Por Guillermo Cherashny.-

La crisis en la que entró el Frente de Todos después de la catástrofe electoral de las PASO desnudó una discusión sobre el manejo de la economía entre el tándem AF-Martín Guzmán y la vicepresidenta, que compara con situaciones análogas con su gobierno después de las derrotas del 2009 y 2013. Pero en ambos casos había una situación fiscal controlada que se pudo mejorar en 2010 y 2011, en tanto en el 2013 ya había cepo pero con Armando Fábregas en el BCRA y con Capitanich en la jefatura de gabinete y Kicillof en economía, con una devaluación del 30% se pudo manejar la economía y llegar a las elecciones del 2015 y perderlas en un ballotage por poco margen usando la emisión monetaria. En cambio, cuando Alberto Fernández asumió en diciembre del 2019, el país venía de dos años de recesión y una inestabilidad cambiaria que arrancó en abril del 2018 y aún hoy no terminó y un déficit fiscal bien medido del 3%, que se agravó con la feroz pandemia que azotó al mundo, en donde la Argentina no tuvo ninguna fuente de financiación y tuvo que continuar con el cepo cambiario que impuso Macri. La dupla Fernández-Guzmán no manejó bien la economía como en los anteriores gobiernos peronistas pero de ahí a proponer, como hace Cristina, poner plata en los bolsillos de la gente emitiendo 2% del PBI, es una verdadera locura que llevará al país a la hiperinflación, porque lo importante es que los precios no aumenten más y no dar pesos que cada vez valgan menos. Cristina dice que le advirtió al presidente que la derrota era inexorable por la mala gestión económica, pero la solución es todo lo contrario a lo que propone ella y que es diseñar una política económica market friendly; eliminar en primer lugar el cepo a las exportaciones a la carne y abrir el turismo a los extranjeros para generar dólares para la economía y después de la elección general del 14 de noviembre sí cambiar la política económica con un acuerdo con el FMI y eliminando regulaciones.

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