Por Oscar Edgardo García.-

En este país de fantasías y ficciones las distintas familias políticas que integran la alianza gobernante se disputan el poder para dominar al menos su propio territorio y sobrevivir de alguna manera hasta las próximas elecciones con el menor daño posible.

La procrastinación imperante indicaría que para todas esas familias la solución de los problemas se encuentra en un segundo plano y parecería que, como prioridad, sin excepción, están llevando a cabo una «lucha de tronos» en el que se visualiza actuando a señores feudales con su servidumbre, a amanuences, a marginados, a exiliados y a futuros herederos defendiendo sus dinastías y procurando apoderarse de las coronas del reinado de los otros.

Enfrente de todos ellos están los enemigos opositores con sus espadas bajas pero preparadas para la acción activa.

Ante este dantesco escenario, el hastío social desembocará seguramente en la sublevación ciudadana.

Actualmente las protestas de los distintos niveles sociales se están exteriorizando explícitamente ante la evidencia de que no se avizora la solución de los problemas en un futuro cercano.

La inacción, el desatino y el desacierto del gobierno nacional le están concediendo al pueblo el derecho de rebelión y de ese modo, por caso los productores rurales y las organizaciones sociales, proceden a actuar justificadamente en defensa de sus intereses y derechos.

La sublevación social se irá consolidando en los diferentes sectores del pueblo y se acrecentará en la medida en que el Gobierno Nacional no le satisfaga las necesidades exigidas, aunque más no sea mínimamente.

Dada la gravedad del estado de cosas y la incertidumbre que existe sobre el futuro sería deseable que se desarrolle el proceso de manera pacífica, aunque ello es impredecible.

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