Por Luis Américo Illuminati.-

«Yo me confieso del linaje de aquéllos que de lo oscuro a lo claro aspiran» (Goethe).

«El norte de la mayor parte de los hombres es el ejemplo ajeno, y toda su conducta, a pequeña y gran escala, se reduce a una simple imitación: no hacen lo mínimo por su propio parecer. La causa de eso es su horror a cualquier reflexión y su justificada desconfianza de su propio juicio.» (Arthur Schopenhauer, Parerga y Paralipómena, volumen II).

Coincido con Don Arthur, salvo la parte donde dice «y su justificada desconfianza de su propio juicio» al explicar la causa de la imitación o copia de los dichos o actos ajenos. Esa «desconfianza» del juicio de «sí mismo» lo tiene el hombre prudente, pero como lo han explicado otros pensadores como José Ortega y Gasset, el hombre contemporáneo está convencido que su opinión es infalible, irrefutable, invencible. Y este tipo de individuo no le importa examinar si quien piensa de modo distinto pueda tener razón, sino que atropella conjuntamente con el resto del rebaño, piara o el ganado ya que, como sostiene Heidegger, tales individuos son el eco del «se dice» y «se hace» que son las habladurías sin fundamento del vulgo irresponsable que opina y dictamina sin apelaciones acerca de cualquier cosa. Vale decir, el hombre-masa sólo imita, copia, obedece ciegamente, nada crea, no conoce el Selbstdenken (pensamiento autónomo y crítico), del que hablara Lessing (Laocoonte), asumiendo el riesgo de no aceptar como algo dado, sobre todo en materia política, que algo sea incuestionable e inmutable, máxime cuando una casta hipócrita y corrupta se ha adueñado del Estado y viene de fracaso en fracaso desde hace más de 40 años. Un caso típico -patológico- es la cerrazón peronista que considera enemigo o antipatria a todo aquel que cuestiona sus métodos y sus programas populistas que han llevado al quiebre moral y material de la Argentina.

Otro famoso postulado de Schopenhauer: «Toda verdad atraviesa tres fases: primero, es ridiculizada; segundo, recibe violenta oposición; tercero, es aceptada como algo evidente», cabe aclarar que la Argentina se ha quedado entre la primera y segunda fase, ya que la verdad y la razón son dos extrañas y son miradas como peligrosas, no así el fanatismo que es considerado algo normal y plausible.

La Mariposa de Fuego

Entonces, sin la luz de la verdad no le quedará a nuestra amada Patria otro camino de esperanza que el «Selige Sehnsucht» (anhelo dichoso) que deseaba Goethe, una forma diferente del «efecto mariposa» -la mariposa de fuego- al que acceden los que aspiran elevarse de lo oscuro a lo claro y numinoso.

«No lo digáis a nadie, sino a los sabios,
porque la masa en seguida se burla
y yo quiero alabar eso viviente
que anhela la muerte en las llamas.
En el frío de las noches de amor
que te engendró allí donde engendraste,
te invade una extraña sensación
cuando alumbra la vela tranquila.
Ya no permaneces abrazada
en las tinieblas de la oscuridad
y un nuevo deseo te impulsa
hacia una más elevada unión.
Ninguna distancia te complica;
llegas volando, desterrada
y al final, ávida de luz,
tú ardes, mariposa.
Y mientras no puedas tener esa luz,
esto: ¡muere y llega a ser!
Tú eres sólo un triste huésped
sobre la tierra oscura.
¡Y si aun así surgen cañaverales
para dulcificar los mundos!
¡Que pueda, entonces, lo hermoso
fluir de mi pluma!»

Share