Por Justo J. Watson.-

Una explicación plausible a la posibilidad de que el Lic. Javier G. Milei sea electo este mes al frente del Estado no es difícil; tampoco escapa al sentido común.

El desgobierno que nos rige, el patético minué de bandidos desesperados a la caza de más idiotas útiles de última hora, va revelándose como un absoluto grotesco. Un absurdo político que balbucea, como único plan, más del mismo pobrismo clientelar que nos hunde. Añadamos que nuestro actual “presidente” Sr. Alberto Fernández -de quien no nos consta su título de abogado que, a juzgar por las burradas que ha defendido en estos 4 años bien podría ser tan falso como el de su superiora- es sólo un idiota útil más de quien nada honesto ni sagaz (renuncia y fuga) puede esperarse.

Y dado que es ingenuo contestar a la locura con la razón o al absurdo con la lógica, se concluye en que al grotesco hay que ponerle enfrente un grotesco más grande aún.

El sopapo debe ser fuerte, parecieron decir más de 7 millones de argentinos mileístas en Agosto pasado, sin temor de encumbrar a alguien que promete hacer polvo una larga lista de supuestos sociales que, de todos modos, vienen estallando frente a nuestras narices desde hace años.

Una parte importante de estos votantes son jóvenes de clase media baja y baja, sin posibilidades de huir del país como sí lo hacen de a miles sus pares de clase media alta y alta.

Con poco que perder y entrampados en una dinámica social que sólo les ofrece una vida tan mala como la de sus padres peronistas o aún peor, prefieren que todo vuele por los aires.

“Barajemos y demos de nuevo” parecen decir aunque, esta vez (batalla cultural en proceso mediante), rotando en 180° el paradigma ideológico.

La rebeldía frente a una vida de carencias que hasta hace una generación se canalizaba a través de “la izquierda” y que siempre desembocó en un corset fiscalista-planero con corrupción, amiguismo y comisariato político, hoy se canaliza de manera mucho más cool a través de “la derecha”; del capitalismo con sus libertades económicas, destrucción creativa, mérito y responsabilidad individual acompañadas, claro, por chances de ascenso social honrado.

Hablamos de la percepción de sólo dos opciones maniqueas por parte de los sub 40 que hoy son mayoría: la contenedora esclavitud del estatismo (en todas sus gradaciones) versus la imprevisibilidad adrenalínica de un capitalismo a fondo, exigente tanto en esfuerzo como en autoestima.

La clásica tendencia argentina al exitismo podría lograr por contagio que J. Milei llegue efectivamente a presidirnos.

Algunos libertarios de más larga data y reflexión, sin embargo, preferiríamos que en este turno electoral ganasen Patricia Bullrich y su alianza Juntos por el Cambio.

Sería el giro controlado hacia un norte liberal, dando tiempo a que el combo de ideas disruptivas de primera generación puestas por Milei sobre el tapete (eventual dolarización, arancelamiento para foráneos en salud y educación, reforma previsional, portación legítima de armas, aceleración de obra pública por privatización, reforma laboral, cheques educativos, cooperativización de empresas estatales, cierre o embozalamiento del Banco Central, cambios en regionalización, coparticipación y ATN etc. etc.) madurasen y se internalizaran a nivel masivo como alternativas posibles, a debatir sin preconceptos.

La presencia de estos temas (y de otros más avanzados) en la opinión pública y a nivel político ya empezó a darse y a su tiempo debería permear en la orientación de las acciones y propuestas del gobierno que asuma a fin de año, tanto a nivel de los poderes ejecutivos municipales, provinciales y nacional como en las demás instituciones del Estado.

Lo libertario es un motor conceptual y económico muy poderoso, mucho más que lo liberal conservador, que se traduciría en un empuje bruto de demasiados caballos de fuerza para esta instancia de nuestro proceso de evolución cultural. Equivaldría a darle las llaves de un superdeportivo Lamborghini Huracán modelo 2023 a un adolescente para que vaya a festejar con sus amigos, la noche en que estrena su carnet de conductor principiante.

El problema no es tanto de si el Sr. Milei está intelectual y psíquicamente capacitado para aplicar desde la presidencia estas ideas como de que los argentinos y sus instituciones estén culturalmente preparados para entender a cabalidad esta clase de propuestas, cosa que ni siquiera nuestra élite periodística ha logrado hacer aun (primero) y para aceptar colaborativamente tan grandes novedades (segundo).

Es claro que creemos que no. Y que la consiguiente resistencia instintiva por temor al cambio hará abortar entre incomprensiones, enfrentamientos y frustraciones muchas ideas benéficas de vanguardia, alejándolas de la consideración pública por lustros.

Tal vez sería mejor, tras 4 años golpeando nuestros riñones en el destartalado Rastrojero Diesel de la abuela, probar durante los siguientes 4 no ya en el Lamborghini sino con un más que aceptable sedan Toyota Corolla 0 km.

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