Por Guillermo Cherashny.-

Siempre se pensó que en Córdoba, Mendoza o Santa Fe se podía llegar a un acuerdo entre partidos políticos para salir de las crisis económicas que atraviesan las provincias argentinas, pero se está dando en un provincia retrasada políticamente como es la provincia de Buenos Aires, donde la flamante gobernadora María Eugenia Vidal impulsó un acuerdo con Sergio Massa a través de Jorge Sarghini, quien presidirá la Cámara de Diputados de la Provincia, dominada desde hace años -salvo una breve interrupción- por el aparato del PJ.

Acompaña este acuerdo el presidente del Bloque Renovador, Juan José «Vasco» Amondarain, que aconsejó a Vidal que en su discurso inaugural dijera que recibió una provincia quebrada para aprobar en el presupuesto el próximo 29 de diciembre un endeudamiento de 75.000 millones pesos y quizás también 1000 millones de dólares para obras de infraestructura.

El endeudamiento sólo puede aprobarse por los dos tercios de las dos cámaras y aparte de Cambiemos y los renovadores faltan votos del FpV, que está dividido en el Senado provincial pero unificado en Diputados. Pero seguramente aprobarán ese endeudamiento, porque muchos de sus intendentes necesitan pagar los sueldos, ya que los municipios quedaron muy mal.

Dolor de cabeza le produjo el Frente para la Victoria provincial -del cual 2/3 son camporistas y cristinistas y el resto, PJ- cuando apareció ayer el denominado «grupo de los 8» un grupo de intendentes encabezados por Martín Insaurralde, de Lomas, y Norberto Menéndez, flamante alcalde de Merlo, a los que se sumaron, entre otros, Cascallares, de Almirante Brown; Gray, de Esteban Echeverría y Nardini y Sujarchuk, de Malvinas y Escobar, quienes quieren negociar directamente con Federico Salvai, el Ministro de Gobierno de Vidal. Estos intendentes tienen territorio, algo que los camporistas no tienen, salvo en Moreno y Mercedes, agrupan a 3.400.000 votantes -casi medio conurbano-; le quitan legitimidad al FpV a nivel nacional y provincial; desconocen la jefatura de Cristina y están boyando entre Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa, pero ambos les piden que abandonen definitivamente al cristinismo en un momento en el cual el gobierno de Vidal tiene un 65% de aprobación, al igual que el del Presidente Macri, lo que demuestra el aislamiento de los seguidores de Cristina, pues están mirando con una gran esperanza el futuro del país.

Así las cosas, con este acuerdo Cambiemos-Frente Renovador, que se consolida en el distrito más importante del país, se puede decir que el cristinismo, a siete días de un nuevo gobierno, pierde casi definitivamente su fuerza en la provincia más peronista del país.

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