Por Oscar Edgardo García.-

Concurrí al Hospital Pirovano para acompañar a un familiar recientemente operado de la cadera por lo que necesariamente debe movilizarse sosteniéndose con un bastón.

Grande fue mi sorpresa al llegar y comprobar que la puerta principal de entrada al nosocomio no cuenta con medios adecuados para el acceso de personas con dificultades físicas.

A raíz de la indignación que me invadió me detuve a observar el movimiento de personas y en pocos minutos vi que varios seres humanos subían y bajaban la escalera con bastones, muletas y sillas de ruedas y algunos ancianos ayudados por sus acompañantes para no caerse.

Ante semejante espectáculo la primera pregunta que me afloró fue: ¿Cómo puede ser que en este lugar no se haya construido un medio para que ingresen normalmente las personas disminuidas físicamente?

Mi nerviosismo fue elevándose paulatinamente al ingresar al lugar destinado para la vacunación y encontrarme con un pasillo con una larga fila de personas de pie, sin un solo asiento como para hacer llevadera una extensa espera dado que la tarea de aplicación de las vacunas era cumplida por una sola persona.

Y entonces me pregunté: ¿Adónde diablos van a parar nuestros impuestos?

Inmediatamente comencé a enumerar algunos de los destinos de los fondos que me vinieron a la mente: realización de obras en la Avenida Libertador que entorpecen el tránsito y afectan el medio ambiente, construcción de inútiles bicisendas por su escaso tránsito ciclístico, reparación de veredas y plazas que se encuentran en buen estado, sueldos de «agentes de prevención» que nadie sabe qué previenen, instalación de cámaras de «seguridad» que no suplen la presencia policial para prevenir y evitar los actos delictivos, colocación de maceteros abandonados en las esquinas de algunos barrios, etcétera.

Pues bien, ¿cuál de los gobiernos de la CABA de los últimos años es responsable de tamaña desidia hacia los individuos que padecen problemas de movilidad? ¡Todos!

No se debe pasar por alto que el caso del citado centro de atención de la salud es un mero ejemplo porque de igual manera el hecho se observa en otros hospitales, en rampas en las calles, en edificios públicos, en estaciones de ferrocarril y subterráneo, etcétera.

Pregunta final: ¿Dónde terminó la tan mentada transformación de la ciudad y la inclusión social?

Respuesta: Satisfaciendo los objetivos personales de todos los políticos porteños de turno e ignorando las reales necesidades de la gente, sin vergüenza y con total hipocresía del primero al último de ellos.

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