Por Enrique Piragini.-

La sigla S.O.S. es, como se sabe, la señal internacional de socorro. Su uso se decidió en 1906 durante una conferencia internacional celebrada en Berlín.

Hubo un tiempo en el que circularon distintas versiones sobre el significado de las letras; por ejemplo, en inglés, save our souls -salven nuestras almas-. En español se manejó un insólito «Socorro, ¡oh!, socorro». En realidad, fueron elegidas porque resultan fáciles de telegrafiar: tres puntos, tres rayas, tres puntos.

Pero en la Argentina KK, donde se tergiversa desde el Idioma hasta la matemática (INDEK) bien cabría sostener que S.O.S. signifique SICARIOS O SUICIDIOS para representar las decenas de fallecimientos que tan conveniente -como oportunamente- callan a distintos seres humanos (de antología es la serie de extraños sucesos que cobraran la vida de los testigos por el homicidio de Carlitos Menem).

Al Fiscal Nisman (por pretenden investigar a nuestra botóxica bipolar Regente), o lo asesinaron por encargo, o se suicidó. Todavía nada queda claro. Pero los jueces avanzan ahora en la ruta del dinero y para descalificar al muerto se investiga a sus familiares directos, desviando la atención del sospechoso deceso.

En cuanto a Fernando Farré, el ex CEO de la empresa Coty, es dable suponer que en breve será víctima de un homicidio o bien se lo encontrará suicidado en la celda que hoy ocupa en una cárcel común.

Ello es lo más probable, ya que resulta muy difícil explicar de dónde sacó una supuesta indemnización de 5.800.000 pesos, algo insólito en nuestro Derecho Laboral, máxime cuando por su condición de ejecutivo de esa empresa de cosméticos, que manipula acetona y otros precursores químicos sumamente atractivos para otros “negocios”, obviamente tendría contacto con funcionarios de primer nivel tanto en el área de Salud cuanto en Aduana. Por caso es llamativo que Manzur (el mismo que resulta protagonista del escándalo electoral en Tucumán) haya abandonado su Ministerio casi al mismo tiempo en que Farré fuera “despedido” de la empresa que dirigía.

Tal vez alguna desafortunada infidencia para con su esposa le generó a Farré una furia incontenible ante la posibilidad de que se ventilaran esos extraños -y temibles- contactos. Vale recordar que muchas mujeres despechadas suelen tomar revancha contra sus ex parejas amenazando con difundir secretos comprometedores (ej. Laura Muñoz respecto de Vandenbroele, el socio del multiprocesado vicepresidente de la Nación Amado Boudou, o las revelaciones de Miriam Quiroga, la amante del ex presidente ausente con presunción de fallecimiento Néstor Carlos Kirchner, respecto de los bolsos repletos de dinero que circulaban por la Casa Rosada con destino a El Calafate).

No es descabellado conjeturar que Farré temió más al escándalo por la posible revelación de sus “socios” que afrontar la cárcel por suprimir a su ex mujer.

Barrunto para mi coleto que algo muy extraño aconteció alrededor de este femicidio, y seguramente las ramificaciones del mismo han de llegar muy profundo hacia las entrañas del poder político y económico.

Por eso considero que, lamentablemente, la suerte de Farré está echada y en breve se habrá de encontrar con Nisman en el más allá.

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