Por Carlos Tórtora.-

La fusión en marcha entre el macrismo y los libertarios sería la única jugada política de Javier Milei para salvar a su gobierno del aislamiento que se vislumbró a partir del fracaso de la ley ómnibus. Con un efecto prácticamente automático, la alianza LLA-Pro está precipitando las conversaciones del sector moderado del Pro con la UCR y la Coalición Cívica.

Por otra parte, el kirchnerismo festeja la unión entre Milei y Macri porque tiñe al gobierno de un halo macrista que sin duda favorece la recuperación de espacios por el peronismo. En el kirchnerismo la discusión que va tomando cuerpo gira alrededor de quién será el vocero del sector, ante la enorme velocidad que tomaron los hechos que ya no permite esperar los 100 días de tregua para Milei, que no existieron.

Todos pendientes

En realidad, la política de coyuntura gira alrededor de dos grandes alternativas. Si habrá o no un estallido social como respuesta al brutal ajuste puesto en marcha. Obispos argentinos que viajaron a Roma la semana pasada para informar a Francisco sobre la situación social ante la visita de Milei, se habrían mostrado ambiguos. Habría indicadores de que puede haber una conmoción social pero los indicios no son claros. Lo que está claro es que, si Milei consigue transcurrir marzo y abril con paz social, aumenta sus chances de sobrevivir políticamente a medida que la inflación desescale. En cambio, una escalada de conflictos sociales graves obligaría al peronismo político y sindical a salir a la calle y confrontar con el gobierno. También está en juego de qué forma encararía Milei este tipo de crisis. Si apuesta a una fuerte represión para disuadir, se arriesgaría a situaciones sin retorno y nada indica que vaya a optar por la moderación.

Sin estallido social, el peronismo se concentraría entonces en tener la iniciativa en las dos cámaras del Congreso esperando que el desgaste lo lleve a Milei a altos niveles de imagen negativa. Por su parte, parece claro que Macri juega todas sus cartas a ser el salvavidas de un gobierno que puede llegar a estar acorralado.

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