Por Luis Américo Illuminati.-

En el mundo «K» o zombilandia, a esta altura ya nada sorprende, los sátrapas han superado todos los récords de la desfachatez y la desvergüenza, no les importa un comino ni la ética ni la moral ni nada que sea verídico. Todos los discursos hasta ahora son un relato infame, nauseabundo. Sufren de meteorismo crónico

Son increíbles los embustes con los que pretenden disimular una realidad que es pura ruina y fracasos. Quieren tapar con flores artificiales la atmósfera irrespirable de la ciénaga que han creado. Los únicos ricos son ellos, se han vuelto escandalosamente ultramillonarios, mientras la miseria y la pobreza toca todas las puertas de los hogares argentinos.

El insoportable meteorismo de sus actos vandálicos produce una nube irrespirable que envuelve a toda la Argentina. Han convertido a la República Argentina en una ramera barata que se regala con cualquiera por dos monedas olvidándose que tiene que dar de comer a sus abandonados hijos.

De poner cara de bulldog para intimidar a los jueces que la juzgaban por alta corrupción -a lo que debería añadirse alta traición a la patria- Cretina -reina de Cleptopatria- pasó a poner cara de inocente Caperucita o Blancanieves, feliz y sonriente como una muñeca reciclada, guardando su verdadero rostro de bruja malvada.

Al acto de la UOM llegó en helicóptero como si bajara del cielo. Y la gilada que la sigue y la aplaude -ciegos mentales y zombis- es la claque perfecta para este tipo de actos. Ese burdo y lamentable escenario fue preparado para lanzar la candidatura de la vicepresidente «vampira» a presidenta «sepulturera» de la Argentina. En ese foro degradado de chupamedias la disertante se mostró amigable y magnánima con el ex dirigente Antonio Caló, a quien los presentes lo abuchearon al unísono.

«La política se hace con acciones no con silbidos y tocando el bombo, son jóvenes imberbes que no empañan el acto de la vicepresidenta”, dijo después Caló que así trajo a la memoria la reacción que Juan Domingo Perón tuvo el 1º de mayo de 1974, cuando echó a los Montoneros de la Plaza de Mayo al grito de “imberbes”, “estúpidos” e “infiltrados”. Una ruptura que marcaría a fuego los años siguientes.

Pero lejos está Caló -justo es decirlo- de aquel Perón que en Plaza de Mayo -poco antes de morir dos meses después- les dijo esos tres calificativos a los montoneros que son los mismos cuervos y sanguijuelas que hoy gobiernan. Los expulsó de su movimiento. Y de seguidores de Perón pasaron a ser sus enemigos a muerte. Con suma alevosía asesinaron a Rucci, que era como un hijo para él. Han pasado 48 años y no han cambiado nada, siguen igual de hipócritas, perversos y corruptos. Casi medio siglo de arteras puñaladas contra la nación asestadas por la espalda.

El acto partidario de la UOM fue un espectáculo patético, psiquiátrico. No cabe duda que Cristina y adláteres y toda la claque se ha divorciado sin papeles de Alberto, como si ella no lo hubiera elegido como socio para que le arreglara las innumerables causas que tiene sobre su cabeza y al mismo tiempo manejarlo como un títere. Pero no todos los tiros dieron en el blanco, ya que, salvo unos pocos, casi todos le salieron por la culata. El pueblo no le cree ni la hora y son muchos los que la quieren ver presa.

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