Por Paul Battistón.-

Para entender por qué surge la idea de relato y por qué la misma es verdugo del modelo, primero debemos entender el modelo.

Modelo puede ser algo que se toma como referencia para producir otro igual, aunque si nos ajustamos más específicamente a una persona, el modelo se transforma en un modelo (ejemplo) a seguir. Modelo también puede ser un proceso para controlar y organizar actividades productivas.

Pero el modelo al que hacemos referencia fue expuesto en una forma abstracta sin dar muchas precisiones, en una forma elíptica como el modelo “a seguir” o en forma impuesta como el modelo que queremos (de país), solo que el “queremos” surgía de una voz unisonante, de un sistema comunicacional sectario y propagandístico.

Si entendían al modelo como una referencia futura a seguir, obviamente ese modelo dependía de la continuidad en el poder de quienes pretendían su prolongación en el tiempo. Si el modelo pretendía incluir la persona de Néstor Kirchner como ejemplo a seguir, resulta entonces desentrañado el misterio de su permanente exaltación.

Y por último si el modelo era el proceso que pretendía controlar y organizar las actividades políticas y económicas de nuestro país, podríamos decir que el modelo se sostenía al precio de crecientes inconvenientes e incongruencias que debían ser reforzadas con la incorporación de constantes confrontaciones y conquistas propias o adoptadas.

¿Era el modelo inviable?

Tras la debacle del 2001 y el regreso a los carriles institucionales normales en el 2003 se podría decir que Néstor Kirchner asumió con una aceptación muy superior al 22% de su primera vuelta electoral (el retiro temprano del emperador Carlos Saúl I de la contienda refuerza esta sensación).

Néstor Kirchner podría haber repetido sin inconvenientes, su salida del gobierno fue con una oposición desierta y aun con una alta aceptación y confianza.

Los números dejados por NK podrían haber sido un festín para quien pretendiera llevar adelante un gobierno de sinceramiento y cordura (no fue el caso de CFK).

Pero los números dejado por NK ocultaban fallas y torpezas que tras un simple análisis no se podrían haber prolongado en el tiempo ¿O sí?

Para empezar cuando pensamos en fallas y torpezas quizás nos estemos equivocando, decirles fallas y torpezas es desde un punto de vista de la lógica y la cordura.

Pero si las fallas y torpezas fueran adrede ¿y si esta fue la verdadera esencia del modelo? Un modelo que necesitaba del autoritarismo y prepotencia de NK para sostenerse en el tiempo.

Quizás estas dos últimas características fueron las que le permitieron a NK hacer su modelo viable por al menos 4 años.

A esta altura cabe también hacer una diferencia entre inviable e inaceptable.

No mas del 1% de nuestro país (o sea la izquierda retrograda y oportunista) aceptaría un modelo cubano, por lo tanto podemos decir que el mismo es mayoritariamente inaceptable para gran parte de los argentinos que no se resignarían a perder sus costumbres que en su mayor parte dependen de libertades básicas.

Pero después de 70 años de continuidad ¿podemos decir que el modelo cubano fue inviable?

La respuesta es quizás que en ese modelo fue inviable una vida compatible con las libertades y el normal funcionamiento de una economía de mercado y crecimiento.

El autoritarismo y la represión y finalmente el totalitarismo fueron los ingredientes que volvieron viable el sostenimiento del modelo en el tiempo que a la vista de cualquier lógica económica se desmorona día a día.

NK tras sus cuatro años de gobierno no supero la barrera del tiempo donde su autoritarismo debería haber comenzado a apuntalar sus “torpezas” en forma significativa.

Su autoritarismo (poner el pecho) era parte inseparable de su modelo pero su fugaz éxito estuvo apoyado también en un ingrediente primordial de toda estrategia económica exitosa, “la confianza”.

Cómo se consigue la confianza es otro tema aparte que depende principalmente de quienes son los brindadores de esa confianza y no cabe duda que en ese caso Argentina es un país muy generoso, tan generoso que le dio su confianza a un tipo que semanas antes de postularse para presidente esfumo u$s 600 millones.

De todos modos, NK llegó al final de su laberinto con buenos números, viento de cola y confianza gratis.

Con este panorama, podrían haber sucedido cosas muy buenas (hasta un procesamiento de NK por enriquecimiento ilícito) o cosas muy malas como la continuidad de lo inviable (o mejor dicho lo inaceptable).

Pero la heredera CFK tuvo la certera puntería de aniquilar la única ficha que nunca debería haber jugado, “la confianza” (esa que impide que los mercados te jueguen en contra).

El conflicto con el campo “jugado a muerte” marco el inicio del fin del modelo apenas comenzado el derrotero de CFK (después de todo solo fueron 8 años, Cuba lleva 70 de comunismo y miseria. De modo que esos 8 años no fueron una barrera que impida considerar ese conflicto como el artífice del fin del modelo).

El conflicto con el campo ¿obligo? A CFK al inicio del “Relato” y la sucesión de épicas dejaron un rastro de cicatrices (nadie las midió pero la sensación es que alcanzaron la dimensión de grietas)

¿Qué hubiera hecho NK ante dicho conflicto?

La respuesta es solucionarlo como hace un estadista y entonces el camino hubiera sido otro. Quizás deberíamos estar preparándonos para un camino irreversible de aislacionismo y “equidad”. Una equidad con un reparto justo de pobreza a diestra y siniestra, eso si a Máximo K seguro que “justo” le hubiera tocado un yate para no ser menos que el pobre hijo de Fidel Castro.

¿Habremos tenido suerte de padecer la incapacidad de CFK en solucionar un conflicto que a todas luces se solucionaba simplemente con dialogo?

Un modelo que necesitaba de cierta prepotencia (de poner el pecho digamos…) cosa que CFK no dejo de hacer pero que en su caso lo hizo a costa de la confianza atacando al sector económico mas importante e indirectamente despertando una vieja grieta de interior y Buenos Aires (por que el campo se lo ubique donde se lo ubique es siempre interior)

Tras su negativa de dar marcha atrás para no sentirse derrotada en su primera contienda, CFK reemplazo el aspecto frontal del modelo por una forma directamente confrontativa no solo con el mundo si no también con el interior y el modelo no podía darse el lujo de una tan temprana perdida de confianza o de una temprana e innecesaria polarización de amor-odio.

No hay dudas que CFK aniquilo desde muy temprano al modelo. Sus 8 años de gobierno o su Cristina eterna (de haberlo logrado, en los papeles) estaban ya acotados por lo traumático o abrupto de su final. La perdida de la confianza la confino a una única estrategia posible la del relato purista.

El modelo de Néstor también incluía pequeños relatos basados en verdades a medias o en verdades medidas con la vara de los sentimientos (aunque la lógica los contradecía) pero sus relatos finalizaban en el límite de lo posible-imposible justo a tiempo conservando una cordura numérica necesaria para su desenvolvimiento (aunque un par de veces usara su personalidad avasalladora para correr estos limites un par de metros a su favor).

El modelo de NK necesitaba de un gran estadista para su continuidad, necesitaba de la fuerza de una topadora humana, de pelear contra números que la globalización se encarga de moldear.

La continuidad del modelo bajo estas circunstancias podría haber parido un Estado fuerte y muy particular pero también podría haber repetido un modelo venezolano.

Pero con CFK y su miopía que le dibujaba monstruos, la única opción posible era la segunda, todos sabían esto, aun aquellos que por conveniencia la apuntalaban.

En un lapsus de erupción sincericida el filósofo de comedia Dady Brieva se despachó justo en el programa donde las expresiones y frases tienen alcance exponencial (almorzando con Mirtha Legrand) con una frase que antes de haber sido terminada había dejado en su propio rostro una expresión de “huy, ¡que mierda dije!”

La frase en cuestión: El modelo K sólo era factible en la persona de NK.

El relato de Cristina mató al modelo (quizás en sus tres significados).

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