Por Malú Kikuchi.-

El 7/3/2017 se realizó la manifestación convocada por la CGT y se le sumaron los movimientos sociales. La consigna: exigirle al gobierno un cambio en el rumbo económico. Fue una convocatoria multitudinaria, un éxito para la CGT, un fuerte llamado de atención para el gobierno.

El escenario se situó en la Diagonal Sur y Moreno. La seguridad la dispuso la CGT. Los triunviros hablaron: Carlos Acuña, Juan Carlos Schmid y Héctor Daer. Intentaron calmar a los manifestantes amagando ponerle fecha a un para nacional. No lo hicieron. Bien para el gobierno, mal para la CGT.

Se dice que Daer negoció con el gobierno no ponerle fecha al paro, que los otros dos querían hacerlo y que Daer los convenció. Los discursos, agresivos, carecieron de fuerza, les faltó convicción. Finalmente, después de haber evitado que Aníbal Fernández subiera al escenario, militantes K y de izquierda, lo hicieron al grito de “se va a acabar la burocracia sindical”.

Los hombres de la CGT, huyeron, y el final de la convocatoria quedó en manos de los izquierdistas de siempre. Ruido y furia. Tensión, insultos, golpes. La eterna interna peronista: de un lado la patria sindical, del otro los “militantes revolucionarios”. Una vez más.

Desagradable sensación de “dejá vu”. La imagen de Ezeiza es difícil de borrar. Entonces hubo balas y muertos, acá solo trompadas. El recuerdo del “18 Brumario” de Karl Marx escribiendo que en la historia la primera vez es tragedia y la segunda, farsa, es demasiado obvia.

Igualmente lo es el “corsi e ricorsi” de Gian Battista Vico, la historia avanza en espirales ascendentes que pasan por los mismos lugares. Lo cierto es que los grupitos de asalto, en este caso obedientes al mandato de Cristina, se quedaron con el escenario de la marcha y hasta se robaron el atril*.

Gritaban “vamos a volver”, desconociendo la voluntad popular que votó hace 16 meses a otro gobierno. Gobierno que debe durar hasta el 10/12/2019. Es difícil de entender para los militantes duros del PJ, que no han permitido que gobiernos no peronistas, terminara su gestión.

Desde la vuelta de la democracia en 1983, con Raúl Alfonsín UCR, que debía cumplir su mandato el 10/12/1989 y tuvo que llamar a elecciones anticipadas y entregar el poder el 8/7/1989, 6 meses antes, luego a De la Rúa (Alianza), que duró apenas 741 días y las pruebas están a la vista.

El PJ fuera del poder es un problema. Habrá que ver la reacción de Cambiemos ante la marcha. ¿Escucharon a la gente? Y la reacción de la patria sindical, que por fallas propias en la seguridad, permitió que Cristina se quedara con la exitosa manifestación de la CGT.

El tema reside en que los argentinos con memoria sabemos como empiezan estas cosas y también recordamos como terminan. Y suelen hacerlo mal, muy mal. Los agresores del martes pasado no son “maravillosos muchachos idealistas”. Ni los tiempos de hoy son los de los 70. Pero…

La Argentina tiene vocación de pasado, ama el pasado, quiere volver al pasado. Pareciera que el futuro no existiera o no le interesara. Como si la célebre frase de Juan José Castelli, ya muy enfermo, “si ven al futuro, díganle que no venga”, nos hubiera marcado para siempre.

Recordamos la sabiduría de Sarmiento al escribir su monumental “Facundo, Civilización Y barbarie” (1845). No puso civilización O barbarie, no dejó la opción, puso Y, sumó la civilización a la barbarie, algo que nos sucede hasta hoy. El Colón y la barbarie.

Pero ningún país está condenado a nada, ni al éxito, ni a volver cual Sísifo eternamente al mismo lugar: en este caso al pasado. El destino de un país lo construyen la voluntad de sus ciudadanos y los buenos gobiernos que estos sepan elegir. Son las 2 únicas condiciones necesarias. ¿Las tenemos?

“La tragedia de Macbeth”, 1606, de William Shakespeare, acto V, escena V: “La vida es cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, sin ningún sentido”.

Se robaron el atril del escenario, lo pusieron en venta en Mercado Libre, la subasta se abrió con $200 y al llegar a $9.999.999, se bloqueó. Dicen que fue un chiste, ¿lo fue?

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