Cruz, la entrega a domicilio de Baratta, los bolsos de Josecito López en los monasterios, los que llevaba Jaime a la Casa Rosada, o los que guardó en un altillo de su casa el contador Manzanares, o los que contenían euros y contaban los hijos de Báez en una oficina de Puerto Madero, o los que el arrepentido Fariña asegura que “los pesaban, más que contar cuánto contenían”, todo esto según la versión de los fantasiosos cuadernos y de los arrepentidos que se autoincriminaron (son muchos y muy coincidentes en sus versiones).

Así las cosas, vivimos debatiendo si esos bolsos eran de lona o de cuero, de color marrón, negro o azules, o si hay que “depurar la justicia” en tanto se juntan firmas febrilmente para solicitar la libertad de “los presos políticos”

Mientras todo esto sucede… a los argentinos se nos pasa la vida. Y con la complicidad de una impensada pandemia llegaremos al 50% de la población en la pobreza.

Me pregunto, ¿algún día dejaremos de discutir sobre el material y/o el color de esos bolsos y nos atreveremos a mirar en el interior de los mismos?

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