Por Luis Américo Illuminati.-

«Echan alas como las águilas» (Isaías: 40-30,3).

Cada 24 de Mayo -víspera de la fecha patria fundamental de nuestra nacionalidad- la Iglesia Católica celebra a «Santa María, Auxilio de los cristianos». Don Bosco solía decir: “Confiad siempre en Jesús Sacramentado y María Auxiliadora y veréis lo que son milagros”.

La siguiente historia, totalmente verídica la conozco muy de cerca. Sucedió a mediados de 1969, un mes después del Cordobazo, un oficial de la Fuerza Aérea que estaba a punto de ascender a un escalafón de mando muy importante, cayó arrestado bajo el régimen de Onganía. Todo comenzó en el mes de mayo. Este oficial estaba encolumnado en una línea nacional que quería elecciones libres a la mayor brevedad. No se sabe cómo llegó la información al más alto nivel de la cúpula militar -la misma que había derrocado al presidente Arturo Illia tres años antes- de que se estaba gestando una suerte de golpe en Córdoba, más precisamente en la Escuela de Suboficiales de la Guarnición Aérea, donde existía un profundo malestar en un reducido grupo de oficiales en contra el malhadado «Gobierno de la Revolución Argentina». Lo que sé me lo contaron los mismos protagonistas. Las sospechas comenzaron cuando dicho oficial se pronunció en contra de las pretensiones del dictador Juan Carlos Onganía -un oscuro militar- de retener el poder igual que Francisco Franco en España, a quien quería emular. Desde Buenos Aires viajaron a Córdoba varios oficiales retirados del Ejército y Fuerza Aérea que se reunieron con este oficial en las afueras de Córdoba, sin saber que los vigilaban. La idea central era sumar otras unidades militares del III Cuerpo de Ejército, donde oficiales del grado de Capitán para abajo estaban dispuestos a apoyar la rebelión y, si ésta triunfaba, en menos de 6 meses se llamaría a elecciones. El país era una caldera sobrecargada que podía estallar en cualquier momento. El gobierno, sin contar con ningún dato ni prueba concreta, no halló peor camino (que fue el comienzo de su caída) que arrestar a quien desde el primer día del golpe de Onganía (28 de junio de 1966) había manifestado en privado su desacuerdo con la descabellada aventura de los militares «azules» que se impusieron a los «colorados» durante el enfrentamiento militar ocurrido en 1962, entre ellos Onganía -el líder- Lanusse, Señorans, Imaz y otros generales del arma de Caballería. Así las cosas, dicho oficial fue arrestado y trasladado bajo el mayor secreto en un avión desde la Escuela de Aviación Militar hasta la VI Brig. Aérea de Tandil, donde quedó confinado. Su familia, en la mayor incertidumbre, no sabía si lo volvería a ver; eran tiempos muy convulsionados. Su hijo -de 17 años de edad- iba todos los días a rezar a la Iglesia de María Auxiliadora ubicada sobre la Avda. Colón esquina Rodríguez Peña -a metros de la Plaza Colón y contigua a los Colegios Pío X y Alejandro Carbó-; finalmente este oficial fue liberado y volvió indemne a su hogar. Se le permitió -por mediación de los Hermanos Maristas del Colegio San José de Morón del que él era exalumno- que a fin de año solicitara el retiro voluntario del arma como Vice-comodoro. Ese hombre era mi padre, nacido el 20 de junio de 1926 en Hurlingham, perteneciente a la primera promoción de la Fuerza Aérea Argentina como arma independiente -la Nro. 14 cuyos integrantes ingresaron a la Escuela de Aviación Militar en febrero de 1945- y fallecido en la ciudad de Córdoba el 18 de julio de 2013. El libro que mi padre estaba escribiendo con sus memorias quedó inconcluso, no lo pudo terminar. Lo sorprendió la muerte cuando estaba en los pródromos. El borrador de pocas hojas lo tengo yo en mi poder y, teniendo en cuenta que estamos a 24 horas del 25 de Mayo, he rescatado este pasaje de su vida. Terminó su carrera en la señera Escuela de Suboficiales, la misma institución-escuela que siendo Alférez fue Instructor de los alumnos Aspirantes a Suboficial en la década del 50. A veces pienso cuántos sufrimientos y dolores de cabeza se hubiera ahorrado nuestro país de haber triunfado en aquel momento la utopía de recuperar la libertad sin tener que soportar tantos avatares que desfiguraron la República y bastardearon la democracia.

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