Por Guillermo Cherashny.-

La desregulación de las obras sociales parecía una gran noticia para Claudio Belocopitt, que pensaba quedarse con un número importante de afiliados de OSECAC, la obra social de empleados de comercio, cuyo líder es Armando Cavalieri, y lejos de competir entre ellos, los une larga relación al punto que «el gitano» es como un padre para el dueño de Swiss Medical y hombre fuerte de la UAS, la cámara que agrupa las prepagas. La fortuna de Belocopitt tiene otro origen, ya que su otro «padre» es el ciudadano suizo José Pascal, un empresario muy poderoso de las empresas de seguros y también del manejo de otras actividades legales que los gobiernos suelen repudiar, pero ya hablaremos de ese tema en otra oportunidad. Lo importante es que Belocopitt, más conocido como «el llorón», porque siempre dice perder dinero y algo de razón tiene, ya que sus varias prepagas, encabezadas por Swiss Medical, aunque no se crea, pierden dinero según sus balances, por lo cual no paga el impuesto a las ganancias ni tampoco el 10,5% de IVA, porque se lo traslada a los laboratorios, clínicas y médicos que dan servicio a su prepaga.

Es decir que «el llorón» pierde plata pero compra sanatorios, canales de televisión, compañías de seguros, produce programas de TV y lidera a todas la empresas prepagas a las cuales las tiene cartelizadas, o sea, no compiten y uniforman los precios. Ahora Belocopitt se queja porque, de los afiliados a obras sindicales que se sumen a su prepaga, tiene que pagar el 20% para aportar al fondo de solidaridad. Este decreto del presidente le provocó un ataque de nervios a Belocopitt, que era muy oficialista hasta ahora porque pudo aumentar muchísimo las cuotas, entonces sonó el teléfono y luego se reunió con Cavalieri, quien le dijo que este gobierno no tiene códigos y que Milei desautoriza a sus funcionarios, como le pasó al mismo Cavalieri, que logró que la ministra Pettovello le firmara que no tocarían el aporte obligatorio a empleados de comercio y después lo anularon y voltearon al funcionario que lo había firmado. Entonces Cavalieri y Belocopitt decidieron actuar en conjunto para hacer retroceder al presidente, porque coincidieron en que ya va a venir con el caballo cansado y le pasaremos la factura. Cavalieri agregó: «a mí me cagó Fraomeni -en referencia a un empresario de salud- pero después me tomé revancha con Carizone, un ejecutivo que fue el arquitecto del monstruo que hoy es OSECAC».

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