Por Mario Cadenas Madariaga.-

Ganar la Presidencia el 25 de octubre.

Para ganar la Presidencia de la República en las próximas elecciones se pueden seguir las reglas del azar, de la politiquería tradicional o las de un plan racional. La primera es una cruel ironía frente a la importancia del tema, la segunda es anticuada, y la única válida es por tanto la última. Agreguemos que la mayor libertad para elegir las opciones las tiene la oposición, porque el oficialismo está limitado por la gestión que debe defender.

En un padrón de 32 millones de ciudadanos, los que se presentarán a votar serán aproximadamente 25,6 millones y los votos computables se reducirán a 25 millones, por lo que con 11,25 millones de votos se alcanza el 45% mínimo exigido para ganar.

De esa cifra Scioli ha quedado distante por 2,8 millones de votos, Macri por 4,7 millones y Massa por 6,7 millones, por lo que la elección ha quedado limitada a los dos primeros, dentro de un universo en el que el 60% ha votado el 9 de agosto por los candidatos de la oposición. La otra alternativa legal -que se pueda ganar por una diferencia de 10 puntos porcentuales, y una mayoría nunca menor al 40%-, ha quedado descartada, por que esa diferencia estuvo lejos de registrarse, entre las dos primeras minorías en las elecciones de agosto.

La fecha del 25 de octubre es extraordinariamente importante para permitir a los funcionarios electos y sus equipos, conocer las cifras verdaderas de la realidad económica, con miras a la fecha de asunción el 10 de diciembre.

La magnitud de los votos que se debe lograr por la oposición para ser gobierno, revela la ingenuidad de una campaña “casa por casa”, con el argumento de que “podemos estar mejor”, tanto en el orden nacional, provincial o municipal. Es ineludible que se vuelquen todas las estructuras partidarias opositoras y en todo el país, para que se tenga éxito.

La oposición no puede renunciar a un acuerdo de gobernabilidad.

Tal como se presentan las distancias electorales para alcanzar la Presidencia de la Nación, y las dificultades del futuro cuadro institucional, en particular por la posible constitución del Senado de la Nación con la representación que conservará el kirchnerismo -y sus atribuciones para designar a los miembros de la Corte Suprema, el directorio del Banco Central, la dirección de la Central de Inteligencia, o los jefes de las FFAA-, agregado a la gravedad de la situación económica, es indispensable un acuerdo de gobernabilidad en la oposición, lo más amplio posible.

Debe contener un programa mínimo que comprometa a todos los partidos que lo integren, siendo indispensable la del Frente Renovador y sus aliados. Y debe comprender además la participación en los ministerios de la Presidencia de Macri, en proporción a la representación obtenida el 9 de agosto. Pero cada partido deberá continuar con sus candidaturas al Congreso de la Nación, las legislaturas locales y los gobiernos municipales. Y esta formula de acuerdo debería extenderse a la provincia de Buenos Aires y a todas donde se elige gobernadores, para asegurar el éxito del futuro gobierno. La gobernación de Santa Cruz tiene una importancia muy especial y allí la oposición debe hacer todos los acuerdos necesarios.

Este acuerdo, en cuanto al contenido, es el que compone la esencia del pensamiento de la oposición al kirchnerismo; y en lo referente a la estructura de los partidos no altera la de ninguno y sólo compromete futuras carteras ministeriales, que nadie ejerce. Sólo se deponen candidaturas presidenciales o gubernamentales, sin posibilidades de consagrarse, contra una efectiva participación en el gobierno que en otra forma no sería posible. Es decir nadie pierde y todos ganan y en particular la Nación y la sociedad argentina.

La acción del periodismo será fundamental para el éxito del 25 de noviembre.

En las sociedades modernas han aparecido entre otras formas de ejercer influencias sustanciales en la conducción de las sociedades, la prensa y el periodismo en general.

Las informaciones que diariamente trasmite a través de todas sus formas, es la mayor fuerza opositora que tiene el gobierno kirchnerista. Los partidos opositores son los beneficiarios de esta estructura intelectual puesta al servicio de la difusión de toda la información útil, universal y nacional, y de la investigación que realiza sobre las más diversas materias, en muchos casos con riesgo personal y sin fueros que lo protejan. El gobierno lo sabe y por eso su tenaz persecución de los medios de prensa y de los valientes caballeros de la prensa libre.

Al periodismo le debemos las denuncias sobre el mal funcionamiento de los poderes políticos, de las fallas de la administración, de los errores de la justicia, de las falencias de la educación, de la desatención de la salud, del aumento de la criminalidad, de los excesos de la policía, de los atrasos de la infraestructura.

Faltan diez fines de semanas para lanzar una denuncia fundamental en cada una y comentarlas después y también enseñar las fundadas esperanzas de sortear las dificultades actuales.

Por ejemplo la corrupción que revelan las cifras oficiales argentinas sobre el costo de las autorrutas y carreteras construidas, por comparación con los costos oficiales de Alemania y de otros países de la Comunidad Europea, es el ejemplo más escandaloso de todos los cometidos en la era kirchnerista.

En la misma forma que el ejemplo de Australia nos proporciona lo que se podría lograr en un período de buen gobierno en 12 años que es la transformación de argentina en una nación desarrollada. En los doce años del gobierno kirchnerista, Australia el país mas parecido a la Argentina, por su estructura económica, ha triplicado en dólares su ingreso por habitante, mientras nosotros lo hacíamos en un 70%, terminando con una profunda crisis, con déficit interno y externo, alta inflación y más del 25% de pobreza, que destruirá ese magro resultado. Con relación al PBI, en 1994 el argentino llegaba al 93% del australiano, en el 2001 al 85% y en el 2014, al 37% (según cifras del PBI en dólares corrientes publicados por el CEI de la Cancillería argentina).

La otra alternativa es insistir en la esterilidad de la oposición al populismo argentino.

El gran déficit de la oposición al populismo argentino ha sido su falta de talento para presentar una perspectiva superior.

Hoy la responsabilidad es más grave porque hay un 60% de la opinión expresada en las últimas elecciones como contrarias al oficialismo. Pero no hay un partido que represente a esa oposición, y divididos perderán el gobierno a pesar de ser mayoría.

El espectáculo de la división vista desde la visión de una sociedad que necesita una conducción capaz de dominar la situación, es la antítesis de lo que se debería presentar.

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