Por Enrique Guillermo Avogadro.-

Reverendos padres, hermanos en Cristo:

Debo agradecer, pública y sinceramente, que hayáis reemplazado a Carta Abierta en el desfachatado apoyo al kirchnerismo (lo afirmo porque decís que sólo existen dos opciones), toda vez que las periódicas misivas a las cuales nos tenían acostumbrados aquellos pseudo intelectuales encabezados por Horacio González estaban escritas en un lenguaje que las convertían, literalmente, en incomprensibles y, por ende, impedían practicar sobre ellas la exégesis necesaria para la sana crítica.

Vamos, entonces, al punto. En vuestro primer párrafo acusáis al gobierno de Cambiemos de aplicar políticas de corte neoliberal; debo confesar, con humildad, que ignoro por completo qué significado tiene el término y, por ello, sólo haré pie en la imputación que le hacéis de ejercer un perfil autoritario, porque allí comienza la falsedad y la hipocresía que impregna vuestro texto. Si hay algo que sus votantes -como habréis comprobado, y confirmaréis pronto, son la primera minoría del país- le reprochan es, precisamente lo contrario: el Gobierno permite, diariamente, la impune ocupación del espacio público -se trate de escuelas, plazas, calles, rutas o “terrenos sagrados”- por irracionales que impiden circular y trabajar a los demás, muchas veces encapuchados y armados con palos.

Es más, tampoco reaccionó como hubiera debido luego del acto en que Hebe de Bonafini y las Madres, Estela de Carlotto y las Abuelas, Horacio Verbitsky y el C.E.L.S., H.I.J.O.S. y otras agrupaciones del mismo signo, el 24 de marzo de este año y en Plaza de Mayo, convocaron a sus huestes a luchar, como hicieron los terroristas en los 70’s, hasta lograr la caída de este Gobierno, al que no dudaron en calificar de dictatorial e ilegítimo. Quien esto escribe sí realizó la pertinente denuncia por incitación a la violencia y subversión contra los poderes del Estado, pero el Juez Marcelo Martínez de Giorgi la archivó sin sustanciar por considerar que lesionaba el derecho a la libre expresión; ¡curiosa interpretación de la ley!

El segundo párrafo de vuestro libelo alcanza niveles de cinismo sólo superables por quien, al parecer, se ha transformado en vuestro numen inspirador, la ex Presidente Cristina Elisabet Fernández de Kirchner. Mencionáis la represión violenta a la protesta social y el abuso de autoridad de las fuerzas de seguridad; pese a que ya he respondido al punto, me gustaría saber a qué episodios concretos os referís, ya que no conozco un solo desalojo de cortes o de ocupaciones que no haya sido ordenado por la Justicia, esa misma que el régimen caído en diciembre de 2015 colonizó hasta el tuétano.

Más adelante, habláis de privilegiar a los capitales más que a los ciudadanos; también ignoro a qué os referís, salvo que se trate de construir el indispensable clima que permita el arribo de inversiones genuinas a nuestro país, de las cuales depende el crecimiento de la economía -que ya se está verificando- y del empleo genuino. Al pasar, mencionáis promesas incumplidas, mentiras y falsedades permantentes; una vez más, la falta de alguna enumeración me impide responderos.

Pero sí debo detenerme en vuestra mención a la existencia de presos políticos. Si estuvierais refiriéndoos a los miles de presos militares que, ancianos, se pudren en mazmorras de todo el país, encarcelados en procesos amañados por tribunales compuestos por los terroristas de ayer, no podría menos que agradeceros haber tomado, finalmente, conciencia de su situación; lamentablemente, no creo que sea el caso. Es más, estoy convencido que en ese concepto englobáis sólo a Milagro Salas y a Facundo Jones Huala y, así, cometéis un grave error: la jujeña no es una presa política sino una política presa y, en este caso, el orden de los factores sí altera el producto; se encuentra detenida en su mansión por estafar al Estado y a sus seguidores, por amenazar y golpear a los díscolos y a los opositores y, seguramente, hasta por narcotráfico; y el falso mapuche, por estar requerido de extradición por Chile, amén de las causas que puedan incoársele por violencia en la Argentina invadida y cuya secesión pretende.

Mencionáis, entre los cargos al Gobierno, la existencia de ¡un desaparecido! Amén de recordaros cuántos argentinos se esfuman anualmente en las redes de la trata, la pedofilia y del narcotráfico -que tanto impulso recibiera del kirchnerismo- me permito recordaros que el único que tiene genuino interés en que aparezca Santiago Maldonado es el propio Gobierno, ya que quienes utilizan el episodio como ariete contra la Gendarmería Nacional, la Ministro Patricia Bullrich y, por elevación, contra Mauricio Macri, lo necesitan ausente para siempre. Sólo así puede servir a su nefasto propósito -al cual, obviamente, os sumáis- de dejar al Estado inerme frente a los indisimulables avances de las bandas de traficantes de drogas y, sobre todo, de desprestigiar a esa fuerza en razón de la pericia que determinó que Alberto Nisman fue asesinado -a propósito, ¿quién lo mató?- cuando iba a denunciar a Cristina Fernández y sus funcionarios y cómplices por encubrimiento del terrorismo.

Una vez más, ignoro a qué os referís cuando decís que el Gobierno persigue a quienes piensan distinto, porque los medios de prensa públicos están llenos de fanáticos kirchneristas y lo mismo sucede en la administración pública, donde además actúan como verdaderos quintacolumnistas. Para no extenderme más en la puntual respuesta, sólo mencionaré vuestra curiosa afirmación de “entrega de nuestra soberanía”; os recuerdo que fue el gobierno anterior quien entregó a China una parte del territorio nacional para que instalara una base militar en la cual no rige la legislación nacional.

Reverendos padres, la herencia que recibió Mauricio Macri contenía un 30% de pobres no reconocidos, miles de niños sub-alimentados, millones de “ni-ni”, una inflación galopante, inexistencia de reservas en el Banco Central, falta de gas y de electricidad, y una corrupción tan desmedida que ya, sin ninguna duda, puede calificarse de crimen contra la humanidad. Si todo eso lo logró el matrimonio Kirchner en doce años y medio de gestión, ¿cómo pretendéis que el Gobierno hubiera podido solucionarlo en menos de dos años de gestión?

Vuestra carta, amadísimos sacerdotes, es lisa y llanamente infame. En ella mentís sin vergüenza alguna, en especial cuando habláis del inexistente “gran ajuste”, recomendado por los economistas liberales, que Macri se cuidó muy bien de aplicar porque hubiera hecho saltar el país por el aire. Por el contrario, el gasto social, indispensable para la precaria situación en que quedó una gigantesca proporción de nuestros conciudadanos por obra y gracia de unos pocos malnacidos, ha crecido exponencialmente, y eso se puede ver en las jubilaciones, en la asignación universal por hijo, en los planes, en las tarifas sociales, etc.

Llamáis a los argentinos a no votar a los candidatos de Cambiemos utilizando falaces afirmaciones, al mejor estilo gramsciano, que el 70% de los ciudadanos aplicaría sin dudar al kirchnerismo y utilizáis los métodos recomendados por el Foro de San Pablo para destruir a la democracia y a las repúblicas. Por ahora al menos, no realizáis una apología de la violencia, como sí hicieron vuestros antecesores del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, que lograron sembrar de terror, sangre y muerte a toda América; pero cuidado, porque a fuerza de desligitimar a un gobierno nacido de comicios limpios, estáis construyendo el escenario para la violencia.

Me despido asegurándoos que estaréis en mis oraciones, para pedir a Jesucristo, Señor de la Historia, que ilumine vuestros extraviados cerebros.

Enrique Guillermo Avogadro

Curas en la Opción por los Pobres

Septiembre de 2017

Ante las próximas elecciones legislativas

Nos acercamos a las elecciones de medio término en el contexto de una situación muy delicada para el país. En nuestras Cartas al Pueblo de Dios y otras comunicaciones a la opinión pública, hemos abundado en descripciones acerca de las características del gobierno de Cambiemos, de las consecuencias ya visibles de sus políticas de corte neoliberal conservador, de su perfil autoritario que ha debilitado notablemente el estado de derecho.

Después de dos años, es largo el elenco de acciones reprobables: represión violenta a la protesta social y abusos de autoridad de las fuerzas de seguridad, protección a los capitales más que a los ciudadanos, promesas incumplidas, mentiras y falsedades permanentes, presos políticos, un desaparecido, persecución a quienes piensan distinto, aumento de la pobreza, desempleo, un insostenible endeudamiento que hipoteca el futuro, la especulación financiera, la desindustrialización, la entrega de nuestra soberanía.

Nos preocupa e indigna especialmente un rasgo cada vez más visible de este gobierno: no asume la función social del Estado y su necesario rol cohesionador. Expresiones del presidente o sus ministros y medidas de gobierno, están dirigidas contra los sectores más débiles o populares a quienes se les causa un visible perjuicio y sufrimiento, en especial porque son pisoteados sus derechos.

La lista sería interminable. La quita de miles de pensiones por discapacidad, la reducción de medicamentos gratuitos de primera necesidad entregados por el PAMI a los jubilados, el recorte de un programa histórico que brindaba asistencia técnica a pequeños y medianos productores y que excluye del beneficio a más de diez mil familias que viven en situación de vulnerabilidad, el desguace de las políticas de salud y la falta de medicamentos, los aumentos injustificados y delirantes de las tarifas de los servicios, el aumento de la mortalidad infantil. Estos casos sólo sirven de muestra. A esto debemos agregarle el gran ajuste y la extrema precarización laboral anunciadas para después de las elecciones.

Frente a esta coyuntura, como cristianos, sabemos que el resultado de estas elecciones puede confirmar o revocar el rumbo elegido por el gobierno, influyendo a su favor o en su contra en la relación de fuerzas, fortaleciendo o debilitando su poder político. Un gobierno que maltrata así a su población, y vive construyendo falsedades, es un gobierno que le da la espalda a los preferidos de Dios. Matar de hambre, desamparo o indiferencia al pobre es un pecado. Votar un gobierno que asfixia a los pobres, creemos que también lo es. Sin ningún temor o prejuicio sostenemos firmemente que un cristiano no puede darle el voto a un gobierno como éste, que multiplica las ayudas fraudulentas a sus amigos, facilita las ganancias de los ricos y condena a los pobres a la marginalidad y lo hace a la luz del día con mentiras y desparpajo.

Están en juego dos modelos antagónicos de país. Un país injusto y dependiente, que concentra la riqueza en una minoría o un país con la gente adentro, distributivo, soberano e inclusivo. La política no es una varita mágica ni una práctica purista, pero sigue siendo una herramienta imprescindible para forjar el destino de la sociedad y organizar la vida en torno a la dignidad, la libertad, los derechos humanos y la convivencia pacífica y solidaria.

Como cristianos y como curas, caminando a la par del pueblo, invitamos a votar contra este gobierno, contra la agresión a los pobres y vulnerables, contra el secuestro del futuro. Nos inspiramos en los amigos de Jesús, como el querido Santo Cura Brochero. En 1912, enfermo de lepra, casi ciego, escribe antes de las primeras elecciones legislativas en las que se aplicó la Ley Sáenz Peña de voto secreto y obligatorio. Militante del Partido Radical, alternativa popular frente al Partido Conservador, Brochero escribe sin dudar que Cárcano, el candidato conservador es “el hombre más funesto y contrario al bienestar y felicidad de los habitantes del Oeste” (carta 449) “los que votan por Cárcano van contra la felicidad y facilidades de los habitantes del Oeste” (carta 448, 26/9/1912) mientras que “votando por los candidatos que dará el Partido Radical buscan su felicidad, su engrandecimiento, el de la Provincia, y aún el de la Nación entera” (carta 451, 4/10/1912).

Inspirados en él, pues, y buscando la felicidad del pueblo y de los pobres creemos, sin dudarlo, que “no se puede ser cristiano y neoliberal”, como decía el recordado obispo Esteban Hesayne. Y exhortamos a nuestros hermanos a votar en consecuencia. “Los pobres, no pueden esperar”.

Mientras nos encaminamos a esta crucial elección del 22 de octubre, nos seguimos preguntando: ¿Dónde está Santiago Maldonado?

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