Por Máximo Luppino.-

Mientras la profana y cobarde artillería mediática preparaba sus cañones de desánimo y anti argentinidad para dispararle a nuestra Selección Nacional de Fútbol, la misma construía laboriosamente su victoria masticando impotencia y rebeldía. Deseaban regalarle una alegría mayúscula al pueblo argentino. Pueblo del cual ellos emergieron. Calles de tierra, barrio, solidaridad vecinal y quizás alguna vez un poco de necesidad en el hogar familiar.

Golpear a mansalva infundadamente a la selección Nacional es socavar los valores populares de la Nación, “tirar hacia abajo” la autoestima que todo pueblo debe exhibir para conquistar triunfos sociales y logros como República democrática.

Hablamos de: “y a Alemania nunca se la puede descartar, es raza superior, siempre juega hasta el final”, frase de Mauricio Macri, refiriéndose al mundial de fútbol Qatar 2022. La realidad fue otra para el visionario expresidente. Alemania eliminada, Argentina campeón del mundo. Es la forma singular de apoyar a nuestros jugadores. Sucede que de rodillas, siempre los adversarios parecen enormes y hasta gigantes, pero si te ponés de pie, las miradas son inevitablemente de igual a igual.

Lionel Scaloni, un gran director técnico, estudioso de sus rivales, desinteresado y generoso soñó darle una alegría a la Nación y lo logró.

Lionel Messi, el mejor del mundo, se había juramentado a sí mismo en la soledad de sus cientos de trofeos y títulos alcanzar el campeonato mundial para traer la tercera estrella de campeón para que brille por siempre en nuestra camiseta nacional. Messi podría vivir en cualquier país del mundo, jugar en la selección española, por ejemplo, pero eligió su Argentina, nuestra argentina. Su “lugar en el mundo” es su bendito Rosario donde las navidades lo sorprenden junto a familiares y vecinos de siempre. El astro mundial que fue tildado de “pecho frio”, siempre fue el héroe argentino de mate y fútbol, de gambetas y lunfardo, de familia en la mesa de noche buena.

Los carroñeros de siempre le pidieron públicamente al gran Ángel Di María en canales de televisión que dejara la Selección Nacional ya que lo consideraban no apto para la misma. Di María, a la par de Messi y del resto del equipo, dejaron más que sudor en las contiendas deportivas para triunfar y obsequiar alegría al pueblo.

Una legión de jugadores que se tutearon con el sacrificio para triunfar. Sabía este equipo que hay que pasar por muchas “derrotas” para aprender y construir la tan querida victoria mundial. Los muchachos inspirados en Diego Maradona y junto a Messi impusieron su juego limpio y talentoso para ganar. Cuando apenas reaccionaron ante una montaña de agresiones de un equipo holandés, los tildaron de “vulgares”. Los “vulgares” trajeron la copa a la Argentina y despertaron admiración en el mundo entero, menos en algunos rincones oscuros de algún canal televisivo o en alguna mente rencorosa que está saturada de envidia y rencor hacia lo popular.

Cuando se decretó feriado el martes 20 de diciembre para que la gente se encontrara con su selección, se ofendieron y blasfemaron los mandamientos ruines de las patronales del siglo pasado. Un día para la gente, eso querían mutilar. Luego de 1986 recién ahora en Qatar pudimos llegar al tan anhelado logro. Pretendieron los anti pueblo no darle 24 horas a una comunidad con ganas de encontrarse, abrazarse y festejar.

Macri retornó al país luego de un mes en Qatar y cuando la comunidad, gracias al feriado nacional, podía aproximarse a sus ídolos deportivos se opuso calurosamente. Les jode en los más profundo de sus entrañas que el “hombre de a pie” la pase bien y esté alegre junto a sus semejantes.

Por cada apátrida de nuestra tierra florecieron millones de hermanos en Bangladesh, India, Perú y Bolivia entre tantos otros ciudadanos del mundo que optaron por abrazar el noble sentimiento Argento. A todos ellos los queremos como verdaderos hermanos del alma. Es que como dice la frase popular: “el que no salta es un inglés”…

Lo que nos dio esta selección Nacional de fútbol es millonario en autoestima y valores de unidad popular.

No sólo la camiseta nacional de fútbol lucirá con orgullo una estrella más, sino que dibujaron una sonrisa eterna en el pueblo de la Nación.

¡Gracias, Selección Argentina de Fútbol, gracias, de todo corazón!

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